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Revista de Educación •

Zona pedagógica

Fundación Letra Libre

Aprendizaje con

amor y sentido

El COVID-19 ha dejado una gran brecha en el aprendizaje de los niños en

nuestro país, aun más en 1° y 2° básico, pues en esa etapa están comenzando a

conocer el mundo de las letras y la escritura. A raíz de eso nació la iniciativa de

la Fundación Letra Libre, la que ha permitido reforzar la lectura y escritura a

los niños durante los largos períodos de cuarentena.

A

nte la problemática que está viviendo el

planeta, un grupo de estudiantes universitarios y

profesionales chilenos de distintas áreas decidieron

unirse, en mayo del año pasado, para ayudar a los niños

que necesitan aprender más sobre la lectoescritura.

Los voluntarios partieron trabajando en los primeros

lineamientos de la idea educativa, creando en primera

instancia el proyecto “Salvemos el 2020”, con el propósito

de apoyar a niños de 1° y 2° básico en el reconocimiento

de sus primeras palabras.

El apoyo es brindado de forma gratuita por tutores

capacitados especialmente por la fundación, con el fin de

ayudar a los estudiantes con la lectura desde sus hogares,

pues durante la pandemia la mayoría de los colegios han

estado cerrados, es decir, solo con clases online. Escenario

que está cambiando, con el aumento progresivo de clases

presenciales e híbridas (que combinan la modalidad

presencial y online).

LETRA LIBRE

Guillermo Tagle y Javiera Lecaros son los fundadores del

programa. Más tarde se unieron al equipo de trabajo la

profesora de Educación Básica, Gabriela Miranda, y María

Jesús Valenzuela, de profesión arquitecta. Hoy ambas son

las directoras del proyecto.

El pequeño grupo rápidamente fue sumando más

gente, siempre con la intención de mejorar la educación.

“Al principio nos denominamos ‘Salvemos el 2020’,

porque sabíamos que iba a ser un año complicado, no solo

por la pandemia, sino porque este virus vino a agudizar

aún más el aprendizaje inicial, el cual es esencial para la

vida de los niños”, señala María Jesús.

Al poco andar, decidieron cambiar el nombre de la

fundación a “Letra Libre”, como un símbolo de libertad,

pues según las directoras, quienes aprenden a leer y escribir

alcanzan una autonomía que les permite actuar, pensar y

decidir libremente para escoger lo mejor para sus vidas.

Al tener definido el nombre, diseñaron los protocolos

y los objetivos del proyecto para comenzar a trabajar en

junio de 2020 con el primer colegio piloto. Paralelamente,

se seleccionaron los primeros tutores, y se iniciaron las

capacitaciones.

“Decidimos contactar profesores de colegio para

saber desde ellos cuáles son las necesidades reales de los

estudiantes y así apoyarlos en esa área. Ahí reforzamos aun

más la idea de que debíamos centrarnos en el proceso de

la lectoescritura, porque es la puerta para desarrollar otras

habilidades y aprendizajes”, explicó Gabriela.

Lo que empezó con 1.300 alumnos, hoy llega a 1.683

los estudiantes que reciben apoyo en su proceso de