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“Nosotros como profesores

tenemos que tomar el rol

de aprendices expertos.

Necesitamos involucrarnos

con el aprendizaje, saber

cómo darle sentido a los

volúmenes de información

disponible (…) Lo más

relevante es facilitar el

aprendizaje”.

Daniel Wilson, director de Proyecto Zero,

Universidad de Harvard.

aprendan. Esto es distinto a simplemente

saber algo. Uno puede saber algo, pero

quizá no puede actuar flexiblemente con

esa información”, explica Wilson.

Esto refuta el modelo demera transmisión

de conocimientos. “Nosotros como

profesores tenemos que asumir el rol

de aprendices expertos. Necesitamos

involucrarnos con el aprendizaje, saber

cómo darle sentido a los volúmenes de

información disponible. Por supuesto,

hay un rol para la transmisión de

conocimientos, pero lo más relevante es

facilitar el aprendizaje”, agrega.

2)

El pensamiento como disposición: es

una noción contraria a la de pensamiento

como algo fijo, que promueve la idea de

que el pensamiento se puede aprender. En

otras palabras, podemos aprender a pensar

y para ello se deben crear habilidades,

motivaciones y oportunidades.

“Cada tipo de pensamiento tiene

habilidades, por ejemplo, las habilidades

para pensar críticamente son distintas

de las de otro tipo de pensamiento. Cada

tipo de pensamiento tiene conexiones

de motivación. Por muchos años, la

perspectiva del pensamiento como

disposición se enfocaba en estos dos

conceptos: habilidades y motivaciones.

La contribución de David Perkins y otros

investigadores de Proyecto Zero es

revelar otra parte muy importante en la

perspectiva del pensamiento disposicional:

necesitamos habilidades y motivaciones,

pero también tenemos que reconocer las

oportunidades para usar esas habilidades y

motivaciones. Ahí está el cuello de botella”,

dice Wilson.

El experto asegura que en la sala de

clases el profesor no solo debe buscar

las oportunidades para que sus alumnos

desarrollen el pensamiento, también

debe “crearlas y modelarlas”.

En ese contexto, las “rutinas de

pensamiento” pueden ser una buena

opción. Un ejemplo de esto podría ser

la dinámica de: 1) mostrar algo (un

mapa o una pintura) a los alumnos, 2)

pedirles que piensen en forma individual

acerca de su significado y 3) pedirles

que formulen preguntas o teorías acerca

de lo visto.

“Lo primero es qué vemos y después qué

pensamos, cuál es su teoría, qué preguntas

se hacen en torno a esto, qué preguntas

hay sin respuesta. Este es un ejemplo de

una intervención desde la perspectiva de

la disposición, pues detrás está la visión de

que el pensamiento es algo que se puede

aprender (...) Esta herramienta particular

de las rutinas de pensamiento tiene como

meta ayudar a los estudiantes a discernir

y así contar con buena información para

sacar conclusiones, además de empujarlos

a desarrollar su curiosidad. La idea es que

se transforme en una rutina en el aula

para que los niños y jóvenes puedan

construir las habilidades ymotivaciones

necesarias para hallar oportunidades

con mayor regularidad”, señala Wilson.

“Cuando pensamos en las metas que

tenemos para nuestros niños, debemos

pensar cuál es el pensamiento

involucrado y cómo podemos llegar

a las habilidades, motivaciones y

oportunidades que desarrollan ese

pensamiento”, recalca.

CÓMO CREAR OPORTUNIDADES PARA ENSEÑAR A PENSAR

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TENDENCIAS

REVISTA REVEDUC

MINISTERIO DE EDUCACIÓN

Nº 380/2017