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Revista de Educación •

Cultura

SE DESCUBREN LOS VENTRÍCULOS CEREBRALES

El médico cirujano y filósofo griego Galeno (129 a.C),

considerado uno de los más completos investigadores mé-

dicos de la Edad Antigua, se basó en la descripción de la

estructura y los ventrículos cerebrales de Herófilo y Erasís-

trato (siglo III a.C.) para asegurar que facultades como la

memoria, la emoción, los sentidos y la cognición residen

en los ventrículos, éstos últimos son definidos como: “Pe-

queñas cavidades en las que se genera un líquido que pro-

tege el tejido cerebral”.

Durante la Edad Media (1100-1500 d.C.) se comien-

zan a realizar primitivas cirugías y experimentos en forma

clandestina, ya que la Iglesia prohíbe diseccionar el cuerpo

humano y estudiar anatomía. La conocida figura del barbero

o peluquero se convierte en la del cirujano ambulante que

acude a “extirpar” la denominada “piedra de la locura”. Por

ese entonces se extiende la creencia de que las enfermeda-

des mentales tienen su origen en las protuberancias cere-

brales, y el curandero las extrae haciendo un corte pequeño

en el cráneo del paciente. Luego de un rápido juego de

manos, el improvisado “cirujano” muestra al paciente y sus

familiares la piedra causante de la locura. Así los enfermos

se dan por sanados. Cabe destacar, que en aquella época

seguía vigente la pronoia (diagnóstico sin preguntar al pa-

ciente). Se demonizaba a los enfermos psíquicos y se creía

en la magia de los amuletos y reliquias de santos.

“Sin embargo, son los clérigos doctos, los que practi-

can de una manera extremadamente cuidadosa la medici-

na para no actuar en contra de la prohibición clerical”, se-

gún Marta Font en su crónica “El cerebro, de los egipcios

hasta hoy”, publicada en La Vanguardia.

Y agrega que en pleno Renacimiento (año 1543) el

conocimiento sobre anatomía, sin el peso avasallador de

la Inquisición, muestra algunos avances. En ese momen-

to surge Andrés Vesalio, científico belga y profesor de la

Universidad de Padua, quien realiza estudios anatómicos

y publica “De Humani Corporis Fabrica”, el primer tratado

de neurología, que consta de 10 tomos y es considerado

la base de la anatomía cerebral moderna. En su estudio

descubre que el cerebro de algunos mamíferos tiene la

misma estructura que el de los humanos. Pero, dado que

aquellos no disponen de razonamiento, los ventrículos no

pueden albergar funciones como la emoción o la memoria.

Se describe al detalle el cráneo, la calota o bóveda craneal

y la base del cerebro. La obra tiene más de 300 xilografías

que ilustran las diversas partes del cuerpo humano vistas

desde el ojo experto de un cirujano.

En una etapa del siglo XVI en los círculos de intelectua-

les, se empezó a hablar de la anatomía de los tres espíritus

galénicos: el “natural” en el hígado, el “vital” en el corazón

y pulmones, y el “animal” en el cerebro, desde el cual sal-

dría distribuido por los nervios a todas partes del cuerpo. Y

entre las obras sobresalientes también está la “Opera phi-

losophica”, de Nicolás Steno, quien parte diciendo que se-

ría una bendición para el género humano si esta parte del

cuerpo, que es la más delicada de todas y que es frecuente

víctima de peligrosos desórdenes, fuera bien atendida,

como algunos filósofos y anatomistas se imaginan debe ser.

“El cerebro, la obra maestra de la Creación, es casi desco-

nocido para nosotros. Necesitamos estudiar, en disección,

esta vasta masa que constituye el cerebro para tener razón

de queja por tal falta de conocimiento”.

Durante la Edad Media se comienzan a

realizar primitivas cirugías y experimentos

en forma clandestina, ya que la Iglesia

prohíbe diseccionar el cuerpo humano y

estudiar anatomía. La figura del barbero

se convierte en la del cirujano ambulante

que acude a “extirpar” la denominada

“piedra de la locura”.