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en la cuidad de Llay-Lay, en la Región de Valparaíso. Esa
vocación proliferó en su familia, pues sus tías cercanas
también escogieron ser profesoras.
“Era una niña cuando armé mi primera sala de clases
en el patio de mi casa. Puse una pizarra e instalé mis
juguetes como alumnos y les confeccioné unos peque-
ños cuadernos, donde yo les anotaba las tareas”,
relata
entusiasmada la docente María Angélica López.
Recuerda que su época escolar no fue fácil, por la situa-
ción política del país.
“Estudiar en un liceo en el año 1973
fue duro, había que hacer cambios. Al ser representante
de mi curso, tenía voz y fui parte de las manifestaciones
y protestas que marcaron mi agitada vida como liceana”,
comenta.
Finalizada su enseñanza media, ingresó a la Universidad
de Concepción, donde se matriculó en Pedagogía en
Matemáticas y Física. Relata que el primer año solo vio
matemática pura, lo que provocó que en los inicios no
le fuera muy bien. Sin embargo, logró acostumbrarse al
rigor del estudio, sobre todo cuando conoció la física,
disciplina que se convirtió en su favorita.
Terminó su carrera en 1980 y por razones personales
se trasladó a vivir a Santiago, donde le ofrecieron varios
reemplazos en el Liceo Amanda Labarca, en el Internado
Nacional Femenino y en el Colegio Mayflower, uno de los
pocos establecimientos particulares donde trabajó.
Luego se sumó al equipo docente del Liceo Rafael
Sotomayor de Las Condes. Allí necesitaban un docente
de Física y al tener el título de profesora de Matemática
y Física, ejerció las dos asignaturas, aunque siempre le
gustó más la física. Luego de un silencio, María Angélica
dice: “debo confesar que amo la física más que las mate-
máticas, porque la encuentro más práctica al solucionar
problemas de la vida real, entrega respuestas a interro-
gantes que uno se hace cotidianamente, entonces es
mucho más fácil enseñar y motivar a los alumnos”.
Por razones laborales de su marido, debió volver al sur,
a vivir a Llanquihue. Su estadía duró hasta 2006, cuando
nuevamente retornó a Santiago e ingresó a trabajar al Ins-
tituto Nacional como profesora “staff” (profesora de reem-
plazo), situación que cambió cuando pudo postular a una
vacante fija en 2009. Dicha postulación le dio la opción de
quedarse en el Instituto Nacional hasta el día de hoy.
“Yo me siento muy bien
trabajando en el Instituto
Nacional, porque mis
alumnos responden a
todas las exigencias de la
asignatura. Siempre doy
lo mejor de mí, por eso
soy estricta con ellos, pues
sé que son muy buenos
estudiantes, responsables y
motivados”, concluye María
Angélica López.
Convivencia:
el corazón de la
evolución humana
Ya en la Antigua Grecia, se valoraba mucho la palabra, pues permitía expresar el pen-
samiento y entenderse con los demás, cuestión esencial para la buena convivencia. Por
ello, durante las comidas o en los paseos por la ciudad, los ciudadanos griegos sostenían
muchas conversaciones y, además, participaban en alegatos sobre asuntos de sus polis,
de modo que las leyes que los rigieran se basaran en el bien común y surgieran de acuer-
dos ciudadanos. En este reportaje, los invitamos a hacer un breve recorrido para conocer
cómo la convivencia se ha ido forjando en la estructura social desde tres ámbitos: históri-
co-cultural, filosófico y biológico.
Crédito: "La Escuela de Atenas. Imagen Dominio Público"
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