

Revista de Educación Nº 374
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CULTURA
A partir de esa inquietud surgió la pregunta
de si era pertinente un museo para Violeta
Parra. Uno ha escuchado personas que
dicen que este edificio no le hubiese
gustado a ella. La gente se apropia de
Violeta y la construye en su imaginario, pero
ese imaginario no está necesariamente
asentado en una base real de objetividad.
Por tanto, la responsabilidad que tenemos
quienes estamos a cargo es levantar esa
base conceptual para que se entienda en
justicia el por qué de nuestras acciones e
intenciones.
En la historia de Violeta uno se encuentra
con momentos interesantes: siempre
se preocupó de que su obra tuviese una
trascendencia, más allá de su impulsividad.
Ella creaba impulsivamente y eso lo
reconoce en distintas entrevistas; incluso
sus hijos han comentado que, por ejemplo,
tomaba una frazada o un cubrecama para
bordar y después cuando ellos llegaban
a casa no estaba el cubrecamas, lo había
convertido en una obra de arte.
Violeta tenía conciencia de su trabajo y eso
queda demostrado de varias formas. Por
una parte, su hijo Ángel Parra nos contó:
“Mi madre en algún momento nos mandató
que esto no es de ustedes, es para la gente”.
Lo dice también ella en una entrevista que
dio a Madeleine Brumagne en Ginebra.
Luego, vemos que dentro de su trabajo
está la recopilación folclórica, que es muy
conocida; ella se aboca al campo y conversa
con quienes hoy en día llamaríamos
cultores, personas comunes y corrientes,
poseedoras de una sabiduría ancestral
que transmitían en distintas instancias
comunitarias. Y ahí está el Canto a lo Poeta,
el Canto a lo Divino y a lo Humano.
Por otro lado, cuando Violeta Parra
es contratada por la Universidad de
Concepción, arma un museo de artes
populares, que duró poco. Recopiló piezas,
artesanías, cerámicas, etc. Por lo tanto ella
ya tenía incorporado el concepto demuseo,
el concepto de conservar, difundir y poner
en valor.
Posteriormente, logra exponer en uno de
los museos más importantes del mundo:
el de Artes Decorativas del Pabellón de
Marsan en el Palacio del Louvre. Ahí uno
dice: Violeta sí tenía incorporadas todas
estas visiones y encontramos una serie
de ejemplos a lo largo de su vida que así
lo demuestran. Así es que contar con un
museo que da cuenta de ello es cumplir
con el propósito que la misma Violeta se
había fijado respecto de su obra.
¿EN QUÉ CONSISTE LA
PROPUESTA DEL MUSEO?
Violeta Parra rescata un canto -el Canto a
lo Poeta, de la sabiduría popular- que se
expresa en lo humano y en lo divino. Por
eso se intencionan dos áreas de exposición:
la Sala Humana y la Sala Divina, donde se
muestra una selección de obras.
En los museos no hay azar, hay una
planificación y una intención. En nuestro
caso, la selección de obras se hizo en
función de un relato, que dice relación con
una proyección del trabajo de Violeta Parra
en una dimensión que no se expresa de
manera literal en su obra, pero que está
presente. Ella no hace un trasvasije literal
de lo que recopiló, sino que lo toma y de
eso hace algo nuevo, ya sea una canción
o una obra visual. Reúne y se inspira en
elementos que descubre en Europa y
Latinoamérica. Es curioso cómo Violeta
incorpora instrumentos musicales, por
ejemplo el cuatro venezolano, que conoció
en Francia. Luego, agregó las quenas y otros
instrumentos como el charango, que uno
cree que siempre fueron parte de una
tradición musical chilena. Ella los toma y
les da un nuevo sentido con identidad, tiene
claro que está forjando algo nuevo a partir
de algo antiguo y que está arraigado en el
mundo popular.
¿QUIÉN ES VIOLETA PARRA
EN ESE CONCEPTO? ¿CÓMO
SE SIMBOLIZA Y PROYECTA?
“Violeta Parra rescata un canto -el
Canto a lo Poeta, de la sabiduría
popular- que se expresa en lo
humano y en lo divino”.