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MINISTERIO DE EDUCACIÓN

cómo se actualizó

el marco para la

buena dirección

En una primera etapa, en los años 2013

y 2014, el CIDE (Centro de Investigación

y Desarrollo de la Educación) de la

Universidad Alberto Hurtado realizó el

estudio “Desarrollo de Estándares de

Directores Escolares y la Medición de

la Brecha existente entre las Prácticas

y Habilidades Directivas actuales y las

definidas en los estándares”.

Durante el segundo semestre de 2014, el

equipo de gestión y liderazgo educativo

del CPEIP trabajó con dos expertos en la

materia, Mario Uribe y Xavier Vanni, con

quienes elaboró la primera versión del

nuevo Marco para la Buena Dirección.

Una tarea para la cual se consideraron

las investigaciones más recientes en

el tema, tanto a nivel nacional como

internacional, y los estándares actuales

de dirección y liderazgo escolar de 10

países.

La posterior etapa de validación

del texto contempló consultas a

autoridades regionales del Mineduc,

directivos escolares que participan de

los Consejos Consultivos de Liderazgo

Escolar de todas las regiones del país,

instituciones que han participado de

las políticas de formación del liderazgo

escolar del CPEIP, así como expertos e

investigadores del área.

qué es el marco

para la buena

dirección y el

liderazgo escolar

Básicamente, es un modelo integrado

que reconoce que todos los líderes

efectivos comparten ciertas capacidades

y prácticas comunes y, por lo tanto,

trata de impulsar dichas prácticas

para el conjunto del sistema escolar,

promoviendo una aplicación acorde

al contexto de cada establecimiento.

En otras palabras, es el referente

conceptual que define las prácticas,

competencias y conocimientos para el

ejercicio pleno del liderazgo escolar en

el país.

Las prácticas, en este nuevo Marco para

la Buena Dirección y el Liderazgo Escolar,

se agrupan en cinco dimensiones:

• Construyendo e implementando una

visión estratégica compartida.

• Desarrollando las capacidades

profesionales.

• Liderando y monitoreando los procesos

de enseñanza y aprendizaje.

• Gestionando la convivencia y la

participación de la comunidad escolar.

• Desarrollando y gestionando el

establecimiento escolar.

Sin embargo, la dirección y el liderazgo

escolar no se comprenden cabalmente si

no son complementados por un conjunto

reducido, pero muy significativo, de

recursos de orden personal que motivan

e impulsan la aplicación de estas

prácticas. Por ejemplo, las habilidades de

tener una visión estratégica, trabajar en

equipo, comunicar de manera efectiva,

entre otras.

La publicación señala que “una habilidad

que se destaca, para efectos de

potenciar el liderazgo, es la capacidad

del directivo de aprender de los procesos

y las relaciones que se presentan al

interactuar con profesores, estudiantes y

comunidad. Cuando el directivo moviliza

a los profesores en el proceso de

aprender a mejorar su práctica, a la par,

él mismo aprende junto a ellos sobre lo

que funciona y lo que no”.

Los efectos de un

buen liderazgo

Las investigaciones y evidencias

obtenidas de los sistemas educativos

que más han mejorado en el mundo,

sugieren que el liderazgo escolar es

un factor crítico en el mejoramiento

de los establecimientos escolares

y, en definitiva, de los aprendizajes

de los estudiantes. Además, es

especialmente significativo en aquellos

establecimientos más vulnerables:

“los efectos del liderazgo suelen ser

de mayor impacto ahí donde y cuando

más se necesitan” (K. Leithwood, et al.,

2004. How leadership influences student

learning. Wallace Foundation).

A 10 años de la publicación del primer Marco para la Buena Dirección,

el centro de desarrollo docente del Ministerio de Educación, CPEIP,

presentó una actualización de este instrumento que aborda cómo

poner en práctica el liderazgo educativo y orienta la labor de los

directivos del país.