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Revista de Educación •

Política educativa

“Juntos, Chile

se recupera y

aprende”

Nueva hoja de ruta 2022-2026

El Ministerio de Educación presentó las 20 propuestas educativas del plan

“Juntos, Chile se recupera y aprende”, que se impulsó con el propósito

de trazar una hoja de ruta en educación para los próximos cuatro años,

con particular énfasis en mitigar los efectos de la pandemia. Este trabajo

es resultado de un esfuerzo conjunto: incluyó una consulta ciudadana que

obtuvo más de 14 mil respuestas, más de 300 cabildos realizados en todas las

regiones del país y en los que participaron 2.600 actores de las comunidades

educativas, y mesas de expertos, que reunieron a 64 especialistas en

educación e infancia.

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Revista de Educación •

Política educativa

E

l Plan “Juntos, Chile se recupera y aprende” ha

querido enfrentar con decisión los efectos de la

pandemia por COVID-19, con el principal objetivo

de brindar a toda una generación de estudiantes las

oportunidades para que ésta no se transforme en una crisis

permanente que afecte su desarrollo, sus planes futuros,

y perjudique sus proyectos de vida. Ello requiere de una

mirada de corto, mediano y largo plazo.

En el sistema educativo, tanto a nivel nacional como

internacional, los efectos de la pandemia son profundos,

evidentes y pueden ser medibles. En los distintos niveles

educativos, pero especialmente en los primeros años

(sala cuna a 6° básico), el cierre de los establecimientos

implicó la pérdida de un ambiente estimulante para

los aprendizajes, así como de la interacción social con

compañeros y profesores. De acuerdo con una encuesta

aplicada a 59 países, entre ellos Chile, por la OCDE y la

Universidad de Harvard, el aprendizaje durante el periodo

de suspensión de clases presenciales sería en el mejor de

los casos, solo una proporción de lo que los párvulos y

estudiantes hubiesen aprendido en las escuelas, jardines

infantiles y salas cunas.

En esa misma línea, un estudio realizado por el

Banco Mundial y el Centro de Estudios del Ministerio de

Educación estimó que los estudiantes de nuestro país

podrían perder, en promedio, un 88% de los aprendizajes

de cada año a raíz de la suspensión de clases presenciales.

La situación es más grave para aquellos de menor nivel

socioeconómico, quienes en promedio podrían perder un

95% de sus aprendizajes.

Por otro lado, los resultados publicados hace un tiempo

atrás por la Agencia de Calidad de la Educación respecto del

Diagnóstico Integral de Aprendizajes mostraron un panorama

adverso, donde tanto en Lectura como en Matemática los

estudiantes del país no consiguieron los conocimientos

mínimos del currículum priorizado (donde se requeriría un

60% de logro para ser aprobados con nota 4,0).

Además, la suspensión de clases presenciales ha tenido

un fuerte impacto socioemocional sobre los estudiantes y

las comunidades educativas. Según un estudio realizado

por Acción Educar y el Servicio Local de Educación de

Chinchorro, los estudiantes de diversas edades indicaron

estar experimentando emociones negativas, cuestión que

aumentaba a medida que avanzan en edad, llegando

a niveles preocupantes en 3° y 4° medio, en que un

73% reportó emociones que los expertos asocian a una

sintomatología depresiva. También se observa en el estudio

“Educación Temprana y Pandemia: resultados de una

medición durante la emergencia”, del Centro de Encuestas

y Estudios Longitudinales de la UC, que en primera infancia

ha existido un importante deterioro en el desarrollo del

lenguaje y bienestar socioemocional de los niños.

La pérdida de aprendizajes a causa de la suspensión de

clases presenciales se ha producido en todas las naciones

del mundo, incluso aquellas que tienen los mayores índices

de conectividad a internet y alta cobertura de dispositivos

electrónicos (Bélgica, Reino Unido, Estados Unidos, entre

otras). Lo anterior demuestra que la educación remota no

logra sustituir a la educación presencial ni siquiera en los

países más desarrollados.