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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Revista de Educación Nº 376

¿QUÉ IMPACTO ESTÁN

TENIENDO LAS NUEVAS

TECNOLOGÍAS EN LOS NIÑOS

Y JÓVENES?

Las tecnologías son instrumentos para

hacer lo que queramos hacer, de modo que

nosotros somos siempre responsables de lo

que pasa con ellas según lo que queremos

obtener, realizar y conservar. Podemos

volvernos adictos a algunas tecnologías,

lo cual nos enajena, o usarlas con sentido

social para cosas que de otra manera no

podríamos hacer.

En una vida cotidiana sin celular o internet,

mentimos, engañamos, violamos acuerdos

y normas de convivencia, pero también

nos acompañamos, decimos la verdad,

somos honestos, cumplimos acuerdos,

colaboramos. Pero con celulares e internet

hacemos lo mismo que sin ellos, de modo

que no es la tecnología lo que guía nuestro

vivir y convivir, sino que nuestros deseos… lo

que queremos hacer, y lo que no queremos

hacer, lo que queremos conservar y lo que

no queremos conservar. Y es precisamente

por esto que los seres humanos, las

personas, somos siempre responsables de

los mundos que generamos en nuestro vivir

y convivir.

Lo fundamental de la educación es que los

niños crezcan en un ámbito de convivencia

en el que se transformen espontáneamente

en ciudadanos dignos, a los que les guste la

honestidad, la equidad, la colaboración, la

responsabilidad,… y que vivan la ternura en

las relaciones de convivencia, conscientes

de que eso es lo que la familia quiere vivir

y convivir, aunque a veces no sucede así. La

tarea de la escuela es potenciar ese vivir y

convivir en un ámbito de apertura reflexiva

y de colaboración.

HOY SE HABLA MUCHO DE

INCLUSIÓN, DE ACEPTARNOS

EN LA DIVERSIDAD. ¿USTED

CREE QUE PODEMOS LLEGAR

A ENCARNAR CON ÉXITO LA

INCLUSIÓN EN LA ESCUELA Y

EN LA SOCIEDAD?

Hay que pensar cómo estamos viviendo,

qué exclusiones estamos haciendo que

tenemos que preocuparnos de la inclusión.

Tenemos que revisar cómo estamos

conviviendo en la familia y en la escuela

para salir de los hábitos culturales de

exclusión en que vivimos.

Supongamos que recibimos niños en

distintas condiciones, a lo mejor algunos

sucios o sin bañarse. Tenemos que

conducirnos como maestros de tal manera

que todos sean igualmente legítimos,

cuidarnos de no hablar de tal manera que

establezcamos la discriminación. Puedo

decir: “Este niño es de una población

callampa” y así establezco la discriminación,

o decir: “Tenemos que preocuparnos de

este niño porque viene de un lugar muy

desamparado”. Ahí me he cuidado con mi

expresión de no validar la discriminación.

No es fácil, y es por eso que la formación

de los profesores y profesoras es muy

importante.

¿QUÉ PIENSA DE LA

COMPETITIVIDAD COMO

PARADIGMA DE VIDA?

En el competir negamos y desvalorizamos

al otro y a nosotros mismos: nuestra actitud

no es la de hacer bien lo que hacemos.

La invitación no debe ser a hacer algo

mejor que otro, sino que a hacer las cosas

bien porque uno quiere hacerlas bien.

Escuchemos la pregunta del niño o niña:

“Mamá, papá, ¿cómo se hace?” Él o ella

quiere hacer algo bien, pero para eso tengo

que mostrarle cómo se hace. El competir

como paradigma de vida es “perverso”

porque niega la colaboración, el mutuo

respeto y la posibilidad de un proyecto

común. El hacer bien lo que se hace se

funda en el entender lo que se hace y por

qué o para qué.

¿CUÁL SERÍA UN PARADIGMA

DE REEMPLAZO?

La colaboración.

¿QUÉ CONSEJO DARÍA A

LOS DOCENTES PARA QUE

PROMUEVAN LA INCLUSIÓN

EN EL AULA?

El tema fundamental es si queremos o no

convivir. Si soy profesor, mi tarea es acoger

a los niños y niñas que son mis alumnos y

generar un espacio de convivencia en el cual

ellos y ellas se transformen en ciudadanos

serios y responsables en el mutuo respeto,

en la confianza de que todos son inteligentes.

Tienen necesidades distintas, sí, pero no

infinitamente distintas. Sus dificultades

surgen de conflictos emocionales, de

deseos contradictorios. A veces un profesor

no escucha a un niño o niña a quien le

cuesta una materia porque su atención está

puesta en los más avanzados y entonces lo

o la condena a que siga así en el dolor del

abandono porque no le puso atención.

Los menores quieren hacer bien las cosas,

a menos que tengan miedo, hayan sido

rechazados o discriminados. La tarea de los

maestros es educarlos con la convicción de

que si uno de ellos está atrasado es porque

ha sido abandonado, no porque no tenga

capacidad. Si le da parte de su tiempo, si lo

atiende o se ocupa de que un compañero/a

lo ayude, él o ella va a aprender.

¿EMPIEZA A TENER

CONFIANZA EN SÍ MISMO Y

EN LOS DEMÁS?

Sí. Todos los seres humanos somos

inteligentes, a menos que hayamos tenido

algún daño por una situación particular en el

embarazo o algo así. Las diferencias no están

en la inteligencia, sino en las emociones y la

historia vivida.

Me acuerdo que en el colegio yo no aprendía

a leer y le dijeron a mi abuela, con quien

vivía, que era tonto. Ella dijo: “No, el niño

no es tonto. Si no aprende a leer, quiere

decir que no ve. Llevémoslo al oculista”. Y

efectivamente necesitaba anteojos.