13
Revista de Educación •
Tendencias
Por ejemplo, si un profesor/a de kínder quiere mostrar
a sus alumnos cómo graficar las estaturas de los niños
del curso, previamente les puede plantear la pregunta:
“¿Deberíamos medir nuestra estatura con los zapatos
puestos o sin zapatos?” y decirles “siéntense en sus
puestos del círculo y discutamos esto como científicos.
Piénsenlo primero para sí mismos por un minuto y luego
conversemos”.
Así se puede iniciar un debate, que debe contemplar
dos acciones para que sea efectivo:
1. No dejar que todos los niños hablen al mismo tiempo.
Darles tiempo para pensar y que cada uno pueda expresar
su opinión. Luego, repetir lo que dijeron los estudiantes
individualmente y aclarar las diferentes posturas.
2. Validar lo que ellos han dicho,
es decir, si un
alumno dice algo que parece ser un error no desestimar
inmediatamente esa opinión. Se puede responder: “Esto
es lo que dijiste, ¿cierto? ¿Estaría bien redefinirlo de esta
forma?” o “Ok, ésa es tu posición, vamos a discutirlo”. Y
de ese modo va surgiendo el debate, pero sin tratar dicho
planteamiento como algo tonto o sin valor.
El debate no es algo
reservado solo para
cursos de enseñanza
media, incluso se
puede implementar
desde kínder y es ideal
que así sea, pues,
como señala Catherine
Snow, es muy tarde
comenzar con esta
estrategia en 6° básico.
Foto: Gentileza Escuela Santa Rita de Casia, en La Pintana.




