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Revista de Educación •

Tendencias

Por ejemplo, si un profesor/a de kínder quiere mostrar

a sus alumnos cómo graficar las estaturas de los niños

del curso, previamente les puede plantear la pregunta:

“¿Deberíamos medir nuestra estatura con los zapatos

puestos o sin zapatos?” y decirles “siéntense en sus

puestos del círculo y discutamos esto como científicos.

Piénsenlo primero para sí mismos por un minuto y luego

conversemos”.

Así se puede iniciar un debate, que debe contemplar

dos acciones para que sea efectivo:

1. No dejar que todos los niños hablen al mismo tiempo.

Darles tiempo para pensar y que cada uno pueda expresar

su opinión. Luego, repetir lo que dijeron los estudiantes

individualmente y aclarar las diferentes posturas.

2. Validar lo que ellos han dicho,

es decir, si un

alumno dice algo que parece ser un error no desestimar

inmediatamente esa opinión. Se puede responder: “Esto

es lo que dijiste, ¿cierto? ¿Estaría bien redefinirlo de esta

forma?” o “Ok, ésa es tu posición, vamos a discutirlo”. Y

de ese modo va surgiendo el debate, pero sin tratar dicho

planteamiento como algo tonto o sin valor.

El debate no es algo

reservado solo para

cursos de enseñanza

media, incluso se

puede implementar

desde kínder y es ideal

que así sea, pues,

como señala Catherine

Snow, es muy tarde

comenzar con esta

estrategia en 6° básico.

Foto: Gentileza Escuela Santa Rita de Casia, en La Pintana.