Esta reconstrucción histórica ha sido recopilada rescatando pasajes poco conocidos de la vida de Gabriela Mistral, como su contribución al sistema educativo mexicano en una misión cultural que la llevó a alfabetizar y a transformar la educación rural de ese país, con su sello humanista y pedagógico.
Imagen: Gentileza Legado Gabriela Mistral -Archivo del Escritor -Biblioteca Nacional de Chile.
Para adentrarnos en este pasaje de su vida, debemos remontarnos a 1922, cuando nuestro Premio Nobel de Literatura fue invitada por el presidente de aquella época, Álvaro Obregón (19201924), por expresa solicitud de quien era por esos días el ministro de la secretaría de Educación Pública, José Vasconcelos, para que Gabriela Mistral fuera parte del diseño de la política educacional de México.
Todo esto se comenzó a gestar cuando Vasconcelos emprendió un viaje por América Latina, con el objetivo de encontrar soluciones para la crisis educacional que vivían, pues por aquella época el 66,1% de la población en México no sabía leer ni escribir.
En esa instancia visitó Chile, donde conoció a Gabriela Mistral y le extendió la invitación para que fuera parte de las “Misiones Culturales”, dirigidas a alfabetizar a la población indígena de dicho país como una “maestra misionera”.
Fue tanta la expectación que se generó en nuestro país por el viaje de la poeta a México, que hasta los medios de la época destacaron el revuelo que hubo por el viaje de la docente.
Su partida se concretó en el barco llamado “Orcama”, que partió el 22 de junio de 1922 desde el puerto de Valparaíso. El navío es definido por Mistral como “hermoso es el casco de la parte que toca el mar, es verde y se funde con él; tiene después una franja negra, que lo destaca vigorosamente; el resto es blancura y los mástiles son de oro: parecen el aguijón enmielado de la abeja. Así la nave se mecía con su elemento, por la semejanza del Creador, con su criatura y arriba se funde con la luz”.
Bienvenida a México
Su llegada a Ciudad de México fue específicamente el 21 de julio, un mes después de haber zarpado desde Chile, ya que su arribo tuvo dos escalas, una en Veracruz y otra en Jalapa. Todo esto se produjo porque los lugareños y las autoridades locales la esperaban para darle un recibimiento multitudinario.
La poetisa se hospedó en un hotel de Ciudad de México, junto a sus dos amigas, la escultora Laura Rodig y la maestra normalista, Amantina Ruiz. Y para hacer más fácil y cómodo el desplazamiento a las zonas rurales, se les concedió pasajes libres por todos los ferrocarriles.
Asimismo, se le proporcionó un sueldo, el triple de lo que recibía en Chile; una casa fuera de la ciudad, más cercana al campo; y fondos para establecerse cómodamente en aquel recinto. Además, se le facilitó la ayuda de una profesora de universidad, llamada Palma Guillén, para que fuera su guía durante su visita a todos los establecimientos educacionales que, por esos días, estaban ubicados en aldeas.
Tanto fue el revuelo causado que el ministro de Educación Pública mexicano, José Vasconcelos, que por motivos de agenda no pudo estar presente en la llegada de Gabriela Mistral, le dejó un mensaje oficial: “Puede estar en México todo el tiempo que quiera”, “es necesario que sature su espíritu con el ambiente mexicano, porque no hay ninguna mujer en estos tiempos más querida y admirada que usted Gabriela”, fueron parte de las palabras que le dedicó. Este primer viaje duró dos años, donde la poeta ayudó a contribuir con todo su conocimiento en las reformas educacionales en dicho país, y en los años posteriores a la Revolución Mexicana llevó a cabo una profunda labor educativa en el corazón del México rural e indígena, transformando con su presencia y compromiso espacios históricamente marginados.
Recorrió las comunidades y territorios de Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Veracruz, conociendo de cerca las costumbres, la vida cotidiana y los dolores más profundos que enfrentaba México. Tarea que emprendió junto a médicos, maestros, artesanos, profesionales e intelectuales, en una cruzada llena de humanidad, que solo buscaba fundar escuelas, levantar bibliotecas, construir postas sanitarias y alfabetizar en los rincones más apartados del país.
Reportaje completo en: Revista de Educación N° 413.