

Hace unas semanas, los investigadores chilenos
Bernardita Muñoz-Chereau (psicóloga UC y doctora
en Educación de la Universidad de Bristol) y Álvaro
González (psicólogo UCV y director del Centro de
Investigación para la Transformación SocioEducativa
de la UCSH) se reunieron con el ministro de
Educación, Marco Antonio Ávila, para presentarle
un estudio sobre el impacto de la categorización de
escuelas en Reino Unido, país que posee un sistema
de aseguramiento de la calidad similar al chileno,
donde se clasifica a los establecimientos en base a su
desempeño y los que son mal catalogados corren el
riesgo de cerrar.
En esta entrevista, explican cómo funciona la Oficina
de Estándares en Educación, Servicios para Niños
y Habilidades (Ofsted, por sus siglas en inglés), el
símil de nuestra Agencia de Calidad de la Educación.
Asimismo, cuál es el impacto que ese modelo tiene en
las escuelas y su semejanza con el modelo chileno.
Bernardita Muñoz-Chereau: “Tienen
un diagnóstico asociado a un efecto
punitivo”
¿Cuáles fueron las conclusiones del estudio que
realizaron?
Lo que encontramos es que el lenguaje de déficit,
es decir, decirle a una escuela que es “Insuficiente”,
genera un efecto negativo, que impacta no solo
en la escuela misma y en sus profesores, sino que
también en los apoderados y estudiantes y en la
comunidad local. Esta categorización tiene un
efecto negativo a lo largo del tiempo y hace que
la entrega de una educación de calidad en una
escuela rotulada así, sea más difícil. Hay un “efecto
halo” de esta inspección que genera un círculo
perverso, pues hace que los profesores no quieran
trabajar en un lugar así, porque se piensa que es
“insuficiente“, entonces buscan otra escuela. Lo
mismo pasa con los padres; y las escuelas bajan
Política Educativa
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