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PROTAGONISTAS

Revista de Educación Nº 376

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Lo primero que le llamó la atención al

entrar a su sala fue el ruido de globos que

comenzaron a ser reventados. Él cree que

eso se produjo porque “los estudiantes

de segundo básico de Hanan Al Hroub no

se concentraron en la tarea de escribir

problemas de aritmética en los globos.

En cambio, estaban mirando al intruso, a

mí, un alto periodista alemán que había

entrado en el salón para conocer a la “Miss”,

que recién había ganado un premio global

de educación por un millón de dólares. Y

estaban reventando los globos”.

Y es que los alumnos de Hanan –quien nació

en un campo de refugiados de Dheisheh,

en Belén- juegan en clases. Ella inventa

todo tipo de actividades: competencias

de lenguaje con calcetines letrados (cada

calcetín tiene una letra), funciones de

títeres para lo cual acondicionó un viejo

tendedero de ropa como teatro, globos en

los que los niños escriben con plumones.

Incluso las baldosas del piso las pintó como

un tablero, para que los alumnos avancen

cuando respondan bien las preguntas de

alguna asignatura. Siempre al ritmo de

canciones, gritos de ánimo y aplausos.

EL SENTIDO DEL JUEGO

En el relato del “New York Times” aludido

anteriormente, Hanan le contó al periodista

que uno de los niños allí presente estuvo

a punto de ser expulsado por matón. “El

padre del niño le rogó a Hroub que trabajara

con él, cosa que ella aceptó a condición de

que los padres prometieran no pegarle. El

día del ejercicio con los globos, Hroub lo

regañó dos veces, pero también lo colmó de

elogios cuando terminó su trabajo. Cuando

agarró un lápiz ajeno y empujó a una niña,

ella amablemente lo sentó junto a uno de

los niños mejor portados. “Este niño que

ven ahora es diferente del que entró en mi

salón”, declaró”.

Y es que en las aulas de la escuela Samiha

Khalil, los alumnos de la profesora palestina

se refugian del convulsionado entorno que

se vive en las calles. “Están profundamente

afectados por el ambiente. La violencia

de algunos de ellos es justamente una

reacción a la violencia que los rodea. Yo

busco entregarles un lugar seguro para el

aprendizaje. No puedo influir a gran escala

en lo que ocurre, pero sí en mis alumnos.

Ésa es mi filosofía”, señaló hace poco a “The

Guardian” y otros medios de prensa.

De hecho, lo que motivó a Hanan a ser

profesora fue la cruda experiencia que

vivieron el año 2000 dos de sus hijas y su

marido, Omar, cuando se trasladaban en

auto desde el colegio. Fueron atacados

por soldados israelíes, en un puesto militar

cerca de Belén. Solo él, que pasó 10 años

en prisiones israelíes por verse involucrado

en un atentado en Hebrón, resultó herido

en un hombro.

Las consecuencias de aquel episodio

fueron inmediatas: las niñas se despertaban

gritandoen la noche y se volvieron agresivas.

“Los maestros de su escuela no estaban

capacitados para lidiar con eso y yo temía

estar perdiéndolas”, ha contado Hanan

en reiteradas oportunidades. Entonces,

ella comenzó a inventar juegos que las

calmaban, entretenían y les permitían ser

más receptivas al aprendizaje. Luego, optó

por aplicar esa metodología a mayor escala

y por ello, decidió estudiar pedagogía. “Si

los niños que sufren a causa de la violencia

no reciben la ayuda y apoyo que necesitan,

se van a perder”, dijo.

No era la primera vez que cursaba estudios

superiores, antes de casarse ingresó a

Pedagogía Básica en la Universidad de Al

Quds, pero debió abandonar su carrera

cuando las universidades de Palestina

fueron cerradas tras el inicio de la primera

intifada contra Israel, entre 1987 y 1993.

Sus esfuerzos la han hecho merecedora del

“Global Teacher Prize 2016” -considerado

el “Nobel de la Enseñanza”-, que entrega

la Fundación Varkey y es patrocinado por

el Vicepresidente de los Emiratos Arabes

Unidos, Sheikh Mohammed bin Rashid Al

Maktoum.

Los alumnos de Hanan Al Hroub

–quien nació en un campo de

refugiados de Dheisheh, en Belén-

juegan en clases. Ella inventa todo

tipo de actividades: competencias

de lenguaje con calcetines letrados

(cada calcetín tiene una letra),

funciones de títeres para lo cual

acondicionó un viejo tendedero de

ropa como teatro, globos en los que

los niños escriben con plumones.