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EN EL AULA

Revista de Educación Nº 375

Tan importantes son estos primeros años,

que el filósofo francés Jean Paul Sartre

(1905-1980) en su obra “Las Palabras” llegó

a decir: “En el hombre no cuenta ni su rango

ni su orgullo ni su valor ni su actitud, decide

la infancia”. Esto quiere decir, destaca

Amanda Céspedes, que el ser humano es

lo que decidió su infancia que fuera.

Frente a esta realidad, ¿cuáles son los

hallazgos de la neurociencia que toda

educadora de párvulos debería conocer?

“Lo esencial es que el niño viene ya antes

de nacer con una red neuronal de soporte,

que se desarrolló durante los últimos

tres meses del embarazo –explica la

neuropsiquiatra-. Sobre esa red, durante

su primera infancia va creando modelos

internos sólidos, estables e indelebles, que

serán la base de todo lo que vendrá después.

Por ejemplo: un modelo interno lingüístico,

un modelo interno comunicativo, un

modelo interno social, un modelo interno

de descubrimiento del mundo natural, un

modelo interno del movimiento”.

Para ello, el menor de cinco años cuenta

con 300 billones de neuronas en la corteza

cerebral, algunas de ellas vienen conectadas

EL DESAFÍO PARA

EDUCADORAS DE PÁRVULOS

Y PROFESORES

Por lo tanto, quienes trabajan con menores

de cinco años deben proveerles de muchas

experiencias motoras y sensoriales, que

tienen que ver con la percepción visual

(formas, colores) y auditiva (melodías de

canciones y rondas). “Un niño que crece

escuchando melodías, canciones y rondas

va a ser dos veces más inteligente que el

que no las escuchó o escuchó otra música.

El niño que crece al ritmo del reggeaton no

va a tener el mismo desarrollo intelectual

–explica Amanda Céspedes-. Lo musical,

lo visual, lo táctil, la experiencia de

trabajar con arena, masilla o plasticina,

es fundamental. Pero aquí el educador o

educadora tiene que tener muy claro dónde

está actuando, qué está estimulando. Si sus

alumnos van a trabajar con plasticina, debe

saber por qué va a realizar esa actividad,

qué modelos internos va a estar creando

el niño que trabaja con eso”.

Asimismo, deben fomentar actividades

que incrementen la imaginación. Y en ese

contexto, agrega la neuropsiquiatra, se

puede usar la tecnología digital siempre

que esté al servicio de la imaginación, de

la creatividad, del desarrollo lingüístico y

matemático.

“Esto no es lomismo que pasarles una tablet

para que jueguen, porque ahí ellos no crean,

no imaginan. Una de las grandes perdedoras

hoy día es la imaginación. Los niños actuales

son expertos en el ‘touch’, pero son muy

precarios en el imaginar. Cuando les he

pedido a algunos chicos que inventen

un animal, dicen que no se les ocurre y

quieren buscarlo en google. Yo les insisto:

‘intentémoslo, te voy a ayudar a imaginar’.

Pero les cuesta enormemente, porque no

están acostumbrados a producir”, dice.

y otras están abiertas a la experiencia, es

decir, van a esperar la sinapsis. De estos 300

billones, entre los cinco y los siete años se

eliminarán al menos 100 billones, pero las

redes fundacionales se mantienen.