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REVISTA DE EDUCACIÓN /

convivencia

La solución provino desde el centro del

currículum: a través de la adaptación de

la especialidad de elaboración industrial

de alimentos, se diseñó una alternativa

de formación exclusivamente para los

estudiantes con necesidades educativas

transitorias y permanentes.

El establecimiento conversó con los

padres y les ofreció un certificado de

competencias que reemplaza el título

técnico de nivel medio, convirtiéndose

en una alternativa real de formación

para sus pupilos.

Paralelamente, el liceo otorga

licenciatura de educación media, de

modo que los estudiantes pueden

insertarse en el mundo laboral o

proseguir sus estudios, de acuerdo

las posibilidades de cada uno. Algo

especialmente significativo en el

contexto de un establecimiento con un

índice de vulnerabilidad escolar del 95%,

donde el rol de estos jóvenes puede ser

la clave para el sustento del hogar.

De los trece módulos que contempla la

especialidad de Elaboración Industrial

de Alimentos para 1° y 2° medio, se

seleccionaron los seis más sencillos y

con procedimientos más repetitivos,

como panificación, elaboración de

productos del mar y embalaje, los que

se imparten para todos los estudiantes

en conjunto con el plan común de la

educación media.

El programa de los estudiantes de 3°

medio D, que es el curso de integración,

reemplaza las asignaturas restantes por

módulos complementarios, que tienen

alternativas como repostería, talleres de

arte, escritura y computación.

En 2014 ya eran 17 los estudiantes

graduados bajo esta modalidad,

muchos de los cuales hoy trabajan

en supermercados y panaderías,

presentando una tasa de empleabilidad

incluso superior a la media del

establecimiento.

Actualmente, el Liceo Manuel Blanco

Encalada entrega tres especialidades:

Acuicultura, Servicios de Turismo y

Elaboración Industrial de Alimentos. Y

fue esta última especialidad la que fue

adaptada para atender la diversidad.

Con el proyecto “Transición a la vida

adulta” pudieron convertirse en uno de

los ganadores del concurso DesarrollaT,

premio que además de reconocerlos

por su experiencia, les permitió mejorar

el equipamiento de los módulos

complementarios que el liceo imparte

para los estudiantes con Necesidades

Educativas Especiales.

El propósito de este concurso es que

“los jóvenes reciban una educación

técnica de excelencia, que les abra más

oportunidades para que puedan aportar

al desarrollo de sus comunidades y del

país. Esto, a través del fortalecimiento

de competencias directivas y docentes,

generando redes e instalando la

educación técnica en el debate público

nacional”, argumentan sus creadores.

Finalmente, Manuel Alarcón concluye

que “en un comienzo ocasionó algunos

conflictos internos llevar a cabo este

proyecto siendo un liceo municipal con

altas deficiencias sociales, económicas

y culturales, ya que ello significaba

más trabajo para los docentes. Tuvimos

que hacer adecuaciones curriculares

y evaluaciones diferenciadas. En la

práctica, eso significaba elaborar una

prueba diferente para estos jóvenes y

plantear las clases de una manera más

lúdica e interactiva. Sin embargo, nos

llevó a enfrentar trabajos colaborativos

entre especialistas como educadoras

diferenciales, psicopedagogas, psicólogo

y los profesores de aula común de las

diferentes asignaturas, con el único

objetivo de dar una respuesta educativa

real a ellos”.

¿Cómo se implementó

el proyecto?

De izquierda a derecha: Manuel Alarcón (director Liceo), Rafael Garmendia (jefe UTP), Karina Muñoz (profesora y encargada del PIE del liceo),

Edmundo Soto (alumno) y Juan Mora (inspector general).