

55
Revista de Educación •
Cultura
El arqueólogo Marcos García Diez, que ha datado las
pinturas de la cueva, subraya que “no hay una Altamira, hay
muchas”. Dice que, a lo largo de 20.000 años, primero hubo
una Altamira de signos, después una fase de caballos rojos,
una tercera etapa de cérvidos y la última de bisontes. “Se
trataba de la creación de símbolos para identificar al grupo y
marcar su terreno”, sostiene.
Cabe señalar, que varios investigadores plantean
la hipótesis de que los autores eran artistas, personajes
relevantes, muy profesionales, a la altura de Rembrandt,
Velásquez o Picasso. Incluso otras teorías hablan de
que los artistas prehistóricos eran chamanes, que caían
en trance luego de participar en danzas rituales o que
pintaban bajo la ingesta de sustancias alucinógenas.
El caso es que todavía hoy es un misterio la verdadera
motivación y muchos detalles de la forma de cumplir la
delicada labor de hacer arte en tiempos prehistóricos, en
que no existían medios para transmitir información, ideas,
conocimiento y prácticas. En lo que todos coinciden es en
que la pintura rupestre, además de una inspiración artística
inigualable, fue una manifestación simbólica y el medio de
comunicación más antiguo de la humanidad.
Este también fue un período donde se dieron las
primeras formas rudimentarias de música y danza. Los
sonidos de la naturaleza y la modulación de la propia
voz hicieron que a los primitivos les resultaran armónicos
y melodiosos algunos sonidos, los que afectaban las
emociones, el estado anímico. Y la danza, el movimiento
rítmico, era una forma de comunicación corporal que les
servía para sus rituales. Pronto aprendieron a usar objetos
para producir sonidos, como huesos, cañas, conchas
y troncos.
PINTURAS ENCONTRADAS EN TERRITORIO CHILENO
Sin ir más lejos, el Salar de Atacama y las cuencas del
río Loa en el norte de nuestro país, retienen las huellas
casi intactas del arte rupestre. Allí artistas de diferentes
sociedades plasmaron sus mensajes a lo largo de los siglos.
En el período Arcaico Tardío (3000-1500 a.C), usando
la técnica del petroglifo o grabado en roca, los autores
representaron a pequeños camélidos de dos patas y cabeza
triangular. Y en varios paneles es posible observar camélidos
con fetos en el vientre, algunos con la cabeza vuelta hacia
atrás, un típico gesto de estos animales en el momento
del parto. Se sabe que los emisores de estos mensajes
fueron cazadores recolectores en el inicio del proceso de
domesticación de las llamas y las vicuñas. También los
hallazgos dan evidencia de cerámica, metalurgia y textiles
con decorados, todos objetos de enorme prestigio en
los Andes y la principal fuente de identidad, riqueza y
estatus en las sociedades atacameñas. Para Chile este es
un privilegio patrimonial, que cumple con la función de
informar, comunicar y transmitir nuestra cultura andina.
Y más al sur en el territorio nacional, un grupo de
expertos del Centro de Investigación en Ecosistemas de
la Patagonia (CIEP) trabaja actualmente en el arte rupestre
hallado en la Región de Aysén. “Los pintores nómades
(3.000 años aprox.) copiaron algo de lo que tenían alrededor:
guanacos, y pisadas de choique o ñandú cordillerano. Incluso
hay una obra que los científicos han bautizado como “la
guanaca con cría”. Y también trazados lineales geométricos
llamados grecas, que son más recientes y escasos, revela el
doctor en Antropología, César Méndez y explica que esos
pueblos usaron pigmentos minerales para lograr al menos
tres colores: tierras rojas, cenizas para el blanco y carbón
para el negro. Conseguían algo de verde y de amarillo y
para obtener su adhesión a la roca, aprovechaban algún
aglutinante natural como la grasa de animal. Todas las
obras provienen de pueblos nómades que circulaban entre
territorios que hoy son de Chile y Argentina.
EL ARTE EN GRECIA Y ROMA
La base del arte griego está en el legado cretense. En el 1450
a.C, la civilización cretense o minoica, llamada así en honor
al rey Minos, desaparece por causas poco claras, aunque se
sospecha que se debió a una erupción volcánica seguida de
devastadores incendios provocados por los persas. Después
de esa catástrofe los griegos invadieron la isla de Creta, se
adueñaron de esos territorios y fueron reconstruyendo sobre
las ruinas y despojos que quedaron. Aparecen los enormes
edificios, las murallas y los megarones (tumbas circulares),
entre otras obras.
Sin embargo, la famosa Puerta de los Leones, de
la ciudadela de Micenas, es la última construcción
monumental del período helénico, ya que en adelante los
griegos empiezan a imponer su alto sentido humanista y a
considerar el arte como un reflejo más de la vida social del
hombre por lo que debe tener dimensiones humanas y no
divinas. Así nacen los tipos de belleza griega con tamaños
estándar o normalizadas, que el artista siempre respeta.
Buenos ejemplos son las esculturas arcaicas, que consisten
en figuras de jóvenes, con cuerpos y rostros idealizados y
a veces sonrientes, que llevan el pelo recogido detrás de
la nuca o rizado hasta los hombros. A través de los años,
estas estatuas fueron adaptadas a los frontones de los
templos y se empezaron a mezclar con figuras de animales
y de monstruos.
La Atenas de Pericles (siglos V y IV a.C) se convierte
en el gran centro de Grecia, es un punto de riqueza, de
bienestar y de arte. La arquitectura logra su más alto grado
de perfección. Se construyen templos, recintos civiles
como el teatro, el estadio, el hipódromo, el odeón (para