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MINISTERIO DE EDUCACIÓN

Rosalía Daza Fuentes, de 66 años,

también alumna del plan, dice que para

ella esto ha sido como volver a nacer.

Asegura estar contenta y que necesita

seguir aprendiendo para adquirir más

personalidad y tener la gracia de

poder conversar con otras personas.

“Pertenezco a la iglesia y muchas veces

los demás conversan y me siento aislada,

humillada, avergonzada. Entonces mejor

me voy a estar sola porque me siento

mal”, señala.

Relata que cuando era chica fue

maltratada por sus padres. Tenía 6 años

cuando falleció su madre. “Y fui muy

maltratada también por las personas

que estaban alrededor de nosotros.

Éramos una familia numerosa y tuve que

hacerme cargo de mis hermanos. A mí

se me negaron los estudios. Después

crecí, me casé y me he preocupado de

sacar adelante a mis hijos. Muchas veces

ellos conversan, yo los escucho no más

o me voy a mi pieza a encerrarme en mi

soledad, porque me da vergüenza decir

algo que no esté bien y me siento mal

de no poder compartir con ellos”, se

emociona Rosalía.

Prosigue: “Entré al programa por otra

persona que tiene un bazar acá en

el sector y que viene a estudiar. Me

preguntó por qué no iba, le dije ¿Tú crees

que me irá bien, a estas alturas? Ella me

respondió que cómo no me va a ir bien si

ella ya ha aprendido. Me dijo: yo te paso

a buscar a las 10 de la mañana el martes.

Yo te invito. Le respondí gracias, te

espero. Y aquí estoy, llevo ya dos clases y

no quiero dejar el curso”, cuenta.

“Lo que más me ha gustado es el

recibimiento de las señoritas, son muy

amorosas, cariñosas y tienen ‘haaarta’

paciencia, si no entendemos algo lo

explican hasta que uno lo entiende. Son

un siete”, finaliza.

Ambas alumnas ahora, gracias al Plan

“Contigo Aprendo”, están juntando sus

primeras letras y también venciendo

la indiferencia de una sociedad que

funciona como si todos supieran leer,

escribir y sacar cuentas.

Aprender

es volver a nacer

De izquierda a derecha: Felicia del Carmen Villagra (alumna), Francisca

Seguel (monitora), Rosalía Daza (alumna) y Claudia Carolina Soto (monitora)