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Revista de Educación Nº 382
E
s probable que Antoine de Saint
Exupéry, no haya dimensionado
jamás hasta donde llegaría con
su inspiración literaria plasmada
en el encuentro de un aviador y un niño
venido de otro planeta, los que terminan
entablando una especialísima conexión
en medio del desierto del Sahara.
Aquella novelita para niños, publicada
en el año 1943, plena Segunda Guerra
Mundial, produjo desde el primer
momento un inusitado impacto. Era
una narración con ojos infantiles pero
que pegaba fuerte en el alma de los
adultos, con o sin querer, Saint Exupéry,
que además era un piloto de aviones
francés, puso un dedo en la llaga.
Delató esa falta de creatividad que va
trabando a los seres humanos a medida
que crecen y que los torna maliciosos,
torpes, desconfiados y poco felices. Esa
triste realidad universal es retratada
magistralmente en el diálogo central
de esta obra que le dio fama en el mundo
entero.
UNA INSÓLITA AMISTAD
El piloto aterriza de emergencia en pleno
desierto, a mil millas de cualquier lugar
habitado, debido a una avería en su avión,
mientras intenta salir de aquella situación
de vida o muerte, se le aparece de la nada
un niño rubio de pelo ensortijado, vestido
con capa azul y ribetes dorados, que lo
conmina a dibujarle un cordero.
Sin embargo, él, una vez que supera su
extrañeza por la solicitud del pequeño, y
con tal de salir del paso para proseguir en
su empeño de recomponer la aeronave,
hurga en sus bolsillos, saca papel y lápiz
e intenta darle forma a un cordero, pero
se da cuenta con gran frustración que ya
olvidó dibujar. Recuerda que la última vez
que lo hizo fue hacemuchísimos años atrás,
cuando dibujó una boa que se había tragado
un elefante y al exhibirlo todos aseguraron
que se trataba de un sombrero y, lo peor,
le dijeron que dejara de lado el dibujo y
se concentrara en estudiar matemáticas,
historia o geografía, es decir, “cosas útiles
para su futuro”.
Finalmente, acepta el desafío del niño, hace
unos intentos fallidos y termina dibujando
una caja de madera con un par de orificios,
la que usó como excusa para asegurarle al
pequeño que el cordero estaba adentro y
que lo dejara en paz porque debía arreglar
el avión antes de que cayera la noche. Para
su sorpresa el chico quedó muy conforme
y con toda naturalidad asumió que adentro
de la caja vivía un corderito.
Así parte El Principito, este clásico literario,
cuya primera edición, en inglés y francés,
vio la luz en abril de 1943, por lo que a la
fecha cumple 75 años en circulación.
Volviendo a sus páginas, en la brillante
conversación sostenida entre el aviador
y el niño, van surgiendo las preguntas y
las respuestas extraordinarias. El piloto se
entera de que el niño habita un planeta no
más grande que una casa, el asteroide B
612 y donde se puede uno sentar a ver las
puestas de sol más de cuarenta veces en
un día con solo arrastrar la silla. También
tiene tres pequeños volcanes, unos árboles
dañinos llamados baobabs y una veleidosa
flor con espinas.
LA VISITA A OTROS PLANETAS
“Vi de pronto una luz en el misterio de
su aparición y le pregunté bruscamente:
¿Acaso vienes de otro planeta? Pero no
contestó. Inclinó suavemente la cabeza,
examinando mi avión. Realmente, arriba
de eso, no puedes haber venido de muy
lejos…Y se sumió en una especie de
ensueño que duró largo rato. Sacó luego
mi cordero de un bolsillo y se embebió en
la contemplación de su tesoro”, relata el
aviador y más adelante va dando cuenta
de las condiciones “planetarias” de ese
niño solitario que le ha roto su lógica
anquilosada de humano adulto.
Luego el principito visita varios planetas,
habitados por curiosos personajes que
representan la diversidad de personas
que conforman nuestra sociedad: un rey,
un vanidoso, un borracho, un farolero, un
CULTURA
Fotos de portadas: Gentileza Zig-Zag