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MINISTERIO DE EDUCACIÓN

A Lautaro Núñez le llamaron la atención

las ruinas del buitrón llamado “El Pozo del

Carmen”, localizado junto a otros restos

correspondientes a una iglesia donde se

veneraba la Virgen del Carmen a fines del

siglo XVIII.

“Cuando revisé el archivo de la Catedral

de Iquique, encontré valiosos datos

sobre esta ruina que, al ser afectada

por el gran terremoto, años después

fue reemplazada por la iglesia actual,

levantada durante el período salitrero. De

esta larga trayectoria de la religiosidad

popular entre el fin de la Colonia y el

comienzo del período republicano,

acrecentada por miles de fieles que

acudían desde los cientos de oficinas

salitreras y los puertos, valles y altiplano,

surgió la trascendencia de esta imagen

milagrosa hacia donde acude y aún lo

hace una mayor cantidad de devotos

con el fin de apromesarse con la Virgen,

esto es, requerir un favor previos

sacrificios, en donde se destacan los

bailes religiosos como el principal medio

para enmandarse con la Virgen antes

o después de los “favores concedidos”.

Esto responde a la enorme trascendencia

de un santuario que se sustentó en

un larguísimo tiempo de tradiciones

indígenas, mestizas, españolas y criollas,

hasta la sociedad de hoy”.

La fiesta de La Tirana se ha nutrido

también de componentes altiplánicos

más allá de las fronteras. “Los pueblos

bolivianos, peruanos y chilenos hicieron

suya esta festividad, trasladándose hacia

La Tirana los aportes iconográficos que

provenían y aún provienen tanto de la

creatividad tarapaqueña como de los

pueblos limítrofes, principalmente de

aquellos del altiplano sur de Bolivia –

agrega-. En este sentido, el culto mariano

del Carmen ha estimulado, a través de

la religiosidad popular, la integración

fronteriza de un modo armónico y

profundamente ligado a una devoción

que va más allá de las fronteras políticas”.

Los orígenes del

culto Carmelo

Foto: Gentileza Juan Edwards

“La festividad de los bailes de santuarios está lejos de ser un “carnaval”. Esta palabra es una

ofensa para quienes ataviados de sus ropas bendecidas por la Virgen acuden al templo en un

acto de contrición y recogimiento”.

Lautaro Núñez, Premio Nacional de Historia 2002 y académico del IIAM (Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo) de la

Universidad Católica del Norte.