

MINISTERIO DE EDUCACIÓN
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Un reporte reciente emanado de la Superintendencia de Educación
puso en el tapete un fenómeno recurrente en el ámbito escolar: la
discriminación. Las cifras más preocupantes de esta práctica se
registran en la educación básica, que concentra el 63,9% de las 1.456
denuncias recibidas por la institución en esta área, en el informe
2013-2014. Y de ese total, el Síndrome de Déficit Atencional (SDA)
ocupa el primer lugar de las denuncias, con un 51%.
discriminación escolar, recibidas en
2013 y 2014, reveló que el 51% de
éstas afecta a alumnos y alumnas con
Síndrome de Déficit Atencional, trastorno
descubierto en 1865 y que se caracteriza
por dificultades de concentración,
impulsividad e hiperactividad.
La cifra ubica este trastorno como
la primera causa de denuncias en
esta área, por sobre las categorías de
discapacidad física y/o intelectual (18%);
características físicas y/o apariencia
personal (10%); problemas de salud (8%);
embarazo y maternidad (6%); orientación
sexual e identidad de género (3%);
inmigrante o distinto origen racial (2%) y
opción religiosa (2%).
Del total, la mayor parte de las denuncias
se concentran en la educación básica
(63.9%), seguidas de la educación media
(20,7%), siendo el género masculino el
más afectado, con más del 65%.
Para el superintendente de Educación,
Alexis Ramírez, la discriminación en
todas sus versiones debe ser erradicada
de las salas de clases. “El proceso de
aprendizaje –sostiene- requiere de un
sentido de pertenencia, de una identidad
escolar y, cuando hay vulneración de
derechos, ese nexo se fractura, afecta
la capacidad de aprendizaje y muchas
veces deja huellas de por vida”.
Un ejemplo lo entrega la propia Gabriela
Mistral, quien nunca olvidó lo vivido en la
escuela de Vicuña, cuando tenía 10 u 11
años de edad.
El poeta e investigador de la vida y obra
de la Nobel, Jaime Quezada, relata que
Lucila estaba encargada de entregar
hojas de cuadernillos a sus compañeras
para las tareas diarias, y que éstas,
aprovechando su timidez, en vez de
quedarse con una o dos, sacaban más.
El resultado fue que al final de mes faltó
el material y se acusó a Gabriela de
habérselo robado.
“La misma poetisa cuenta que las niñas
recogían piedras en sus delantales para
tirarle cuando salía del colegio, lo que le
afectó emocional, moral y físicamente. Es
un hecho que ella fue objeto de bullying y
discriminación”, sostiene, junto con hacer
ver que quizás ese episodio la fortaleció
para enfrentar las duras pruebas que le
deparaba la vida.
Para la neuropsiquiatra infanto-juvenil
Amanda Céspedes, la discriminación
no es aceptable, menos si afecta a
escolares diagnosticados con Síndrome
de Déficit Atencional, trastorno
que define como una condición de
inmadurez, en la zona pre frontal, de la
función ejecutiva de la administración de
la inteligencia emocional.
“Hay –dice- un 15% de los niños y niñas
que presentan esta condición. De ese
15%, el 12% es relativamente leve y se
puede conducir razonablemente bien al
interior del aula. El 3% restante presenta
una conducta disruptiva, muy difícil de
abordar, donde los fármacos –si están
bien administrados- aparecen como un
recurso para mantenerlos en el aula”.
El abordaje de esta problemática en
la sala de clases, la ve en tres fases.
“El primer eslabón –explica- es lo
descriptivo: Este niño presenta tales
problemas al interior del aula, altera
la convivencia, en fin. Luego, viene la
dimensión operativa, ¿qué hago con
él? Y básicamente lo que se hace es
aplicar criterios disciplinarios, tratando
de modificar la conducta del niño, pero
falta el eslabón explicativo, sobre por
qué se produce. Y cuando uno le enseña
al profesor esa fase, es impresionante
cómo puede manejar, modificar e incluso
eliminar, no digo la totalidad, pero por lo
menos la mitad de las situaciones”.
La discriminación marca de por vida