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Revista de Educación •
Zona pedagógica
Revista de Educación • En el aul
“En cada una de mis clases
hago apresto corporal”
María Antonieta Mendoza,
profesora de Pedagogía en Educación Musical
y formadora de profesores
¿Cómo se puede llevar a la práctica este tipo de
pedagogía?
Una práctica sustancial para trabajar la afectividad es partir
desde la propia corporeidad y establecer una agradable rutina
afectuosa permanente, fortalecida con la ejercitación diaria,
idealmente al inicio de cada clase o sesión, o al comienzo del día
es cuando se incorpora esta práctica en una rutina individual.
En cada clase hago “apresto corporal” con todos los
estudiantes, independiente de la edad. En todos los
perfeccionamientos a docentes que he hecho –y no solo
en la Región Metropolitana, sino también en regiones– he
implementado esta práctica. Y así he logrado que ellos/as se
conecten como grupo y también conmigo, es decir, con la
persona que educa. Para ello, en una primera etapa, trabajo
tres ejercicios que involucran el concepto de la corporeidad: la
respiración, la relajación y la activación del cuerpo. Para educar
bien tenemos que trabajar con el cuerpo, la mente y el espíritu
en forma simultánea.
¿De qué manera se integran esas tres variables?
Con la pedagogía de la afectividad, el rol del docente se
convierte más bien en uno que guía, orienta y facilita el
aprendizaje en una atmósfera favorable para el desarrollo de
dinámicas interactivas y dialógicas, más que en cumplir con la
simple transmisión de conocimiento.
Se pueden, por ejemplo, hacer dinámicas grupales, en
las cuales todos/as los estudiantes tengan el derecho a
participar, a opinar, a conectarse entre ellos. Y en ese
contexto, el apresto corporal es muy beneficioso. Porque
aquí se trata de dar un enfoque distinto. Con la pedagogía
de la afectividad, el concepto de instruir da paso al de
educar. No solo se entregan conocimientos, sino que a la vez
se trabajan con los cuerpos, con los espíritus, con las almas,
con las sonrisas, con la música, con el arte en general.
El arte es maravilloso como medio de trabajo, porque todas las
personas tenemos talentos, podemos crear, y eso se aprovecha
muy bien en esta pedagogía.
En su libro “Pedagogía de la Afectividad” usted dice que
lo esencial es conocer la realidad de cada alumno/a, ¿pero
cómo se puede lograr con cursos de 30 ó 40 alumnos?
Al trabajar la corporeidad, de alguna manera se muestra
la forma de ser de las personas. Y como un curso dura un
semestre o un año, podemos pesquisar elementos que nos
ayudan a acercarnos a quienes más lo necesitan, porque
obviamente no es posible atender en forma individual a 30 ó
40 estudiantes.
También podemos hacer esto a través de diálogos que van
surgiendo en el día a día. Por ejemplo, en un 2° básico una
chiquitita se me acercó y me dijo: “No voy a poder hacer
el trabajo que usted me pidió”. Le pregunté por qué. Y me
explicó que no vivía ni con su papá ni con su mamá: “Vivo con
mi nana, porque mis papás son de Los Vilos y arrendaron un
departamento en Santiago porque querían que yo estudiara en
este colegio”. Ahí hay un tema, que inmediatamente registro y
ya sé que con ella tengo que hacer un trabajo especial.
¿Hay diferencia de esta disciplina según los distintos
ciclos de enseñanza?
No, lo que cambia es el lenguaje comunicacional según los
niveles. En educación básica hay que hacerlo a través del
juego, del canto, de la música, de la expresión corporal. En
enseñanza media el diálogo más profundo entra en acción,
aunque también les gusta ejercitar la corporalidad, tarea
que consta de tres etapas: contacto personal, contacto
interpersonal y contacto grupal.
La metodología para los niveles iniciales mantiene la
misma estructura, sólo se va modificando y adaptando el
lenguaje de comunicación. Por ejemplo, cuando hablamos
de inspiración y expiración nuestro cuerpo es como
un globo que se infla y desinfla, y toda la actividad se
realiza en función de esa imagen. El cuerpo de pronto se
transforma en olas de mar, en muñeco de papel, en títere,
en marioneta, en ave o algún animal, etc.
Por otro lado, un factor que siempre hay que incluir en las
distintas actividades es no presentar talentos individuales.
En mi experiencia, armé orquestas y coros con los cursos
completos. ¿Por qué? Porque todas las personas son
importantes en el lugar donde están y eso es fundamental
dejarlo claro. Los problemas de autoestima, sobre todo en
la adolescencia, son muy fuertes. Trabajar la pedagogía de
la afectividad como medio para prevenir y afrontar esos
problemas es muy valioso.
Entrevista completa en:
www.revistadeeducacion.cl