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REVISTA DE EDUCACIÓN /
cultura
y el hallazgo entre las arboledas de
la imagen milagrosa, hasta el antiguo
culto del Carmen acogido por los
mineros de los buitrones (hornos de
fundición de minerales) de la zona. A
esto se suman los atributos propios de
la evangelización española de los oasis,
que en conjunto integran a todos los
devotos salitreros posteriores en un
espacio que siempre fue sacralizado y
hacia donde convergían, como ocurre
hoy, fieles y observadores desde lejanos
puntos del desierto en una armónica
relación entre fe y feria. Además, allí se
festejan los encuentros de gentes que
retornan todos los años el 16 de julio,
bajo la ansiada protección de la imagen
milagrera.
¿Por qué causa
tanto interés y
devoción en los
asistentes? ¿Se
podría hablar de
un carnaval?
La festividad de los bailes de santuarios
está lejos de ser un carnaval. El
despliegue iconográfico, la disciplina
de los bailes, la música cada vez más
envolvente y la íntima vinculación
entre el promesante y la Virgen están
muy lejos de lo que son los carnavales.
La palabra “carnaval” es una ofensa
para quienes ataviados de sus ropas
bendecidas por la Virgen acuden
al templo en un acto de contrición
y recogimiento, muy diferente a la
algarabía de las fiestas carnavaleras
rurales y urbanas. Con comparsas
disfrazadas… La Tirana es solo fe a cielo
abierto.
“Los pueblos bolivianos, peruanos y chilenos hicieron suya esta festividad, trasladándose hacia
La Tirana los aportes iconográficos que provenían y aún provienen tanto de la creatividad
tarapaqueña como de los pueblos limítrofes. El culto mariano del Carmen ha estimulado, a través
de la religiosidad popular, la integración fronteriza”.
Lautaro Núñez, Premio Nacional de Historia 2002 y académico del IIAM (Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo) de la
Universidad Católica del Norte.
Foto:
Gentileza Juan Edwards