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Revista de Educación •

Zona pedagógica

María Antonieta Mendoza trabajó más de 40 años en educación, sin descanso. Preparó profesionales de la educación. Y pudo observar a nivel de todo

el sistema –estuvo en la enseñanza básica y media, también en un centro de rehabilitación e incluso en un jardín infantil– la importancia de abordar el

mundo de los afectos.

4. Fomentar el humor.

“Esta es una tarea singular que nos atañe a todas

las personas abocadas al campo de la pedagogía,

en un sentido muy positivo y si se va configurando

el trabajo corpóreo a partir del gesto risueño unido

a la actitud sonriente y a situaciones divertidas, será

entonces posible reconocer y apreciar el humor como un

elemento de apoyo en el mundo emocional de los grupos

humanos en la interacción educativa”, señala el texto.

Asimismo, destaca que “su práctica es muy necesaria

para lograr ambientes placenteros y de mayor armonía

en la convivencia, logrando con ello que los afectos se

desarrollen con mayor facilidad”.

5. Reforzar los vínculos con la familia.

Se propone crear “espacios de participación activa y

efectiva no sólo en las reuniones habituales de apoderados

y apoderadas, sino a través de variadas y múltiples

actividades específicas como encuentros, talleres,

seminarios, ciclo de charlas, etc”. Asimismo, se sugiere

“establecer una rutina de actividades de convivencia

escolar que consideren a la familia con la cual realizar

acciones comunes, donde el afecto sea el modus operandi

como un sello que caracterice al grupo interactuante y en

general a toda la comunidad”. Todo ello redundará en

beneficio de los estudiantes en el aula.

EL HUMOR ES COMO UNA FILOSOFÍA DE VIDA

La académica señala que ambos son fundamentales en

el ejercicio pedagógico de los afectos. “El arte influye

en todas las capacidades del ser humano, ya sea que

trabajemos con la música, la literatura, la poesía, el dibujo

o el color. La música está en el universo, en el cuerpo

humano, en el fluir de la sangre, en el latir del corazón; sus

elementos esenciales están tanto en el universo desde su

creación como en el interior de cada persona. Todo ello

se aprovecha para hacer un trabajo mancomunado. Ni

hablar de lo que son las artes escénicas. Un educador/a

siempre tiene que hacer expresión corporal o teatro, tal

vez no con la formación de un actor o una actriz, pero en

su metodología de trabajo es importante que lo haga”.

Y el sentido del humor, agrega, es tan beneficioso

para el estudiantado como para la persona que educa.

“Es como una filosofía de vida, que permite ver la parte

buena de las cosas que suceden y desarrollar una mirada

muchísimo más optimista de la relación humana, resaltar

los valores intrínsecos de alegría y bienestar para acoger

con altura de miras el acontecer que surge de cada

experiencia educativa, tanto personal como grupal”.

Si, por ejemplo, hay un conflicto en la clase, ella

pone inmediatamente en marcha una mediación

para resolverlo. Y lo hace de una manera divertida,