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EN EL AULA

Revista de Educación Nº 375

CÓMO ARMONIZAR LAS

TRANSFORMACIONES DEL

CEREBRO INFANTIL CON LA

ESCOLARIZACIÓN INICIAL

Esta interrogante fue el título de

la ponencia que la neuropsiquiatra

Amanda Céspedes dio en el marco del III

Congreso de Educación “Desarrollando

las Mentes del Futuro”, organizado por

Seminarium Certificación. Es un tema que

le preocupa pues, según ella, el concepto

de escolarización de un niño pequeño,

desde que entra a primero básico y hasta

que llega a cuarto básico, hoy se centra

demasiado en lo cognitivo.

“La verdad es que esos años están para que

el niño desarrolle competencias esenciales

de escolarización, que más adelante le van

a servir para adquirir y comprender los

conocimientos”, asegura.

Por ejemplo, si a un niño de primer ciclo

básico se le enseña lo que es la célula, él

aprenderá pero de memoria. Su cerebro

no está listo aún para entender lo que es

una célula, un concepto tan abstracto. En

cambio, sí puede desarrollar competencias

esenciales que le van a permitir después una

buena conceptualización: la capacidad de

imaginar, crear, jugar, estar en movimiento,

escuchar música, tomar contacto directo

con la naturaleza.

Howard Gardner, psicólogo e investigador

de la Universidad de Harvard y autor de la

teoría de las inteligencias múltiples, fue el

primero en demostrar que el cerebro del

niño ofrecía a la educación muchísimo más

que un cerebro lingüístico-matemático. En

ese sentido, las metodologías de enseñanza

deben aprovechar todo lo que el niño creó y

consolidó los primeros cinco años de la vida.

Pero para muchos docentes es complicado

conciliar la creatividad de los menores

con las exigencias del currículum. Amanda

Céspedes lo sabe y por eso les recuerda

que, a pesar de las planificaciones u otras

obligaciones, ellos son libres en el aula.

“Yo les digo a los profesores: cierren la

puerta de la sala y hagan las cosas como

les dicta su corazón. Si tienen que pasar tal

materia, perfecto, pero transfórmenla de

manera que resulte atractiva. Por ejemplo,

si se va a hablar de la célula, ¿por qué no

comenzar contando la historia del español

Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)? A

él lo expulsaron de la escuela porque no

aprendía y el padre, furioso, lo llevó donde

un zapatero a quien le dijo: ‘enséñele a

remendar zapatos, que es para lo único

que sirve’. El zapatero usaba tinturas para

teñir zapatos y ahí el chico comenzó a idear

cómo usar estas tinturas. ¡Fue el primero

que tiñó la neurona en el cerebro! Recibió

el Premio Nobel de Medicina en 1906 y

llegó a ser campeón mundial de ajedrez.

Con una historia como ésa, todo el curso

se va a motivar”.

Hoy la neurociencia ha puesto

énfasis en la mielina, material

formado por proteínas y sustancias

grasas que aísla cada nervio en el

cerebro y la médula espinal como

una funda de plástico alrededor de

un cable eléctrico.