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Revista de Educación •

Conversando a fondo

ellos en la disponibilidad de tecnología en las escuelas y en

las capacidades de los profesores para utilizar esas herra-

mientas de manera eficaz.

Comenzando por lo más básico, en promedio en los

países de la OCDE, el 9% de los estudiantes de 15 años ni

siquiera tiene un lugar tranquilo para estudiar en sus hoga-

res, en Chile es el 13% y en Indonesia, Filipinas y Tailandia

más del 30%. Suelen ser estudiantes de grupos marginados.

El panorama es similar cuando se trata de acceso a com-

putadoras. Por ejemplo, prácticamente todos los jóvenes de

15 años de las escuelas favorecidas de los Estados Unidos

tienen una computadora con la que trabajar en casa, pero

sólo tres de cada cuatro estudiantes de las escuelas desfa-

vorecidas tienen una; y en Perú, hablamos del 88% de los

estudiantes en las escuelas privilegiadas frente a solo el 17%

en las escuelas desfavorecidas en esta situación.

¿Cómo es la relación entre las escuelas y la tecnología?

La tecnología será o no positiva según como se use. En

promedio, en los países de la OCDE, el 65% de los jóvenes

de 15 años están matriculados en escuelas cuyos directores

consideran que sus maestros tienen las habilidades técnicas

y pedagógicas indispensables para integrar dispositivos

digitales en la instrucción. Esto destaca las enormes necesi-

dades de aprendizaje que tienen por delante los profesores

para asumir la nueva normalidad. Y, de nuevo, esto varía

de manera considerable entre las escuelas socioeconómi-

camente favorecidas y las desfavorecidas. En Suecia, por

ejemplo, la proporción de profesores con las habilidades

necesarias es del 89% en las escuelas favorecidas, pero solo

del 54% en las escuelas desfavorecidas. Estos números in-

dican que las escuelas en realidad pueden superar, en lugar

de moderar, las desventajas que provienen de los contextos

familiares individuales.

El tiempo de preparación de las clases en forma-

to digital es otro problema. Mientras que en las cuatro

provincias chinas nueve de cada 10 estudiantes estaban

matriculados en escuelas cuyos directores dijeron que los

profesores tenían tiempo suficiente para preparar lecciones

integrando dispositivos digitales, en Japón esto fue poco

más de 1 de cada 10.

Las políticas y prácticas de las escuelas sobre tecno-

logía también varían. En promedio, en los países de la

OCDE, las prácticas escolares más comunes destinadas

a mejorar el aprendizaje a través de dispositivos digita-

les fueron: tener discusiones regulares entre directores y

docentes sobre el uso de dispositivos digitales con fines

pedagógicos (63%); tener declaraciones escritas de la

escuela sobre el uso de dispositivos digitales (62%); y tener

un programa específico para preparar a los estudiantes

para un comportamiento responsable en Internet (60%).

En particular, las pautas y prácticas escolares para

mejorar la enseñanza y el aprendizaje usando dispositivos

digitales se observaron con más frecuencia en las escuelas

con ventajas socioeconómicas que en las escuelas en des-

ventaja, y esto se refleja en los resultados de aprendizaje:

aquellos sistemas educativos con una mayor proporción

de escuelas con su propia declaración escrita sobre el uso

de dispositivos digitales tuvieron, en general, mejores

resultados de aprendizaje en PISA. Además, alrededor del

23% de las diferencias en la equidad de los resultados del

aprendizaje entre países se explica por la proporción de

escuelas con su propia declaración escrita sobre el uso de

dispositivos digitales.

“Las pérdidas de aprendizaje que se

derivan del cierre de escuelas arrojarán

sombras sobre el bienestar económico

de las personas y las naciones. Aquellos

con menos habilidades serán menos

productivos y más propensos a recibir

ayudas sociales. Nuestras escuelas de hoy

son nuestras economías de mañana”.