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Revista de Educación •

Protagonistas

“Los profesores corregíamos las guías y les poníamos todas

las anotaciones y comentarios, para enviárselas en el próximo re-

corrido del furgón. Y les dimos nuestros celulares a los jóvenes,

para que nos pudieran llamar en caso de dudas”, agrega.

En julio la escuela tomó la decisión de hacer cápsulas con

el currículum priorizado en las principales asignaturas, además

de guías a través de

google forms

. Una vez confeccionadas se

difundían a través de

Whatsapp

y así lograban ver el material las

veces que ellos quisieran.

Junto con eso, todos los docentes se han organizado para

hacer turnos éticos para estar en la escuela. “Así los estudian-

tes pueden ir hasta allá, resolver todas sus dudas y conversar

con nosotros. En este período es bueno estar en contacto

para que sepan que estamos siempre aquí para ellos”, finaliza

el educador.

EDUCANDO A TRAVÉS DE REDES SOCIALES

Claudia Encina Acevedo trabaja en el Colegio Santa Marta de

Liray de la comuna de Colina. Desde que egresó de la Universi-

dad Arturo Prat, nunca ha dejado de perfeccionarse.

Ante la emergencia sanitaria, su establecimiento determinó

hacer clases por la plataforma Zoom. Al principio ella enviaba

audios solo con su voz, pero al poco tiempo se dio cuenta que

no era interactivo.

Al mismo tiempo, con sus colegas elaboró un plan de refor-

zamiento para cada mes, que permitiera conocer el avance de

cada niño y así ajustar la enseñanza a las necesidades de ellos.

En eso estaba, cuando quedó a cargo de la lectura en los

1° básicos. “Entonces creé un

Instagram

, una página en

Fa-

cebook

y un

Tik Tok

para que todos los apoderados pudieran

encontrar allí el material de mis clases”, agrega Encina.

Trabajo que ha rendido excelentes frutos, pues los niños se

conectan temprano a sus clases y respetan los turnos y opinio-

nes de sus compañeros. Y esa participación e interacción, hacen

que la maestra se motive aún más en hacer de sus clases de

lenguaje las mejores.

“Para medir a mis alumnos les realizaba dictados al final de

la clase. Costó un poco porque como los padres estaban ahí,

ellos algunas veces intervenían en cómo ellos estaban escribien-

do, para que resultara lo mejor posible. Con el tiempo enten-

dieron que debían dejarlos solos”, cuenta.

Los padres y abuelos han estado muy presentes en la vida

de los alumnos, se nota la preocupación que hay de ellos: los

conectan a las clases, e incluso ya saben cómo tienen que to-

marles las lecturas o cómo deben ir aprendiendo.

“Siento que este reconocimiento de la Medalla Gabriela

Mistral se lo debo a todas las personas que me ayudaron du-

rante este período y a todos mis colegas por el gran trabajo

que han desarrollado durante un año tan complejo”, concluye

Claudia.

“Para medir a mis

alumnos les realizaba

dictados al final de

la clase. Costó un

poco porque como los

padres estaban ahí,

ellos algunas veces

intervenían en cómo

estaban escribiendo,

para que resultara lo

mejor posible. Con el

tiempo entendieron que

debían dejarlos solos”,

cuenta la profesora

Claudia Encina Acevedo.

Claudia Encina Acevedo, docente del Colegio Santa Marta,

de Liray.