Previous Page  32 / 64 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 32 / 64 Next Page
Page Background

32

Revista de Educación •

Zona pedagógica

estudiar Pedagogía en Música. En esa época, exigían

cinco años de instrumento aprendido, conocer la teoría

completa de la música, más un año de armonía. Y María

Antonieta cumplía con todos los requisitos.

“El primer año partí la carrera bastante dudosa, me

iba muy bien porque tenía todas las condiciones, pero no

me convencía mucho –reconoce–. En segundo año tomé

un curso de Educación Ritmoauditiva con Andrée Hass,

y entonces me empezó a gustar un poquito todo esto.

Al termina ese año, ella me pidió que fuera su ayudante.

Casi me muero porque jamás pensé que me ofrecería

eso. Era una persona muy famosa que viajaba a Suiza,

a dar clases al Instituto Dalcroze (…) Entonces, empecé

a destinar tiempo para asistir a todas sus clases, incluso

aprobé el curso de Educación Ritmoauditiva de la carrera

de Musicología. Ahí agarré vuelo y la verdad, me enamoré

de la carrera de Pedagogía en Educación Musical”.

¿Lo que aprendió con esa maestra influyó acaso en la

pedagogía de la afectividad que hoy propicia? “De algún

modo, aunque también mi propia experiencia musical”

–afirma la docente–. Estudió piano en el Conservatorio

Nacional de Música de la Universidad de Chile y tocó en

muchos eventos, también el acordeón. Llevó la música a

centros de rehabilitación, hogares de ancianos, hogares de

menores, etc. porque sabía cómo influye en las personas.

“Alguien puede estar inhabilitado para caminar, pero no

para mover sus manos, sus brazos, su cara, su cabeza, y

la música ahí actúa en forma directa, espontánea, rápida

y eficaz”, dice.

Por otra parte, también formó parte del equipo de

confianza de Viola Soto Guzmán (Premio Nacional de

Educación), cuando ella fue vicerrectora académica de

la UMCE (Universidad Metropolitana de Ciencias de la

Educación).

Con su último libro, su mensaje a los docentes y a

las comunidades escolares es claro:

“Educar para la Vida es la meta, no educar para

pruebas estandarizadas.

Educar para la Paz es el camino, porque se

construye, no es algo espontáneo.

Educar con Afecto es la siembra, lo que hacemos

para generar el cambio. Y aquí se trata de un afecto

intencionado que pongo en el quehacer educativo para

lograr una sonrisa en otro/a, un acercamiento entre

quienes tienen algún conflicto, un clima armonioso

entre las personas.

Y educar, siempre educar es la misión”.

Le invitamos a leer el libro: “Pedagogía de la

Afectividad ¿Cómo implementar su práctica?”, de

Editorial Signo.

El foco:

la convivencia

escolar

La Pedagogía de la Afectividad es muy trascendente

en este ámbito del quehacer docente si se

dimensiona lo esencial de la formación y el desarrollo

humano. En la convivencia escolar y estudiantil

generalizada, se manifiestan múltiples situaciones

que es necesario observar y que provienen del

ambiente familiar o social, muy significativas para

facilitar o dificultar el mundo de las relaciones. Está el

tema de la violencia en sus diferentes formas y/o las

discriminaciones que se dan igualmente de variadas

maneras […] De ahí la importancia de considerar

explícitamente la formación en valores como

prioritaria y esencial en todo proyecto educativo para

todas las edades, en el contexto societal existente y

en forma muy preferente y destacada en los diseños

curriculares de la formación profesional docente.

Extracto del libro: “Pedagogía de la Afectividad

¿Cómo implementar su práctica?”.

La educadora llevó la

música a centros de

rehabilitación, hogares de

ancianos y de menores,

etc. “Alguien puede estar

inhabilitado para caminar,

pero no para mover sus

manos, sus brazos, su

cabeza, y la música ahí

actúa en forma directa

y eficaz”, dice.