50
Revista de Educación •
Cultura
hincapié en la idea de que las emociones son producto de
la evolución y, por ello, parte de nuestra biología ha tardado
mucho tiempo en ser asimilada, primero por el pensamiento
científico y segundo por la sociedad.
A modo de ilustración, un extracto del texto original
dice: “Podemos creer de igual modo, que en los tiempos
más remotos, el espanto fue expresado de una manera casi
idéntica a la que todavía conocemos hoy con el hombre;
quiero decir por el temblor, los cabellos erizados, el sudor
frío, la palidez, los ojos desmesuradamente abiertos, el re-
lajamiento de gran número de músculos y la tendencia que
experimenta el cuerpo a apelotonarse o a quedar inmóvil”,
describe Darwin. Y agrega: “También desde el origen se
han debido lanzar, bajo la influencia de un gran sufrimiento,
gritos y gemidos; y lo propio se puede decir de los actos de
retorcerse y de apretar los dientes. Pero los movimientos tan
expresivos que acompañan los gritos y el llanto no han debi-
do mostrarse, en nuestros antecesores, sino en el momento
en que los órganos de la circulación y de la respiración, así
como los músculos perioculares, han alcanzado el estado de
desarrollo que tiene para ello”.
Darwin no solo habla de la evolución biológica de la es-
pecie, sino también de la influencia cultural en las emociones,
aludiendo a ciertas civilizaciones que han hecho gradualmen-
te desaparecer la costumbre del llanto en sus integrantes,
pero aun se evidencian los rasgos fisonómicos y las contrac-
ciones musculares del individuo al sentirse abrumado ante
determinada situación, aunque no funcionen o no se activen
las glándulas lagrimales. “El llanto se produce la mayoría de
las veces debido a angustias morales, ligadas a la cultura, y
no por dolores orgánicos”.
Y por último, plantea la idea de la universalidad de
ciertas expresiones corporales de las emociones, como el
abatimiento, que puede ser expresado mediante el descenso
de los extremos de la boca o las lágrimas con una risa des-
enfrenada. No importa en qué cultura se encuentre, estos
rasgos están predispuestos en forma innata por la evolución a
lo largo de la filogénesis de la especie humana.
Con este estudio pionero Darwin influyó implícita y explí-
citamente en otras investigaciones posteriores de neurofisio-
logía y, por supuesto, en otras disciplinas afines.
RECONOCIENDO LAS SEIS EMOCIONES BÁSICAS CON
UN MÉTODO
Cuando la psicofisióloga chilena Susana Bloch decidió cam-
biar su foco de investigación y centrarse en las emociones,
estando en el Centro Nacional de Investigación Científica, en
Francia, le pusieron, según ella, el grito en el cielo. “¿Estudiar
las emociones? ¡Eso es un tema para los poetas o para la
consulta de un psicólogo!, además tiene un alto riesgo por la
dificultad de producir datos válidos”.
Pero ella porfió y se puso a investigar el tema que le
apasionaba y la tenía intrigada. Logró, en cuatro años, de-
terminar objetivamente parámetros fisiológicos-expresivos
precisos para cada una de las emociones básicas y desarro-
llar un método para su aplicación práctica, entregando así
una poderosa herramienta de acceso al mundo interior y la
maestría para poder expresar adecuadamente los sentimien-
tos. “De esta manera podrán enfrentarse con sus problemas
personales, sus fantasmas, sus búsquedas espirituales, desde
una base mucho más sólida y concreta”, afirma.
Nació
Alba Emoting
, método que se preocupa de las
expresiones externas de las emociones, sin analizar las cau-
sas, ni los tributos cognitivos, ni las consecuencias del estado
emocional, el foco está en los aspectos físicos y fisiológicos
de la emoción en el momento que ésta se presenta, para lue-
go relacionarlos con lo que la persona siente. Implica, por lo
tanto, una mirada integral y holística de la emoción.
Todo parte de la selección de 6 emociones básicas:
alegría (risa, felicidad), tristeza (llanto, depresión), miedo (an-
gustia, ansiedad), rabia (agresión, enojo, ira). Y las dos formas
básicas de amor: erotismo (sexualidad) y ternura (amor paren-
tal, filial, amistad). ¿Por qué básicas? Porque, independiente
del grado de intensidad o los matices de lo que estamos
sintiendo, se encuentran elementos distintivos (tanto internos
como externos) en el funcionamiento del organismo, que
son comunes a todos los individuos de una misma especie.
Charles Darwin en 1872 publicó “Expresión de la Emociones en los Ani-
males y el Hombre”, un texto que curiosamente quedó olvidado hasta
mediados del siglo XX, cuando se retoman las conclusiones principales
del mismo: 1) La expresión de ciertas emociones humanas son innatas y
universales, y 2) Nuestras emociones son producto de la evolución y por
ende, compartidas en cierta medida con otros animales.
Foto: Dominio Público.




