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Revista de Educación •

Cultura

hincapié en la idea de que las emociones son producto de

la evolución y, por ello, parte de nuestra biología ha tardado

mucho tiempo en ser asimilada, primero por el pensamiento

científico y segundo por la sociedad.

A modo de ilustración, un extracto del texto original

dice: “Podemos creer de igual modo, que en los tiempos

más remotos, el espanto fue expresado de una manera casi

idéntica a la que todavía conocemos hoy con el hombre;

quiero decir por el temblor, los cabellos erizados, el sudor

frío, la palidez, los ojos desmesuradamente abiertos, el re-

lajamiento de gran número de músculos y la tendencia que

experimenta el cuerpo a apelotonarse o a quedar inmóvil”,

describe Darwin. Y agrega: “También desde el origen se

han debido lanzar, bajo la influencia de un gran sufrimiento,

gritos y gemidos; y lo propio se puede decir de los actos de

retorcerse y de apretar los dientes. Pero los movimientos tan

expresivos que acompañan los gritos y el llanto no han debi-

do mostrarse, en nuestros antecesores, sino en el momento

en que los órganos de la circulación y de la respiración, así

como los músculos perioculares, han alcanzado el estado de

desarrollo que tiene para ello”.

Darwin no solo habla de la evolución biológica de la es-

pecie, sino también de la influencia cultural en las emociones,

aludiendo a ciertas civilizaciones que han hecho gradualmen-

te desaparecer la costumbre del llanto en sus integrantes,

pero aun se evidencian los rasgos fisonómicos y las contrac-

ciones musculares del individuo al sentirse abrumado ante

determinada situación, aunque no funcionen o no se activen

las glándulas lagrimales. “El llanto se produce la mayoría de

las veces debido a angustias morales, ligadas a la cultura, y

no por dolores orgánicos”.

Y por último, plantea la idea de la universalidad de

ciertas expresiones corporales de las emociones, como el

abatimiento, que puede ser expresado mediante el descenso

de los extremos de la boca o las lágrimas con una risa des-

enfrenada. No importa en qué cultura se encuentre, estos

rasgos están predispuestos en forma innata por la evolución a

lo largo de la filogénesis de la especie humana.

Con este estudio pionero Darwin influyó implícita y explí-

citamente en otras investigaciones posteriores de neurofisio-

logía y, por supuesto, en otras disciplinas afines.

RECONOCIENDO LAS SEIS EMOCIONES BÁSICAS CON

UN MÉTODO

Cuando la psicofisióloga chilena Susana Bloch decidió cam-

biar su foco de investigación y centrarse en las emociones,

estando en el Centro Nacional de Investigación Científica, en

Francia, le pusieron, según ella, el grito en el cielo. “¿Estudiar

las emociones? ¡Eso es un tema para los poetas o para la

consulta de un psicólogo!, además tiene un alto riesgo por la

dificultad de producir datos válidos”.

Pero ella porfió y se puso a investigar el tema que le

apasionaba y la tenía intrigada. Logró, en cuatro años, de-

terminar objetivamente parámetros fisiológicos-expresivos

precisos para cada una de las emociones básicas y desarro-

llar un método para su aplicación práctica, entregando así

una poderosa herramienta de acceso al mundo interior y la

maestría para poder expresar adecuadamente los sentimien-

tos. “De esta manera podrán enfrentarse con sus problemas

personales, sus fantasmas, sus búsquedas espirituales, desde

una base mucho más sólida y concreta”, afirma.

Nació

Alba Emoting

, método que se preocupa de las

expresiones externas de las emociones, sin analizar las cau-

sas, ni los tributos cognitivos, ni las consecuencias del estado

emocional, el foco está en los aspectos físicos y fisiológicos

de la emoción en el momento que ésta se presenta, para lue-

go relacionarlos con lo que la persona siente. Implica, por lo

tanto, una mirada integral y holística de la emoción.

Todo parte de la selección de 6 emociones básicas:

alegría (risa, felicidad), tristeza (llanto, depresión), miedo (an-

gustia, ansiedad), rabia (agresión, enojo, ira). Y las dos formas

básicas de amor: erotismo (sexualidad) y ternura (amor paren-

tal, filial, amistad). ¿Por qué básicas? Porque, independiente

del grado de intensidad o los matices de lo que estamos

sintiendo, se encuentran elementos distintivos (tanto internos

como externos) en el funcionamiento del organismo, que

son comunes a todos los individuos de una misma especie.

Charles Darwin en 1872 publicó “Expresión de la Emociones en los Ani-

males y el Hombre”, un texto que curiosamente quedó olvidado hasta

mediados del siglo XX, cuando se retoman las conclusiones principales

del mismo: 1) La expresión de ciertas emociones humanas son innatas y

universales, y 2) Nuestras emociones son producto de la evolución y por

ende, compartidas en cierta medida con otros animales.

Foto: Dominio Público.