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CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Revista de Educación Nº 386
Qué es y cómo
nació Lab4U
Experiencia en
Sinaloa, México
Se trata de cuatro aplicaciones que
convierten cualquier teléfono celular en un
laboratorio apto para hacer experimentos
científicos:
Lab4Physics
utiliza sensores
incorporados en el celular como el
acelerómetro, giroscopio o magnetómetro
para registrar movimientos de péndulo,
medir la velocidad y la cantidad de energía
cinética, entre otros;
Lab4Chemistry
está
enfocada en la asignatura de química y su
herramienta “SpectroCell” usa la cámara
del aparato como un sensor que detecta,
por ejemplo, la concentración de una
disolución desconocida sólo con una foto;
Lab4Biology
transforma la cámara en
un microscopio capaz de aumentar una
imagen hasta 40 veces; y el
Portal para el
profesor
ofrece recursos pedagógicos para
hacer experimentos.
El proyecto “nació en los pasillos de la
Universidad de Chile mientras nosotros
mismos luchábamos con nuestra educación
científica”, cuenta Komal.
Allí conoció a Álvaro José Peralta, un
ingeniero de software creativo. “Teníamos
un sueño y Álvaro sabía cómo hacerlo
realidad al ocupar sensores móviles
pre-existentes en smartphones como
instrumentos científicos”, señala.
Ambos fundaron la empresa Lab4U, a lo que
luego se unió otro compañero, Isidro Lagos,
quien trabajó con ellos hasta 2017.
Fueron tan eficientes en su misión, que hoy
Lab4U se ubica entre las 100 iniciativas
de innovación social digital que están
transformando América Latina, según el
informe “La revolución digital ante los
grandes retos del mundo”, publicado en
2018 por el Instituto de Innovación Social
de ESADE (Universidad Ramón Llull) y
Fundación EY.
En 2017 se llevó a cabo allí un proyecto
piloto que se extendió a las aulas de 10.000
alumnos de secundaria. En concreto, se
aplicó una evaluación de impacto con un
grupo sin Lab4Physics (grupo de control)
y otro con acceso a esa tecnología (grupo
de tratamiento). El objetivo era determinar
la correlación entre la motivación y el
rendimiento académico de los estudiantes
cuando en el contexto escolar tienen
acceso a la aplicación Lab4Physics
(Laboratorio para física).
Esta experiencia la recoge el reciente
informe “¿Y esto para qué sirve? La
indagación científica como clave de la
enseñanza de competencias STEM para el
siglo XXI”, del BID (Banco Interamericano
de Desarrollo), 2018. Allí se resume muy
bien el problema:
“¿De qué modo aprende un estudiante
latinoamericano sobre principios de
física como la aceleración centrípeta?
Tradicionalmente se tiene la idea de un aula
con un grupo de alumnos de secundaria
atentos al profesor, quien explica cómo
calcular la velocidad y magnitud de un
objeto. Ellos copian rápidamente la fórmula
científica que ven en la pizarra y que luego
tendrán que memorizar, mientras intentan
entender la complejidad del tema. Termina
la clase, se miran confundidos unos a otros
y piensan: “esto no sirve, no lo aplicaré
en la vida real”. La falta de indagación y
aplicación científica que debería llevar al
estudiante de la teoría a la práctica suele
originarse en un vacío aún mayor: la falta
de infraestructura y espacios colaborativos
que fomenten la experimentación”.
Y luego se invita al lector a imaginar un
escenario en el cual variables como la
falta de laboratorios y el desinterés de
los estudiantes persisten, pero donde
los docentes y sus alumnos cuentan con
una tecnología innovadora adaptada a la
indagación científica.
El piloto que se describe en esta publicación,
cuyo diseño se basa en la reutilización de
los sensores del celular inteligente para que