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Revista de Educación •

Conversando a fondo

En esa línea, el tener la posibilidad de trabajar con

personas que comparten ese mismo objetivo, no solo en el

Ministerio, sino que a lo largo de todo el sistema.

Y lo más duro y fuerte del proceso tiene que ver con

la pandemia y con un contexto político particularmente

complejo. Uno aquí se encuentra con lo mejor de las

personas y lamentablemente también, aunque sean

minoritarios, con individuos que ponen todo su esfuerzo

en que las cosas no funcionen y eso para mí fue lo más

duro durante este período.

Una de las dificultades que tenemos en las

políticas educativas nacionales, que también se ve

internacionalmente, es la extrema politización del debate

educacional. Eso hace que ciertos grupos de interés, que

son minoritarios pero que tienen mucha capacidad de

movilizar intereses específicos a otros entornos, opaquen

la labor que se realiza y disminuyan también las ondas

expansivas de lo positivo de este trabajo. Es algo con lo

que hay que lidiar de manera permanente.

Y las visitas a terreno a veces tienen ese tinte político

que tiende a contaminar el debate educacional.

FORTALECIENDO LA EDUCACIÓN PÚBLICA

A nivel general, ¿en qué se avanzó en cuanto a calidad

en el tema de los establecimientos que deben seguir

traspasándose a los Servicios Locales de Educación

Pública (SLEP)?

Lo primero que quisiera destacar es que la mirada del

Ministerio es completa y global, y por lo tanto las políticas

que surgen allí –y este ha sido el sello que hemos tratado de

imprimir y que es esencial que se mantenga– ponen a los

alumnos y a las comunidades educativas como el principal

receptor de las mismas, al margen de las características

administrativas de los establecimientos. Un colegio particular

subvencionado, municipal o que dependa de un Servicio

Local de Educación, tiene desde el punto de vista de la

aproximación de la política pública la misma relevancia; el

esfuerzo está en que en cada uno de esos espacios surjan

opciones de mayor desarrollo para los alumnos.

Obviamente existen tareas fundamentales como, por

ejemplo, la implementación de los nuevos SLEP. Se ha

hecho un trabajo enorme para llevar adelante una reforma

que tiene dificultades administrativas evidentes y también

hay que luchar frente a las expectativas que se generaron

en torno a ese cambio. Yo estoy muy satisfecho con la

instalación de los nuevos Servicios y los esfuerzos para

generar ahí espacios de gestión que permitan poner a los

alumnos en el centro de todo.

Nosotros entregamos al gobierno 11 SLEP que nos

correspondía implementar con una marcha adecuada y

además, hay otros nuevos ya proyectados. Todo eso es

relevante. Obviamente, hay que medir el avance completo

del sistema. Y no olvidar, insisto, lo difícil que ha sido todo

por la pandemia. Nos obligó a redirigir los esfuerzos y a

ponerlos en algo que parece tremendamente natural, pero

que fue una labor titánica: la tarea de poner en marcha todo

el sistema presencial, fundamental para que los alumnos

puedan beneficiarse al máximo del proceso educativo.

¿Qué ha sido lo más innovador en ese sentido?

Creo que hay que distinguir lo que tiene que ver

con el manejo de la pandemia y lo que es una mirada

general. Desde el punto de vista global, al margen de los

desafíos de la pandemia, nuestra principal innovación es

algo que parece obvio, pero que por obvio había dejado

de instalarse en nuestro sistema y que dice relación con

poner el foco en lo que ocurre en la sala de clases y los

aprendizajes de los alumnos.

En ese sentido, por ejemplo, el Plan de Leo Primero

se hizo cargo de un diagnóstico que se venía arrastrando

por mucho tiempo en nuestro país, que dice relación con

que un altísimo número de niños no llegan a 4° básico

con un nivel de comprensión de lectura adecuada. Y el

Plan Escuelas Arriba, se ha concentrado en el apoyo a

las escuelas que tienen resultados deficientes. Estas son

herramientas fundamentales y que por un debate que,

a mi juicio, estuvo demasiado marcado en lo estructural,

fueron quedando atrás.

