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Revista de Educación •
Política educativa
¿Q
ué es el riesgo de desastre? Es la
probabilidad de que un resultado genere
un efecto negativo o devastador en
las personas, los sistemas o los bienes. Surge si existen
amenazas y vulnerabilidad a la vez. Un ejemplo cercano es
el terremoto del 27-F en Chile, ocurrido hace una década,
que dejó entre muchos otros desmanes, a un millón
250 mil escolares sin posibilidad de ocupar sus recintos
educacionales, ya que la estructura de cerca de 4.000
colegios fue seriamente dañada.
Se dice que los desastres no son simplemente
fenómenos naturales sino más bien la expresión de
las vulnerabilidades de una comunidad, en donde por
lo general la pobreza y la marginalidad se tornan en
factores determinantes en su configuración y aumentan
sus posibilidades de que sean tales. En este sentido, el
riesgo debe ser entendido como una probabilidad que
se compone de tres variables: amenaza, exposición y
vulnerabilidad (UNISDR, 2016).
El riesgo o peligro se representa como:
RIESGO = AMENAZA
•
VULNERABILIDAD
CAPACIDAD
IMPORTANCIA DE UN ENFOQUE DE GESTIÓN DEL
RIESGO DE DESASTRE EN EDUCACIÓN
Incorporar la gestión del riesgo en Educación implica
decisión y preparación. No basta con adoptar un conjunto
de ideas para reaccionar frente a un evento catastrófico,
como terremoto, tsunamis, sequías, erupciones volcánicas,
se requiere de la articulación del aporte de conocimiento
científico de las distintas áreas y de la inclusión de estrategias
innovadoras para hacer frente de manera integral a la
reducción y/o mitigación de los efectos adversos que
provocan estas situaciones en las personas y sus entornos.
Para el sector Educación representa un enorme desafío
y oportunidad la implementación de Políticas educativas
que aporten a la formación de los estudiantes referida a la
comprensión y conocimiento de la Reducción del riesgo
de desastre, presente en las distintas localidades del país.
Esto implica para todo el sistema escolar adoptar acciones
pedagógicas, administrativas y normativas conducentes
a la aplicación de estrategias e instrumentos en los
establecimientos escolares y su entorno, promoviendo así,
desde los primeros años de escolaridad de los niños y niñas,
una cultura de prevención y autocuidado y preparación de
comunidades más resilientes.
Por ello, cada día es más necesario despertar la
conciencia de las comunidades y reflexionar juntos sobre
los fenómenos naturales calamitosos -de origen geológico,
atmosférico u oceanográfico-, y los fenómenos antrópicos
-originados por el ser humano, por ejemplo, guerras,
incendios, hambrunas, derrumbes y otros-.
Las cifras nos hablan de un problema serio que afecta a
todos los habitantes del planeta, en especial a quienes viven
en zonas de pobreza. Como consecuencia de los desastres,
se calcula que en 10 años (2005-2015):
• Más de 700.000 personas han perdido la vida, más
de 1,4 millones han sufrido heridas y alrededor de 23
millones se han quedado sin hogar.
• Más de 1.500 millones se han visto perjudicadas en
diversas formas, y las mujeres, los niños y las personas
en situaciones vulnerables han sido afectados de manera
desproporcionada.
Estamos hablando de un problema mundial. Con
consecuencias devastadoras para la población, además
de pérdidas económicas, que solo en ese mismo período
ascendieron a más de 1,3 billones de dólares.
“Los desastres, muchos de los cuales se ven exacerbados
por el cambio climático, están aumentando en frecuencia e
intensidad, obstaculizan significativamente el progreso hacia
el desarrollo sostenible”, asegura la ONU (Organización de
Naciones Unidas).
IMPORTANCIA DE UN ENFOQUE DE GESTIÓN PARA
EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Las pérdidas financieras a causa de los desastres se
convierten usualmente en grandes obstáculos para el
desarrollo sostenible. Y es que los recursos públicos
y privados, en vez de ser empleados en promover el
desarrollo, deben ser usados en atender las consecuencias
de estas contingencias, ya sea en ayuda humanitaria a
las personas afectadas, reposición de servicios básicos,
recuperación de los medios de vida y reconstrucción de
infraestructura dañadas, entre varios otros.
Según el Informe de Evaluación Global sobre la
Reducción del Riesgo de Desastres 2015 (GAR por sus
siglas en inglés), en varios países de América Latina y el
Caribe las pérdidas por desastres son cada vez mayores
y representan anualmente un porcentaje significativo del
PIB (producto interno bruto). Ese porcentaje es aún más
alto si se comparan estas pérdidas con el gasto social que
realizan, llegando en algunos casos a representar entre el
30 y 50% de dicho gasto.
EL MODELO GRRD: UN CAMBIO POTENTE
Frente a la realidad que hoy vivimos -las pérdidas humanas
y económicas han aumentado a través del tiempo en
casi todo el planeta; y como es de esperarse, el mundo




