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Revista de Educación Nº 384
CULTURA
Literatura infantil en los ojos de
escritoras chilenas
De acuerdo a las investigaciones de
Memoria Chilena (DIBAM), los primeros
textos de literatura infantil editados en el
país datan de la etapa en que se instauró
la imprenta en 1812, inaugurado con el
primer periódico “La Aurora de Chile”. Se
trató de libros de carácter pedagógico
y religioso, en su mayoría escritos por
sacerdotes españoles para educar a los
niños chilenos.
Al cambiar el siglo, surgieron nuevas
tendencias y autores cuya preocupación
central fue educar mediante métodos
didácticos. En 1908 apareció la revista
“Peneca”, de la Editorial Zig-Zag y
posteriormente otras similares además
de los primeros cuentos de escritores
chilenos, entre ellos “Aventuras de Juan
esparraguito o el niño casi legumbre”,
de Agustín Edwards, considerado un
verdadero tesoro bibliográfico.
Entre 1924 y 1926 Gabriela Mistral
escribió una serie de cuentos infantiles en
verso, basada en los aplaudidos “Cuentos
de antaño”, que en 1697 escribió Perrault
, además de “Blanca Nieves en casa de los
enanitos”, escrito en el siglo XIX por los
hermanos Grimm. De esos cuatro cuentos
el que tuvo más repercusión fue la versión
de Caperucita Roja, dado que apareció
en un libro de lectura del educador
uruguayo Gastón Figueira y en El Lector
Chileno, de Manuel Guzmán Maturana,
que circuló como libro de lectura en las
escuelas chilenas durante varias décadas.
Casi 90 años después de ser escritos (en
2012), estos cuatro cuentos versificados
fueron publicados en forma de libros
independientes, gracias al aporte del
Fondo del Fomento del Libro y la Lectura.
En relación a la literatura para niños
Mistral estaba convencida que debía estar
inspirada en el folclor. “La primera lectura
de los niños sea aquella que se aproxima
lo más posible al relato oral, es decir, a los
cuentos de viejas y a los sucedidos locales”,
decía y agregaba que “en la poesía popular
española, en la provenzal, en la italiana
del medioevo, creo haber encontrado el
material más genuinamente infantil de
rondas que yo conozco”.
Ella quería cultivar en los niños el amor
hacia la belleza, la educación de los
sentimientos, la naturaleza y el paisaje
vernáculo. “Para ellos, escribió poesía
y cuentos en tono modernista, que nos
evocan los escritos de Rubén Darío, José
Marti y Oscar Wilde. Son relatos delicados
y filosóficos como “Por qué las rosas
tienen espinas”, “La raíz del rosal” y “Por
qué las cañas son huecas”, con profundos
simbolismos y riqueza de léxico”, señala
el escritor chileno Manuel Peña en su
reflexión sobre las versiones poéticas de
los cuentos clásicos de la poeta.
Gabriela Mistral hizo un llamado a los
docentes: “La faena en favor del libro que
corresponde cumplir a maestros y padres
es la despertar la apetencia del libro,
pasar de allí al placer mismo y rematar
la empresa dejando un simple agrado
promovido a pasión. Lo que no se hace
pasión en la adolescencia se desmorona
hacia la madurez relajada”. Y enseguida
recomienda: “Hacer leer, como se come,
todos los días, hasta que la lectura
sea, como mirar, ejercicio natural, pero
gozoso siempre”.
En el siglo XX otras escritoras destacaron
también en la literatura infantil. Marta
Brunet (Premio Nacional de Literatura
1961), autora de “Cuentos paraMarisol”, en
1938, donde una niña lectora y amante de
la naturaleza, critica la sociedad patriarcal
y se rebela ante las convenciones de la
clase alta a la que pertenece. En sus
cuentos Brunet va mostrando varios tipos
de niños, todos observadores críticos de
su entorno y que ansían la libertad. Otros
títulos: “Humo hacia el Sur”, “Reloj de sol”,
“La nariz”.
Y Marcela Paz (Ester Hunneus), se hizo
famosa por la saga de “Papelucho”, serie
protagonizada por un niño de ocho años,
que relata sus peripecias y conflictos
dando cuenta de la relación distante con
sus padres, y un sentimiento de soledad
en medio del mundo adulto. El primero
de los 12 tomos, fue publicado en 1947 y
el último en 1974. Hasta hoy “Papelucho”
es considerado lectura obligada en el
currículo escolar.
Le han seguido autores contemporáneos,
entre los que destacan: Alicia Morel,
Hernán del Solar, María Silva Ossa, Lucía
Gevert, Cecilia Beuchat, María Eugenia
Coeymans, Felipe Alliende, Saúl Schkolnik,
Héctor Hidalgo, Manuel Gallegos, Víctor
Carvajal, Manuel Peña Muñoz, este
último además de escribir ejerce como
investigador de literatura infantil chilena
y latinoamericana, haciendo un valioso
aporte a nuestra cultura.