Llevamos adelante una política justamente muy

centrada en hacernos cargo de aquellas áreas del sistema

educativo que fueron quedando relegadas del foco de

la política pública. Nuestro esfuerzo se centra en volver

a situar la mirada en la sala de clases, como un lugar de

privilegio donde todo lo que ahí ocurre apunta a que los

alumnos puedan desarrollarse de manera integral.

En educación parvularia, lamentablemente nos

encontramos con una oposición muy dura en el Congreso,

que impidió llevar adelante modificaciones que son

sustantivas como, por ejemplo, el kínder obligatorio o el

acceso gratuito a los jardines infantiles, dos reformas que

fueron aprobadas en la Cámara de Diputados y rechazadas

en el Senado, lo que impidió que se siguieran tramitando.

Creo que eso es importante mostrar como políticas en

áreas tan relevantes, encontraron una oposición difícil de

comprender. Esto mismo ocurrió también con las políticas

de reingreso de los alumnos que estaban fuera del sistema

educativo y con la recuperación del sistema en el contexto

de la pandemia. Todo Chile fue testigo de cómo ciertos

grupos se opusieron radicalmente a la apertura de las

escuelas, no obstante, toda la evidencia mostraba lo

fundamental de trabajar con velocidad en ese contexto.

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Revista de Educación •

Conversando a fondo

maravillosas de comunidades muy comprometidas con

ese esfuerzo y otros casos de grupos más bien guiados

por intereses propios que mostraron una resistencia muy

nociva para los propios alumnos.

Hoy día estamos orgullosos de ver cómo el sistema

terminó el año 2021 con prácticamente todas las escuelas

y jardines infantiles abiertos. El desafío que viene es cómo

asegurar la asistencia completa a esos establecimientos

y generar conciencia en el país de que la educación

presencial no puede interrumpirse y que hay que tomar

todas las medidas para que se le dé la máxima continuidad.

¿Qué elementos innovadores que surgieron en la

pandemia están para quedarse en el sistema educativo?

Primero, hay una cuestión conceptual. Y es algo que

veníamos trabajando antes de la pandemia: el sistema

educativo necesita amplios espacios de libertad, mayor

flexibilidad y espacios de innovación. La pandemia dejó en

evidencia que entregándole esos elementos a los colegios,

éstos están en mejores condiciones de asumir los desafíos

que se van presentando.

Y en segundo lugar, desarrollamos herramientas de

apoyo que yo creo que van a ser fundamentales para

LA CONTINUIDAD DEL PROCESO EDUCATIVO

¿Cuáles fueron los mayores desafíos de la pandemia?

El primero fue asegurar la continuidad del proceso

educativo en un contexto de mucha incertidumbre

sanitaria y de evidente paralización de las actividades

esenciales. Nosotros hicimos un esfuerzo, a través de

mecanismos de educación a distancia, que van a quedar

y que son tremendamente innovadores como, por

ejemplo, “Aprendo en Línea”, además de programas de

televisión y radio. También desarrollamos diversos recursos

pedagógicos, asesorías, capacitaciones, entre otras

herramientas. Creo que lo hicimos bien, a tiempo y rápido.

Y eso marcó una diferencia, sobre todo si uno lo compara

con el resto de los países de América Latina.

Y el segundo, corresponde a un grupo de acciones

orientadas a recuperar el espacio escolar como un

objetivo prioritario en un contexto en que, insisto, toda

la evidencia, tanto nacional como internacional, era muy

clara en señalar que los efectos de la pandemia en el

aprendizaje y desarrollo socioemocional de los niños

y jóvenes iban a ser muy duros. Ahí hubo que poner

mucha dedicación. Nos encontramos con experiencias

“Hoy día estamos orgullosos de ver cómo el sistema terminó el año 2021 con prácticamente todas las escuelas y jardines infantiles abiertos. El desafío

que viene es cómo asegurar la asistencia completa a esos establecimientos y generar conciencia en el país de que la educación presencial no puede

interrumpirse y que hay que tomar todas las medidas para que se le dé la máxima continuidad”.