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Revista de Educación •
Zona pedagógica
En los primeros cursos de la infancia es cuando más
se consigue en este ámbito, explica, porque los niños son
como esponjas que reciben todo lo que uno les entrega,
mientras que después de 6° o 7° básico empiezan a
cuestionar, a enjuiciar y discriminar, en cambio cuando
son más pequeños establecen relaciones más tranquilas y
ahí hay que aprovechar para trabajar esto.
“ME ENAMORÉ DE LA CARRERA DE PEDAGOGÍA EN
EDUCACIÓN MUSICAL”
María Antonieta Mendoza cuenta con una larga trayectoria,
trabajó más de 40 años en educación, sin descanso.
Preparó profesionales de la educación. Y pudo observar a
nivel de todo el sistema –estuvo en la enseñanza básica y
media, también en un centro de rehabilitación e incluso en
un jardín infantil– la importancia de abordar el mundo de
los afectos.
Además, desde siempre estuvo conectada a la música.
De hecho, entró a estudiar Pedagogía en Educación
Musical cuando ya llevaba siete años estudiando piano.
Al principio, pensó en estudiar sicología, leyes o trabajo
social, pero fue justamente su profesora de piano del
Conservatorio Nacional de Música de la Universidad de
Chile, Cristina Herrera, quien la convenció de que no
dejara por ningún motivo ese instrumento y le sugirió
dependiendo por supuesto de la edad de los estudiantes.
Una dinámica de encuentro puede ser, por ejemplo, una
actividad corporal en la cual se hacen muchos gestos, tal
como partió el ser humano en la Tierra, cuando aún no
había lenguaje hablado. “Lo esencial es que quien educa
se compenetre de la importancia que tiene el ser humano
en la existencia más que en los conocimientos que va a
entregar, entonces encontrará la forma más dinámica de
conectarse con su estudiantado”, asegura.
SE FOMENTA LA CONVIVENCIA CIUDADANA
Cabe señalar que trabajar la afectividad contribuye a ese
objetivo, pues se promueve la conversación, el diálogo, la
apertura, el respeto y la capacidad de escucha, entonces
a la vez se está preparando a la ciudadanía para su
participación en la vida de la sociedad. “Esto se puede
hacer en las clases, pero destinarle a esto una hora a
la semana –en el Consejo de Curso u Orientación– es
insuficiente. En cambio, si cada clase tiene una dinámica
distinta con este cambio de visión, obviamente la
democracia se va a desarrollar ahí. ¡Tienen que haber
acuerdos, votaciones, mediación, resolución de conflictos!
Y no solo de parte de la persona que educa, sino también
de los estudiantes. Se necesita un ambiente afectivo de
apoyo a las demás personas”, afirma la pedagoga.
“Un educador/a siempre
tiene que hacer expresión
corporal o teatro, tal vez
no con la formación de
un actor o una actriz,
pero en su metodología de
trabajo es importante que
lo haga. Por otro lado,
el sentido del humor es
tan beneficioso para el
estudiantado como para la
persona que educa”.