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emociones de manera saludable, favoreciendo el creci-
miento y desarrollo personal. “Es cierto que comer mucho
si estamos tristes o irnos a dormir puede ayudar en un de-
terminado momento, pero si son estrategias que usamos
sistemáticamente y no nos damos el espacio para emplear
otras estrategias más saludables como el autodiálogo o
la respiración, eso va a suponer una implicación a nuestra
salud en el futuro”, señala.
Y propone a los docentes practicar “la escucha activa”
con sus alumnos, no emitir juicios, solo escuchar. Si uno de
ellos le cuenta un problema, no es prudente utilizar las fra-
ses habituales: “no es para tanto”, “no pasa nada”, pues
así no se empatiza y el estudiante no se siente escuchado.
Hay abundante investigación científica que ha demos-
trado que los profesores con mayor inteligencia emocional
experimentan más emociones positivas en la escuela,
perciben un mayor apoyo de la dirección de sus estable-
cimientos, sufren menos problemas de estrés y
burnout
(agotamiento) y sienten mayor satisfacción laboral. Y, por
supuesto, están más comprometidos con su trabajo.
LA EXPERIENCIA DEL MÉTODO RULER
Ruth Castillo sostiene que es muy positivo que un colegio
cuente con un programa de educación emocional, pero su
recomendación es que esté basado en evidencias científi-
cas o que esté estructurado en base a un modelo teórico,
que documente el impacto en la esfera personal, social y
académica de los estudiantes. También aconseja que sea
estructurado, con actividades sistemáticas y planificadas.
Todo ello a fin de que se sostenga en el tiempo y se ex-
tienda durante toda la etapa escolar (desde preescolar
hasta enseñanza media).
Es el caso del método RULER –impulsado por Yale
Center for Emotional Intelligence, de la Universidad de
Yale–, que se está aplicando en 25 colegios de España y
también en México. Parte de la premisa que educar en
habilidades socioemocionales con éxito, es decir, en forma
efectiva y sostenible en el tiempo, no es solo resultado
de las habilidades o conocimientos de un educador en
particular, sino de la acción de formar parte del proyecto
educativo del establecimiento escolar.
“Para construir una mentalidad de crecimiento acerca
de la conciencia de las emociones hay que involucrar a
toda la comunidad educativa del colegio, esto es, a los
alumnos y también al equipo de profesores y a las familias,
integrando a toda la población adulta. Debe ser algo que
forme parte de la visión, de los valores, del objetivo del
colegio –afirma la psicóloga–. Por lo tanto, cuando noso-
tros lo integramos a un proyecto educativo, trabajamos
por hacerlo realidad: que se introduzca en los currículums,
en los contenidos académicos. No es una asamblea, no es
una ficha, no es un momento en el día, no es solo el pro-
3. Si se quiere trabajar la educación emocional con
niños, adolescentes y jóvenes, el adulto debe
vivenciar un proceso de autoconocimiento de modo
de transformarse a sí mismo e integrar herramientas
de gestión de las emociones en su día a día.
“Muchos maestros hemos sido educados en la idea de tras-
ladar el conocimiento a los alumnos, sin que ese conoci-
miento nos transforme. Obviamente no se puede hacer con
todos los contenidos, pero con el emocional es susceptible
de poder hacerse. Es decir, yo no voy a ser capaz de tra-
bajar la educación emocional si no hago en mí un proceso
de autoconocimiento, de transformación, si no digiero y si
no integro esas habilidades y esas herramientas en mi vida
diaria. No hay nada más contagioso que el ejemplo, que el
modelado, que el ver que la persona referente hace y pone
en práctica eso que está enseñando”, destaca.
CÓMO GESTIONAR LAS EMOCIONES
Una de las primeras habilidades socioemocionales que los
docentes y los adultos en general deben trabajar es, en
su opinión, la autoconciencia en términos de ser capaz de
percibir sus propias emociones, no negarlas ni reprimir-
las, especialmente aquellas que sean desagradables. Lo
mejor es aceptar que están y frente a eso, trabajar las ha-
bilidades socioemocionales de identificar cuáles son esas
emociones, comprenderlas y, por supuesto, regularlas en
forma adecuada.
Aprender a entender que las emociones son men-
sajes que debemos atender y que “todas” (agradables
o desagradables) deben ser aceptadas y validadas, nos
permite conocer mejor nuestras necesidades y las de los
demás, sostiene.
La regulación emocional implica ser capaz de poner
en marcha estrategias que ayuden a gestionar todas las
“La educación emocional
necesariamente empieza
por el adulto. No hay
educación emocional si no
hay una transformación
por parte del profesorado,
si no hay una capacitación
y más importante
aún, un seguimiento”,
recomienda Ruth Castillo.
