Previous Page  67 / 80 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 67 / 80 Next Page
Page Background

juegos, actividades lúdicas, de afectividad, expresión

corporal e incluso “Tai chi”, donde participaron hasta

las familias de sus pequeños alumnos.

“En la primera dinámica, yo estaba sola frente a ellos,

porque mis ayudantes llegaron un mes después de em-

pezar las clases, entonces decidí partir por preguntarles

si sabían bien cómo se llamaban, así aprendí los nom-

bres de mis niños. Y a través de aquella actividad, me di

cuenta de que al lado de mis alumnos siempre había un

adulto apoyando sus aprendizajes”, agrega la docente.

Para comenzar con el proceso de apresto, comenza-

ron a hacer líneas, rayas y puntos en sus cuadernos.

Como estaban en clases virtuales, Mónica, les mostra-

ba un ejemplo, luego le tomaba una foto y se las en-

viaba a los apoderados, así ellos seguían practicando

en casa con sus hijos. Si al estudiante le costaba seguir

las líneas, la educadora le enseñaba al adulto a cargo

la técnica de completar la letra o vocal con puntos,

para que los niños pasaran el lápiz sobre los trazos y

pudieran ir poco a poco asimilando las formas.

Varios alumnos tenían problemas para tomar el lápiz

y por ello incluso realizó una clase de reforzamiento,

para que adquirieran la técnica. “Les enseñé que con

el dedo pulgar y el índice debían afirmar el lápiz. Y para

revisar, los niños mostraban su mano a la cámara, y yo

los iba mirando, para ir corrigiendo la postura, y cuando

no era la óptima, les pedía ayuda a los apoderados, para

que así realizaran mejor el ejercicio”, agrega.

Campeonato estudiantil y recreo virtual

Durante la pandemia, la profesora organizó un cam-

peonato estudiantil virtual que se realizaba todos los

viernes. En esa actividad, la acompañaban sus dos

ayudantes de aula, Emily Vega y Francisca Moya. Cada

una de ellas debía vestir uno de los colores que repre-

sentaba la insignia de la escuela, para conformar los

equipos de juego. Además, Francisca diseñó una rule-

ta virtual, con los nombres de cada alumno, para que

nadie se quedara sin participar.

La educadora partía haciéndoles preguntas a los niños

donde debían estar muy atentos para ganar puntos

para su equipo. Les preguntaba, por ejemplo, cómo

escribir determinadas letras dictadas por la profesora o

les decía, “el primer niño que me muestre un elemen-

to que comience con la letra ‘E’ gana puntos”.

Junto a eso, creó “el recreo virtual”, un espacio de 10

minutos donde los niños disfrutaban de comida salu-

dable que tenían en sus casas, o de lo que las mamás

les preparaban. Eso ocurría los miércoles y duraba lo

mismo que un recreo en tiempos normales.

La profesora se disfrazaba de “chanchito”, asumiendo

el rol de mediadora para facilitar que los niños se co-

nocieran más, mientras las mamás y los niños usaban

pijamas de vaquitas. Esto conectó al curso.

La profesora Mónica Balmaceda

(a la derecha de la imagen),

junto a sus ayudantes de

aula, Francisca Moya (al lado

izquierdo), Emily Vega (al

lado derecho de la foto) y sus

alumnos.

Zona Pedagógica

67