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¿Qué significa un modelo multiniveles y qué se

requiere hacer para implementarlo?

El primer nivel es el nacional, a gran escala

,

que requiere de una evaluación para generar una

mirada panorámica del sistema educativo y servir

de insumo que oriente la política pública. Para ello

basta con una prueba muestral, no se necesita

hacer una evaluación de “todas” las escuelas para

alimentar la política pública. Es suficiente con una

muestra representativa a nivel nacional y regional. Esa

evaluación puede ser cada tres años, y siempre bajo

el principio de que la evaluación tiene que ayudar

a la mejora, y para eso tiene que haber ciclos de

mejora. Tener evaluaciones todos los años no tiene

sentido, porque no alcanzamos a hacer ese proceso

de mejora. Entonces, se necesita una muestra que

sea representativa, que permita ver los cambios en el

tiempo, y que ofrezca una visión tanto nacional como

regional o territorial. Asimismo, esta prueba muestral,

que debe evaluar habilidades complejas e integrales,

evitaría la competencia entre escuelas por un mayor

puntaje y los efectos nocivos de las pruebas censales.

El segundo nivel es el local o territorial,

que

requiere una evaluación situada sobre las condiciones

de la calidad, asociado a un sistema de supervisión,

asesoría técnica y fiscalización. El Estado debe

evaluar y hacer un seguimiento al trabajo de los

sostenedores y la calidad de la provisión. Se trata de

reconocer que existen un conjunto de condiciones

que permiten que la formación del estudiantado

se desarrolle apropiadamente. Nos referimos a

condiciones tales como la infraestructura y el material

didáctico-pedagógico, las condiciones laborales y

profesionales, y las prácticas directivas y docentes.

Ello debe estar articulado con los apoyos específicos

que requieran las escuelas, pero también a exigencias

que deberán cumplirse de acuerdo a las normas y

regulaciones nacionales.

Uno de los problemas más complejos del sistema

que tenemos actualmente es que, equívocamente,

triangula el aprendizaje de los niños con lo que es

la oferta en la calidad. Porque los resultados de los

niños no son reflejo lineal de lo que ofrece la escuela,

de hecho, dependen de muchas cosas; de lo que

enseñan los profesores, pero también del contexto

en que están, de las interacciones que tienen en su

día a día, de su niñez y de las condiciones específicas

de cada niño. Entonces, obligar a la escuela a que se

haga responsable de esos resultados y considerar eso

como la calidad de la escuela es un error. Sería como

decir que los doctores tienen que estar en un ranking

de acuerdo a la obesidad de sus pacientes, eso tiene

que ver con las prácticas del paciente y no solo con

el doctor, es multifactorial.

Es cierto que parte de la labor de los profesores

es evaluar el aprendizaje de los estudiantes, pero

lo que hay que evaluar en primer lugar son las

condiciones de aprendizaje: que existan buenas

prácticas pedagógicas, adecuadas condiciones de

infraestructura, trabajo en equipo de los docentes,

liderazgo y que se respeten las horas no lectivas de

los profesores.

La ironía del modelo actual es que puedes tener una

escuela con altos resultados, pero que es abusiva con

los profesores, que tiene a los alumnos estresados o

donde simplemente echan a los estudiantes a los que

les va mal, y eso se define como “alta calidad”.

El tercer nivel es la escuela.

Se debe avanzar

de forma decidida en fortalecer una cultura de la

evaluación formativa en la que el profesorado ejerza

su rol de experto. Esta cultura incluye al conjunto

de actores que componen la comunidad educativa,

“Basta con una prueba muestral,

es decir, no se necesita hacer

una evaluación de ‘todas’ las

escuelas para alimentar la

política pública. Es suficiente

con una muestra representativa

a nivel nacional y regional. Esa

evaluación puede ser cada tres

años, siempre bajo el principio:

la evaluación tiene que ayudar a

la mejora y para eso tienen que

haber ciclos de mejora”.

Conversando a fondo

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