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Conversando a fondo

lo hacía antes sentía que estaba perdiendo el tiempo.

¡Ver una película!, que es un recurso sencillo. Está ese

temor.

Luego de más de 30 años de aplicación, ¿es hora

de dejar atrás la evaluación escolar encauzada en

el Simce? ¿Hasta qué punto esto tiene que ver con

el cambio de paradigma del que habla el Mineduc?

Son hartos años, pero de un modelo de evaluación

que caducó, fracasó, que se quedó atrás con los

desafíos que tenemos en términos de formación de

estudiantes y que no responde a las competencias

que requerimos para el siglo XXI. El nuevo paradigma

del Mineduc lo que busca es generar una formación

integral. Una prueba con respuestas múltiples es

imposible que responda a eso, no es capaz de

hacerlo.

Quiero mencionar algo que no había dicho: tenemos

el desafío de diseñar mejores instrumentos en

términos de integralidad. Porque si uno quiere ser

consistente con un currículum desafiante e integral,

uno debiese pensar en hacer una prueba muestral,

cada cierto número de años, pero más compleja,

incorporando distintas competencias a las cuales

queremos ir haciéndole seguimiento, como la

oralidad o la creatividad, que son importantes y que

no se miden con respuestas múltiples.

“El currículum tiene que ser el norte”

Y después del Simce, ¿qué? ¿Cómo debería ser un

nuevo sistema de evaluación?

Lo que se espera de la educación es que pueda

responder a los desafíos y complejidades de

las exigencias de hoy en día, en temas como

medioambiente, democracia y ciudadanía. Y también

a las competencias cognitivas complejas, como

entender información y ser capaces de seleccionarla.

Para alcanzar esos desafíos, necesitamos un

currículum acorde a eso, porque el actual es

muy grande, con muchas exigencias y muchos

contenidos. Se requiere uno más flexible, que le dé

espacio a los niveles locales, a las comunidades, para

que puedan participar y responder a las necesidades

a nivel local.

Entendiendo eso, primero hay que decir que el

currículum tiene que ser el norte de las escuelas. Con

la Subvención Escolar Preferencial (SEP) se instaló la

política de que las escuelas tienen que tener metas

Simce y, por lo tanto, el norte de las escuelas pasó a

ser el Simce. Ese es el primer error en este modelo de

evaluación. El norte tiene que ser el currículum y la

evaluación tiene que estar al final.

Se tiene que hacer una evaluación acorde con esos

principios, que pueda apoyar y retroalimentar el

avance curricular de la enseñanza y aprendizaje de

los niños. Para eso hay que entender el problema

del enfoque que tenemos hoy en día, esta lógica

de castigo y sanción, que es desprofesionalizante

y, además, esta pretensión de abarcar con un solo

instrumento 10 ó 12 objetivos. Es muy simplista la

fórmula de darle tanto poder a un instrumento para

decidir, por ejemplo, si se cierra una escuela por no

incrementar sus resultados, sin mirar o entender

los equipos educativos que están ahí o el contexto

en que están. Lo que proponemos es un modelo

multiniveles, complejo, y que responda a distintos

objetivos, con distintos instrumentos.

Alejandra Falabella explica que lo que se espera de la

educación es que pueda responder a los desafíos y

complejidades de las exigencias de hoy en día, en temas

como medioambiente, democracia y ciudadanía.

Foto: Banco de imagen Revista de Educación.

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