Los sistemas de aseguramiento de la calidad de Inglaterra y de Chile tienen características similares: ambos clasifican a los establecimientos en base a su desempeño, y a los que les va mal, corren el riesgo de cerrar. Investigadores chilenos analizaron el modelo inglés y observaron que tenía las mismas consecuencias que el sistema chileno: una categorización negativa les impide mejorar y, de paso, acaba con la diversidad de enseñanza.
Los sistemas de aseguramiento de la calidad de Inglaterra y de Chile tienen características similares: ambos clasifican a los establecimientos en base a su desempeño, y a los que les va mal, corren el riesgo de cerrar. Investigadores chilenos analizaron el modelo inglés y observaron que tenía las mismas consecuencias que el sistema chileno: una categorización negativa les impide mejorar y, de paso, acaba con la diversidad de enseñanza.
Hace unas semanas, los investigadores chilenos Bernardita Muñoz-Chereau (psicóloga UC y doctora en Educación de la Universidad de Bristol) y Álvaro González (psicólogo UCV y director del Centro de Investigación para la Transformación SocioEducativa de la UCSH) se reunieron con el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, para presentarle un estudio sobre el impacto de la categorización de escuelas en Reino Unido, país que posee un sistema de aseguramiento de la calidad similar al chileno, donde se clasifica a los establecimientos en base a su desempeño y los que son mal catalogados corren el riesgo de cerrar.
En esta entrevista, explican cómo funciona la Oficina de Estándares en Educación, Servicios para Niños y Habilidades (Ofsted, por sus siglas en inglés), el símil de nuestra Agencia de Calidad de la Educación. Asimismo, cuál es el impacto que ese modelo tiene en las escuelas y su semejanza con el modelo chileno.
¿Cuáles fueron las conclusiones del estudio que realizaron?
Lo que encontramos es que el lenguaje de déficit, es decir, decirle a una escuela que es “Insuficiente”, genera un efecto negativo, que impacta no solo en la escuela misma y en sus profesores, sino que también en los apoderados y estudiantes y en la comunidad local. Esta categorización tiene un efecto negativo a lo largo del tiempo y hace que la entrega de una educación de calidad en una escuela rotulada así, sea más difícil. Hay un “efecto halo” de esta inspección que genera un círculo perverso, pues hace que los profesores no quieran trabajar en un lugar así, porque se piensa que es “insuficiente“, entonces buscan otra escuela. Lo mismo pasa con los padres; y las escuelas bajan su nivel de matrícula, lo cual hace más difícil el financiamiento. Eso deriva en que muchas veces tienen que juntar, por ejemplo, el 1° y 2° básico bajo un mismo profesor, lo que hace que enseñar el currículum sea más difícil.
Lo importante es entender que, sea cual sea el nivel de clasificación de una escuela, si divides a las escuelas diciéndoles que son de tal manera (categorizándolas), va a haber un efecto negativo, sobre todo para las que están trabajando con una realidad de mayor vulnerabilidad.
Usted decía que es necesario erradicar el lenguaje punitivo de la política pública…
Estas escuelas son fantásticas para trabajar con la diversidad, porque tienen estrategias para asistir a las familias y son una referencia importantísima para sus comunidades. Ayudan a los padres a conseguir trabajo, a resolver otras cosas que van más allá de la educación, y los profesores suelen apoyar a los estudiantes socioafectivamente. Hay un compromiso enorme de gente que realmente quiere hacer una diferencia en la vida de estos estudiantes. Por eso trabajan ahí, tienen un compromiso profesional enorme. Pero si tú les dices que son “insuficientes” en comparación con otras escuelas, dejas de mirar sus fortalezas y estas escuelas empiezan a sentirse inseguras, porque interiorizan esta clasificación. Entonces, en vez de ver lo que tienen, se focalizan en lo que les falta y eso no ayuda a mejorar.
¿Una clasificación así no permite diversificar el sistema?
Y tampoco permite ver ni valorar las cosas buenas que hacen estas escuelas. Efectivamente puede que no tengan un buen rendimiento académico medido en una prueba, pero hacen un montón de cosas que son extremadamente positivas, y que hacen mucho mejor que otras escuelas. Trabajan en contextos mucho más vulnerables, logran climas que son buenos, aunque fuera de ellas haya gangs (pandillas). Hacen un montón de cosas que la inspección no está mirando.
¿Qué impacto tienen estas evaluaciones y categorizaciones en las dinámicas pedagógicas del día a día?
Tienen varias cosas negativas. Lo primero es que los profesores empiezan a enseñar para prepararse para esta inspección, entonces se focalizan en partes del currículum que van a ser evaluados, estrechando dicho currículum. También se empieza a seleccionar veladamente a los estudiantes, el sistema excluye a algunos estudiantes para quedarse solo con aquellos que tienen mayor rendimiento. Hay muchas prácticas pedagógicas que se ven empobrecidas en estos sistemas de altas consecuencias, y eso hace más difícil que las escuelas puedan experimentar o innovar; no se atreven a equivocarse, porque saben que pueden ser cerradas, por ejemplo. Entonces empiezan a repetir prácticas como las de un preuniversitario: solo se preparan para el Simce, en vez de explorar, tomar riesgos, aprender con los alumnos y hacer las cosas más innovadoras. Hacen que toda la educación tienda a ser más estandarizada.
¿En Reino Unido también existe la sanción del cierre de escuelas?
Sí las cierran, lo han hecho. La política dice que después de recibir dos veces una categoría de desempeño deficiente en las inspecciones, la escuela debe ser cerrada. Al hacer eso, la pregunta es qué hacer con esa comunidad, porque a veces todas las otras escuelas que están a su alrededor también tienen la misma categoría de desempeño, que es lo mismo que pasa en Chile. Lo que hacen en esos casos es que cambian su RBD (el código del establecimiento), a veces cambian su infraestructura o su equipo directivo para volver a abrir, pero siguen enfrentando los mismos problemas.
El reportaje completo lo podrán leer en la Revista de Educación N 400