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fesor de valores o el tutor/a, son todos los profesores: el
de Matemática, el de Educación Física, el de Lenguaje, el
de Inglés, cualquiera en un determinado momento puede
detener la clase porque hay dos alumnos enfadados y sabe
cómo gestionar ese conflicto, no lo deriva directamente al
departamento de Orientación. Y, por supuesto, se integra
a la familia, porque los padres deben saber cómo gestio-
nar una emoción de tristeza, cómo comunicarles algo a sus
hijos y, en definitiva, cómo conectar con sus emociones”.
Un estudio realizado a una muestra de 131 niños de
primaria de una escuela de La Rioja (España) demostró que
“solo” formando al profesorado (en el método Ruler), los
alumnos reducían los índices de síntomas emocionales ne-
gativos y el desajuste clínico. Es decir, respecto a un grupo
de control, disminuían ciertos problemas de ansiedad, de
depresión, de estrés social. Y este impacto está dado por
la influencia del adulto, en este caso del docente.
“La educación emocional necesariamente empieza
por el adulto. No hay educación emocional si no hay una
transformación por parte del profesorado, si no hay una
capacitación y más importante aún, un seguimiento. No
basta con dar un curso, que lean un libro o asistan a un
seminario, es necesario darles apoyo o
coaching
, un aseso-
ramiento continuo para que puedan plantear sus inquietu-
des, pues es natural que surjan dudas al iniciar una forma
diferente de educar”, recomienda la experta.
4 Prácticas del Método Ruler
para trabajar la educación emocional en el colegio o en el hogar:
Y aunque más de alguna vez, a Ruth Castillo le ha pa-
sado que profesores le dicen que no tienen tiempo para
abordar la educación socioemocional, que no pueden
quitar de su clase un contenido para trabajarlo, ella aclara
que no se trata de eso, o de añadir fichas o trabajos, sino
de integrar la educación emocional a la pedagogía, a la
forma de enseñar: “Se trata de atender a las emociones de
los alumnos mientras se está enseñando, verlo como una
forma diferente de acercarnos y de favorecer el proceso de
enseñanza y aprendizaje”.
Y esto hoy es más importante que nunca. “Yo aquí en
España, donde llevamos más de 50 días confinados en
casa a causa del Covid-19, estoy destinando 10 minutos
de mis clases (en formato virtual) para preguntar a mis
estudiantes cómo se sienten y que compartan sus emocio-
nes, incluso para que hagan algún tipo de actividad donde
puedan reflexionar y hacer un chequeo interior de sus
emociones”, concluye.
• El Acuerdo Emocional (Las Normas):
esta
herramienta está centrada en mejorar el clima
escolar. La idea es que las normas las generen los
alumnos a partir de cómo ellos se quieren sentir.
En definitiva, responde a dos preguntas: ¿cómo te
quieres sentir en el colegio o en tu hogar? y ¿qué
vas a hacer para experimentar esos sentimientos?
• Medidor emocional:
consiste en un gráfico con cuatro
cuadrantes de colores. En él, las emociones se miden
en función de dos ejes: el mental y el físico. Así, los
niños las clasifican en más o menos agradables o
desagradables. Y valoran si la energía con que las
sienten es alta o baja. Finalmente, colocan la emoción
en el cuadrante correspondiente y de ese modo,
aprenden a poner nombre a las emociones que
sienten. Esta herramienta también puede aplicarse
a la familia y bien usada, es una oportunidad para
crecer juntos y sentirse más conectados.
• Meta-momento:
se trata de una herramienta que
ayuda a los niños a regular sus emociones, pues
permite aumentar el espacio de tiempo entre
el momento en que se detonó un estímulo que
les afectó emocionalmente y el momento en
que responden frente al mismo. Así recuperan
el control para poder reflexionar y actuar cómo
realmente querrían hacerlo y no de manera
impulsiva o automática.
• El Plano Emocionalmente Inteligente o
Blueprint
:
es una suerte de guía breve que ayuda a la
resolución de conflictos, el desarrollo de la empatía
y la toma de perspectiva. Incluye preguntas
basadas en la inteligencia emocional, y de ese
modo alienta a los niños y los adultos a entender y
considerar el punto de vista del otro, y a identificar
soluciones constructivas.
Más información:
Libro “Permission to Feel” de Marc Brackett (fundador y
director de Yale Center for Emotional Intelligence), en inglés.
Pronto a la venta la edición en español.
Yale Center for Emotional Intelligence:
www.ycei.orgRuler:
www.rulerapproach.orgTwitter: @castillogualda @rulerapproach @YaleEmotion
Instagram: @revolucionandoelaula @ruler_approach