A poco más de dos meses de asumir la cartera de Educación, Nicolás Cataldo, profundiza los temas que han copado el debate educativo. Junto con destacar que lo fundamental es reactivar los aprendizajes y volver a asistir a clases, invita a reflexionar “qué educación queremos para los próximos 10 o 15 años”. “Hoy es cuando más tenemos que desnudar los problemas de la educación para poder enfrentarlos (…) Cuando uno mira las escuelas que están con un deterioro de infraestructura importante, cuando a los municipios no les alcanza para pagar los sueldos, solo queda reconocer los problemas que tiene el sistema y convocar a todos a colaborar en un esfuerzo país, que nos permita mejorar estructuralmente”. Lee la conversación completa que la autoridad sostuvo con la Revista de Educación.
Ministro, mirando en retrospectiva, ¿pensó alguna vez que llegaría a ser la máxima autoridad en educación? ¿Cuál fue su reacción cuando lo convocaron a volver a trabajar al ministerio, pero ahora como ministro?
Una cosa es imaginarlo, pensar en la hipótesis de llegar a serlo, como cuando era niño y alguna vez pensé que iba a jugar fútbol en el Barcelona. Me puse en la hipótesis de qué haría si estuviera como ministro. Ahora, pensar que eso iba a ocurrir, no. El Presidente de la República Gabriel Boric ha confiado en nosotros, en nuestro equipo y en mí.
Recuerdo el primer día que llegué al Mineduc, todo fue muy rápido: el cambio de mando fue a eso de las 14:00 horas, luego el traspaso y hablar con los equipos de Subdere y despedirnos. De ahí a las 16:30 nos vinimos para acá, me junté con el exministro, nos saludamos y conversamos un poco. Nos reunimos con los equipos de confianza, teníamos que ver varios temas urgentes.
Llegué a mi casa cerca de las 23:00 horas, y mi señora y mi hijo me estaban esperando para conversar. Cuando se fueron a dormir, ahí recién entré en razón de todo lo que significa esto, porque no son solo cerca de 14 billones del presupuesto del país, sino que son 3 millones y medio de estudiantes en educación escolar, 1 millón 200 mil en educación superior, y 700 mil en educación inicial. Estamos hablando de la vida de millones de personas que uno marca con las decisiones que se toman todos los días, aunque nunca se está solo en esa labor. Esto, a su vez, me permite llevar esta labor con calma y con un poco de humildad también, no solo con el subsecretario y subsecretarias, sino que con todos los equipos técnicos, profesionales, tanto con los de confianza, como con los de línea que hacen funcionar el Ministerio todos los días.
Uste hizo una cosa que no se hacía hace años aquí, que fue juntarse con los funcionarios.
Sí, el Ministerio estaba repleto…
Al final de su discurso todos los funcionarios aplaudieron, porque estaban contentos, se notó que fue una cosa totalmente real.
Sí, eso fue muy emocionante.
Ministro, ¿quién o quiénes lo inspiraron para convertirse en profesor? ¿Qué papel jugó la familia en su decisión?
(Sonríe) Mi familia jugó el papel inverso. No querían que fuera profesor, querían que estudiara para ser abogado o alguna ingeniería. Pero yo quería ser profesor, y esa decisión la tomé partiendo la enseñanza media. Recuerdo al profesor (Guillermo) Toledo, que me enseñaba historia, era extraordinario, y como siempre fui bueno para la historia nos caímos en gracia. Eso fue en primero medio. Y después lo volví a encontrar cuando hice mi práctica, en un liceo que quedaba muy cerca de mi Facultad. Fue una persona muy importante, formador.
En el Liceo Eduardo de la Barra, donde cursé segundo medio en adelante, pasé los mejores años de mi vida. Disfruté mucho de la enseñanza media, las amistades, las actividades extracurriculares, cantaba en el coro, muy buen coro por lo demás. Participaba en el equipo de atletismo, estaba en la selección de fútbol, era parte del centro de estudiantes, estaba en la pastoral juvenil, pololeaba… Había tiempo para todo, como buen adolescente.
El liceo te entregaba todas esas herramientas y veíamos la pasión de los profesores, varios de ellos eran además profesionales de otras áreas, por ejemplo: el de biología era médico, los de historia eran abogados, mi profesora del coro era docente de Dirección Coral en la Universidad de Playa Ancha, en la carrera de música. Y era un liceo público.
El profesor López, de Historia, de él me acuerdo harto porque nos llevábamos muy bien. Entonces, eran muy buenos profesores y todos ellos con mucha vocación. Todo eso terminó de consolidar mi idea de ser profesor. Luego, el destino me trajo a Santiago, pero siempre ligado a la educación. Ahí conocí también a profesores extraordinarios.
Trabajé con Mario Astorga, ministro de Educación Pública en el gobierno del Presidente Salvador Allende. Él fue un extraordinario profesor, con mucha experiencia, sabiduría y voluntad de seguir enseñando. También recuerdo a Guillermo Scherping, quien fue parte del Colegio de Profesores. Él como docente me enseñó mucho, y no solamente desde el punto de vista educativo y técnico, sino que también desde el punto de vista político. Otras personas también me fueron marcando, porque la educación no siempre tiene que estar asociada a estar en una sala de clases. Uno, desde distintos ángulos y formas, puede contribuir a esta tarea que además tiene todas las aristas que tienen las políticas públicas, como investigación, interdisciplinariedad y aula.
Recuerdo a Leonardo Jeffs en la universidad, quien guía mi proyecto de tesis. Fue profesor normalista, se perfeccionó, hizo posgrados, y gracias a sus estudios terminó siendo director del Instituto de Historia, donde fue director de carrera.
¿Cómo percibe la educación actual?
Este es un escenario complejo. Las autoridades tienden a eludir ser demasiado explícitos en los problemas, pero hoy es cuando más tenemos que desnudar los problemas de la educación para poder enfrentarlos y para hacer un llamado a todos los sectores políticos a unirse detrás de una gran cruzada por la educación pública y por la educación en general.
Todos dicen “reactivemos la educación, recuperemos lo perdido”, y la pregunta ahí es: ¿recuperando lo perdido, quedamos bien? Porque en el año 2019 los aprendizajes estaban estancados, y las evaluaciones internacionales mostraban cómo Chile no mejoraba sus resultados. El Simce tenía variaciones muy pequeñas, pero no al nivel del gasto público en educación que hay en un país como el nuestro. La asistencia promedio era de un 91%, eso tampoco quería decir que estaban yendo todos los niños a clases, porque ya teníamos un enorme problema, cerca del 10% de los niños tenía un porcentaje de inasistencia importante.
Todos se sorprendieron con el dato que entregó el exministro Marco Antonio Ávila el año pasado, donde se hablaba de 50 mil estudiantes desvinculados, y el año 2012 eran casi 70 mil. Entonces, cuando uno mira las escuelas que están con un deterioro de infraestructura importante, cuando a los municipios no les alcanza para pagar los sueldos, solo queda reconocer los problemas que tiene el sistema y convocar a todos a colaborar en un esfuerzo país, que nos permita mejorar estructuralmente. Y el foco no debe estar en mirar hacia atrás, pensando en cómo volver al tiempo antes de la pandemia, pues de lo que se trata ahora es de reflexionar y trabajar apuntando a qué educación queremos para los próximos 10 o 15 años. Cualquier país serio que haya avanzado en sus resultados educativos y haya evidenciado esos avances, es porque tomó decisiones de país, políticas públicas de Estado, que se sostuvieron en el tiempo.
Entrevista completa en: Revista de Educación N° 405.