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EN EL AULA
Revista de Educación Nº 375
LA MIELINA
Y SU IMPACTO EN
LA INTELIGENCIA
Hoy la neurociencia ha puesto énfasis en la
mielina, material formado por proteínas y
sustancias grasas que aísla cada nervio en el
cerebro y lamédula espinal como una funda
de plástico alrededor de un cable eléctrico.
Su tarea es que los impulsos eléctricos se
transmitan de manera rápida y eficiente a
lo largo de las neuronas. Por lo tanto, si la
mielina se daña, los impulsos se vuelven
más lentos y se ven afectadas las funciones
motrices y sensoriales, entre otras.
“Desde las neurociencias lo que se dice es
rotundo: el cerebro habla de cómo hacer a
un niño más inteligente”, destaca Amanda
Céspedes. Y sostiene que la producción
de mielina en menores de cinco años es
determinante en su inteligencia futura.
Pero, ¿qué pueden hacer los padres y
educadores para incrementar la mielina
en los niños? La neuropsiquiatra responde
que lo básico es saber que esta sustancia se
forma a partir de cuatro elementos:
1) Los genes,
que indican cómo será
la formación de mielina a lo largo del
desarrollo.
2) La alimentación,
pues el niño debe
recibir aportes nutricionales específicos
para la formación de mielina. Por ejemplo:
proteínas de muy buena calidad, no solo
animales sino vegetales, especialmente
legumbres; el aporte equilibrado de grasas
saturadas de animales que se encuentran
en la leche entera y la mantequilla; y
grasas poliinsaturadas que entregan los
frutos secos (nueces, almendras), la palta
y los vegetales. También algunos peces de
agua fría como el salmón (ojalá el salmón
austral), el atún o el jurel.
3) Sólidas experiencias motoras,
ya que
el movimiento es esencial. El niño debe
moverse desde que nace y a partir del año
y medio en adelante, tiene que contar con
espacios protegidos en los cuales pueda
moverse muchísimo. Las salas de gateo
de la Junji (Junta Nacional de Jardines
Infantiles) son un avance en esa línea.