Las alumnas del Colegio Leonardo Da Vinci de Coquimbo, Katya Urqueta y Katherine Araya, junto a su profesora Norys Villarroel, recibieron el Premio a la Excelencia, en el concurso internacional Junior Water Prize, certamen destinado a destacar y difundir las mejores ideas para el cuidado del agua en todo el planeta. Las jóvenes sobresalieron entre […]
Las alumnas del Colegio Leonardo Da Vinci de Coquimbo, Katya Urqueta y Katherine Araya, junto a su profesora Norys Villarroel, recibieron el Premio a la Excelencia, en el concurso internacional Junior Water Prize, certamen destinado a destacar y difundir las mejores ideas para el cuidado del agua en todo el planeta. Las jóvenes sobresalieron entre los 30 países concursantes con “una solución relevante al problema de la sequía”. La novedosa fórmula permite cultivar lechugas y otros vegetales de consumo masivo en lugares áridos.
El mundo está experimentando la escasez de agua desde hace tiempo. La falta de lluvias y los cambios del fenómeno climático, son parte de los factores que ocasionan sequías periódicamente. Nuestro país no es ajeno a esta situación. Los últimos años han sido marcados por un déficit de precipitaciones, lo que ha disminuido notoriamente las reservas de aguas y afectado los suelos cultivables a lo largo del territorio.
Una de las iniciativas en Chile para dar ideas de solución el problema de la sequía de forma creativa y para propagar la inquietud por el tema medioambiental entre las nuevas generaciones, es el concurso Junior del Agua. En él se busca promover el interés por el recurso hídrico, a través de proyectos realizados por jóvenes científicos.
“Todo comenzó, cuando nosotras y otras compañeras asistimos a una charla en la Universidad de La Serena. Íbamos con la idea de trabajar con el salmón. Pero en esa charla, hablaron de un hongo que nos llamó mucho la atención y nos hizo cambiar el foco”, comentan las estudiantes premiadas.
Fue en ese momento, que las chicas recurrieron a la ayuda del científico y académico, Marcos Molina, de la Universidad de la Serena, para orientar la investigación que estaban empezando a desarrollar sobre los hongos.
“Él nos sugirió que orientáramos nuestra investigación sobre los hongos endófitos, que son organismos que viven dentro de algunas plantas. Una vez que nos enfocamos en el tema, él nos contó que en la Antártica había plantas que poseían ese tipo de condición o particularidad, es decir crecían junto con el hongo, por lo que nos dio la pauta para buscar las características específicas del hongo y lo que producía en los vegetales. Así se desencadenó nuestra exploración”, cuenta Norys Villarroel, profesora de la Escuela Leonardo Da Vinci y guía del proyecto.
Por su parte, Katherine Araya, de 3° medio, se encargó de elaborar las proyecciones del trabajo, las cuales se hicieron durante dos meses cada 12 días. Esto concluyó, con que el hongo del deshielo Antártico, sí era efectivo y se podía introducir en las raíces de cualquier otra planta.
Al lograr esa primera determinación científica, las estudiantes decidieron trasladar la investigación a la lechuga, ya que este vegetal posee unas raíces pequeñas, lo que la hace altamente dependiente del agua, por otra parte es de fácil reproducción y además, representa el 94% de su peso en agua. Así se mantiene con menos agua y a la vez metaboliza todas sus funciones vitales de mejor manera.
En el fondo la lechuga produce una simbiosis activa, es decir, un aprovechamiento de ambos organismos que se ayudan mutuamente y le permiten al vegetal tener un metabolismo mucho más alto y de esa manera ahorrar agua. Entonces se pueden cultivar utilizando el 60% menos de agua y por lo tanto aplicarse en zonas donde escasea el recurso hídrico. Por ejemplo en el norte de nuestro país.
VIAJE A Suecia
En una primera instancia las estudiantes presentaron su proyecto de los hongos de la Antártica en el Junior del Agua de este año en nuestro país y lo ganaron. Gracias a este triunfo, ellas tuvieron la posibilidad de viajar junto a su profesora guía, a Estocolmo, Suecia, para representar a Chile en el 25° aniversario del certamen Junior Water Prize.
Katya Urqueta, estudiante de 4° medio: “Nosotras llevamos cuatro años en la academia de ciencias de nuestro colegio, durante este tiempo hemos ganado regionales, nacionales y ahora tuvimos la posibilidad de ir al Suecia y obtener el Premio a la Excelencia, ante 30 países de todo el mundo,” señala orgullosa.
Por su parte, Katherine Araya dice:” La verdad no esperábamos ganar el premio, porque es muy fuerte la competencia. Para mí fue una sorpresa total, nosotras estábamos sentadas, cuando comenzaron a dar una breve introducción del trabajo ganador, no lo podía creer hasta que dijeron el nombre de nuestro país”.
Para la profesora Norys Villarroel conquistar el premio fue algo muy gratificante en lo personal y como educadora: “Es el cierre de muchas etapas en lo personal también creo es un logro merecido, por todas esas horas que trabajé extra. Invertí mucho tiempo de mi vida familiar en esto y ver estos frutos ha sido muy significativo. Por otro lado, ver cómo las niñas se pueden empoderar y empezar a creer que las cosas sí se pueden lograr, me tiene muy satisfecha”.
El Premio de la Excelencia, que consiguieron las estudiantes en Estocolmo, asciende a $3.000 dólares para el equipo de trabajo. Con el dinero pretenden potenciar el proyecto y preparar los estudios que vengan después.
En el futuro próximo las ganadoras pretenden desarrollar su proyecto en plantas nativas que estén en peligro de extinción y, además, desean continuar investigando con distintos tipos de semillas.
RESUMEN del proceso
Elegir la semilla o planta que se desea inocular: Para esto seleccionaron la lechuga romana, porque se reproduce rápidamente y el consumo es masivo en la población.
Desarrollo: El cultivo microbiológico se debe aislar en una cápsula, para formar una especie de jalea que se mezcla con agua y se agrega al cultivo.
Tratamientos: Sin estrés hídrico (50 ml de agua potable diaria) y otros en condición de sequía (50ml cada 4 días). En dos meses de prueba, ambos procedimientos obtuvieron un rendimiento similar gracias al hongo. Además provocó que el vegetal fuera más resistente, pero con el sabor exacto, porque el hongo actúa solamente en la raíz y no en las hojas.