

54
Revista de Educación •
Cultura
L
as primeras muestras de arte rupestre (prehistórico)
en Europa occidental se concentran en España y el
sur de Francia. Se trata de las cuevas de Altamira y
las de Lascaux. En ambas se representan animales y escenas
de caza. Son pinturas, en algunos casos, policromas con alto
nivel de realismo, que exponen animales como caballos o
bisontes, y en otras versiones aparecen figuras monocromas
de humanos cazando.
Además, en otros sitios se han encontrado objetos
tallados en hueso, cuernos de animal, piedra o modelados
toscamente en arcilla. Algunas de las estatuillas tienen clara
tendencia a denotar los atributos sexuales como las famosas
Venus de Willendorf (Austria) y la Venus de Savignano (Italia).
Y también, están las enormes rocas, rudamente
labradas, erguidas en solitario o combinadas formando
una estructura, probablemente levantadas con fines
religiosos, como sepulcros o en conmemoración de algún
importante suceso comunitario. Grandes o pequeñas,
todas estas obras son expresiones de arte del período
neolítico y la edad de bronce.
LAS CUEVAS DE ALTAMIRA Y MUCHOS VESTIGIOS MÁS
Frente a esos vestigios artísticos, arqueólogos y científicos se
ha formulado la pregunta: ¿para qué pintaban los primeros
humanos? En busca de una posible respuesta dos artistas
españoles del siglo XX, Juan Cabré y Francisco Benítez,
salieron a la aventura. Entre 1912 y 1936, este dúo recorrió
a lomo de burro el territorio español tras las primeras obras
de arte de la humanidad, con el fin de rescatarlas, ya que
muchas de ellas con el paso de los años y la corrosión han
ido desapareciendo. “Cabré y Benítez se jugaron la vida en
riscos de cabras para calcar las pinturas directamente de
los originales, usando lápiz y papel vegetal. Aquí tenemos
2.200 de sus calcos. Algunos de ellos todavía conservan
tierra de las paredes de las cuevas”, cuenta Begoña Sánchez,
bióloga del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid
y encargada de cuidar el “tesoro”. Y agrega que muchos
de los equipos de arqueólogos que posteriormente han
descubierto obras de arte rupestre en el mundo pueden
ayudarse en sus análisis cotejando los centenarios calcos de
esta colección.
Desde que la niña de 8 años, María Sanz de Sautuola,
en 1879, descubrió los asombrosos animales pintados en la
cueva de Cántabra de Altamira, los prehistoriadores lanzan
sus hipótesis sobre que el arte rupestre es el primer lenguaje,
la primera forma de transmitir conceptos con vocación de
perdurar, afirman.
Pero quien resumió magistralmente lo que provocan
esos dibujos y pinturas de hace centenares de miles de años,
fue el poeta español Rafael Alberti (1910-1999): “Parecía
que las rocas bramaban. Allí, en rojo y negro, amontonados,
lustrosos por las filtraciones de agua, estaban los bisontes,
enfurecidos o en
reposo.Untemblor milenario estremecía
la sala”, escribió acerca de las cuevas de Altamira, que se
calcula fue pintada en su techo y paredes rocosas, desde
hace 35.000 hasta 15.000 años atrás.
La Venus de Willendorf es una escultura paleolítica data entre los años
30.000 y 25.000 a.C. Imagen: dominio público.
La escultura de Venus de Savignano, data entre los años 25.000 y 20.000
a.C. Imagen: dominio público.