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Revista de Educación •

Cultura

51

Revista de Educación •

Protagonistas

50

en la cuidad de Llay-Lay, en la Región de Valparaíso. Esa

vocación proliferó en su familia, pues sus tías cercanas

también escogieron ser profesoras.

“Era una niña cuando armé mi primera sala de clases

en el patio de mi casa. Puse una pizarra e instalé mis

juguetes como alumnos y les confeccioné unos peque-

ños cuadernos, donde yo les anotaba las tareas”,

relata

entusiasmada la docente María Angélica López.

Recuerda que su época escolar no fue fácil, por la situa-

ción política del país.

“Estudiar en un liceo en el año 1973

fue duro, había que hacer cambios. Al ser representante

de mi curso, tenía voz y fui parte de las manifestaciones

y protestas que marcaron mi agitada vida como liceana”,

comenta.

Finalizada su enseñanza media, ingresó a la Universidad

de Concepción, donde se matriculó en Pedagogía en

Matemáticas y Física. Relata que el primer año solo vio

matemática pura, lo que provocó que en los inicios no

le fuera muy bien. Sin embargo, logró acostumbrarse al

rigor del estudio, sobre todo cuando conoció la física,

disciplina que se convirtió en su favorita.

Terminó su carrera en 1980 y por razones personales

se trasladó a vivir a Santiago, donde le ofrecieron varios

reemplazos en el Liceo Amanda Labarca, en el Internado

Nacional Femenino y en el Colegio Mayflower, uno de los

pocos establecimientos particulares donde trabajó.

Luego se sumó al equipo docente del Liceo Rafael

Sotomayor de Las Condes. Allí necesitaban un docente

de Física y al tener el título de profesora de Matemática

y Física, ejerció las dos asignaturas, aunque siempre le

gustó más la física. Luego de un silencio, María Angélica

dice: “debo confesar que amo la física más que las mate-

máticas, porque la encuentro más práctica al solucionar

problemas de la vida real, entrega respuestas a interro-

gantes que uno se hace cotidianamente, entonces es

mucho más fácil enseñar y motivar a los alumnos”.

Por razones laborales de su marido, debió volver al sur,

a vivir a Llanquihue. Su estadía duró hasta 2006, cuando

nuevamente retornó a Santiago e ingresó a trabajar al Ins-

tituto Nacional como profesora “staff” (profesora de reem-

plazo), situación que cambió cuando pudo postular a una

vacante fija en 2009. Dicha postulación le dio la opción de

quedarse en el Instituto Nacional hasta el día de hoy.

“Yo me siento muy bien

trabajando en el Instituto

Nacional, porque mis

alumnos responden a

todas las exigencias de la

asignatura. Siempre doy

lo mejor de mí, por eso

soy estricta con ellos, pues

sé que son muy buenos

estudiantes, responsables y

motivados”, concluye María

Angélica López.

Convivencia:

el corazón de la

evolución humana

Ya en la Antigua Grecia, se valoraba mucho la palabra, pues permitía expresar el pen-

samiento y entenderse con los demás, cuestión esencial para la buena convivencia. Por

ello, durante las comidas o en los paseos por la ciudad, los ciudadanos griegos sostenían

muchas conversaciones y, además, participaban en alegatos sobre asuntos de sus polis,

de modo que las leyes que los rigieran se basaran en el bien común y surgieran de acuer-

dos ciudadanos. En este reportaje, los invitamos a hacer un breve recorrido para conocer

cómo la convivencia se ha ido forjando en la estructura social desde tres ámbitos: históri-

co-cultural, filosófico y biológico.

Crédito: "La Escuela de Atenas. Imagen Dominio Público"

RdE

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