Background Image
Previous Page  30 / 44 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 30 / 44 Next Page
Page Background

28

REVISTA DE EDUCACIÓN /

zona pedagógica

En Chile todavía existen alrededor de 52

mil personas por año (cifra entregadas

por el INE del censo 2002 y desde los

10 hasta los 109 años de edad) que son

“analfabetas funcionales” y en su mayoría

corresponden a adultos, es decir, no

pueden comprender lo que leen, escriben

y calculan. Hombres y mujeres que en

su niñez vieron cerradas las puertas a la

educación, por distintas razones: escasos

recursos, pérdida de la madre o padre,

tener que hacerse cargo de sus parientes

o asumir trabajos tempranamente.

Sin embargo, ahora a esas personas

se les está abriendo la posibilidad de

retomar la enseñanza y aprender lo que

tuvieron que dejar en su infancia y los

“Contigo Aprendo”:

TESTIMONIOS DE UNAVIDA NUEVA

Programa

convirtió en analfabetos, privándolos de

posibilidades en el campo laboral y, la

mayoría de las veces, rebajándolos en su

dignidad y autoestima.

Gracias al plan de alfabetización

“Contigo Aprendo”, del Ministerio de

Educación, es posible que adultos y

jóvenes de entornos vulnerables y con

bajas competencias en Lenguaje y

Matemática, puedan continuar con una

alfabetización inicial, e incluso seguir su

formación en oficios o estudios de índole

técnico-profesional.

Los encargados de enseñarles a juntar

sus primeras palabras, a sumar y a

restar, son monitores distribuidos en

40 Centros de Educación Integral de

Adultos (CEIA) a lo largo del país, además

de establecimientos habilitados para

dictar clases como escuelas, bibliotecas

públicas, telecentros, salas parroquiales y

casas particulares.

Una de esas sedes es la sala multiuso

perteneciente a la Junta de Vecinos Villa

Valle Verde, de la comuna de Maipú, en la

Región Metropolitana.

Después de un largo trayecto en micro,

sorteando curvas, subidas y bajadas,

se llega al recinto mencionado. En el

segundo piso está la sala donde, junto

a otras seis personas, asisten a clases

regulares Felicia del Carmen Villagra y

Rosalía Daza Fuentes.

“Nunca pensé que a estas alturas de mi vida volvería a estudiar, porque ya

una se siente más vieja”.