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TV INFANTIL: CONSTRUCCIONISMO EN EL AULA

“La televisión está entregando un aporte propio a la educación, especialmente a nivel parvulario. Esto no es lo mismo que hizo Plaza Sésamo, que ayudaba a desarrollar competencias para la escuela”, afirma el profesor e investigador de la PUC, Valerio Fuenzalida, en entrevista a Revista de Educación.

“La televisión está entregando un aporte propio a la educación, especialmente a nivel parvulario. Esto no es lo mismo que hizo Plaza Sésamo, que ayudaba a desarrollar competencias para la escuela. Se trata de un aporte distinto, que tiene que ver con lo actitudinal, motivacional y afectivo de los niños”, afirma el profesor e investigador de la PUC, Valerio Fuenzalida[i], en entrevista a Revista de Educación, al tiempo que enfatiza el protagonismo que debe tener hoy la audiencia infantil.

Si alguien ve el episodio 2 (temporada 7) del programa infantil “Jorge El Curioso”, podrá observar a un monito (Jorge) que parte con el señor del sombrero amarillo (Fred) a una isla en un bote. Le advierten que hay que cuidar el juego de llaves para encender el bote porque es el único que queda, pero a Jorge se le cae al agua y una nutria decide usarlas para jugar. Ahí empieza el problema para Jorge: cómo recuperar las llaves.

“Él comienza a imaginar qué puede hacer. Primero, piensa que si se tira al agua y nada podría quitarle el llavero a la nutria, pero en la práctica fracasa porque la nutria es mucho mejor nadadora que él. Además, la nutria entiende que esto es un juego, entonces sale triunfante de esta prueba. Después, a Jorge se le ocurre sacar a la nutria fuera del agua, le pone un espejito brillante para que vaya a buscarlo, pero la trampa falla nuevamente porque ella es mucho más ágil”, comenta Valerio Fuenzalida, profesor e investigador en la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

“Acá hay un programa que trabaja explícitamente con el fracaso. Jorge intenta dos veces recuperar las llaves y no lo logra. Hay un adversario más astuto que él. Solo en el tercer intento, al intercambiar las llaves por una pelota chiquita que a la nutria le gustó mucho, recupera lo que buscaba (…) Estamos frente a un programa que está hecho tomando en cuenta las capacidades internas que tienen los niños. Nunca se les dice con palabras: “tienes que ser perseverante” o “tienes que usar la imaginación para ser perseverante y así resolver un problema”. Aquí el niño está representado como alguien que tiene esas capacidades y el programa lo incentiva a que sea imaginativo u ocurrente. El mensaje implícito es “si algo no puedes hacerlo, puedes imaginar cómo hacerlo”, destaca.

NUEVA CONCEPCIÓN DEL NIÑO

En su más reciente libro: “La Nueva Televisión Infantil” del Fondo de Cultura Económica (primera edición, 2016), Valerio Fuenzalida ha puesto énfasis en que “una televisión actual de calidad tiene que representar en pantalla a esta audiencia infantil competente y con capacidades. Estas nuevas formas de representación y estos contenidos cristalizan en nuevos criterios de calidad para la realización televisiva”.

Pero, ¿qué es lo que realmente ha cambiado? ¿La forma de hacer TV o el público a la que va dirigida?

Creo que porque se conoce mejor al público, hay nuevas maneras de hacer televisión. Antiguamente había una concepción tomada del conductismo, que tenía una imagen de un niño vacío internamente, sin competencias, y reactivo frente a los estímulos perceptuales que lanza la televisión. Ésa era la concepción conductista.

La neurociencia tiene una imagen del niño muy distinta. Tiene la imagen de un niño con competencias internas, lo que se ha logrado detectar con nuevas tecnologías de conocimiento del cerebro infantil.

Por lo tanto, los programas de televisión empiezan a hacerse tomando en cuenta a un niño que tiene competencias, intereses y motivaciones internas, no buscan solamente influir desde afuera sino que relacionarse con él, construir un circuito en que se vaya haciendo una conexión entre sus intereses y motivaciones con lo que el programa representa.

¿Qué se entiende al hablar de una audiencia infantil competente y con capacidades?

La escuela se ha ido especializando en las competencias cognitivas y en los niños desde muy chicos vemos una preparación para sumar, restar, reconocer figuras geométricas y todo lo que involucra el proceso de la lectoescritura. En televisión, el programa Plaza Sésamo fue hecho con esa concepción, para que los chicos más deprivados culturalmente se familiarizaran con las letras, los números, las formas geométricas, etc. y llegaran en mejores condiciones a la educación formal. Existe mucha evidencia de que eso se logró. Pero ahí vemos una focalización en un tipo de competencias que son las cognitivas, y existen muchas otras.

Hoy la neurociencia y las teorías evolutivas del niño muestran que éste posee otras competencias, principalmente afectivas, que proporcionan una motivación interna a realizar ciertas actividades y también sociales, que le permiten relacionarse con los demás. El tema de la inmigración, de la acogida, tiene que ver con eso, actualmente hay programas infantiles que están trabajando en esa línea.

La diversidad es un tema que los nuevos programas están tratando de representar, con niños muy distintos entre sí. En los Backyardigans, por ejemplo, aparecen un montón de animalitos y cada uno es diferente. Ésa es una forma lúdica de aludir a la diversidad. Y así hay muchos programas que trabajan con la diversidad.

Con lo étnico, está el programa “Milly y Molly” de Nueva Zelandia que trata la amistad entre una niñita de origen europeo con una de origen maorí. Y en “Doctora Juguetes”, la heroína es una niñita negra.

También está “Handy Manny”, en que el héroe es un niño mexicano. La serie incorpora palabras en inglés y en español, en algunos episodios alude a tradiciones mexicanas y otras de Estados Unidos, tiene en cuenta la diversidad cultural y lingüística.

Pensemos en otros programas como “Dora La Exploradora”. No se enseñan números ni letras. Aquí vemos a una niña muy activa que tiene metas y planifica: “Para llegar a esto, tenemos que cumplir la etapa 1, 2, 3 o 4”. Ahí hay otro tipo de destreza o competencia que tiene el niño: planificar, construir un orden de secuencias para llegar a ciertos objetivos.

Hay otros programas que tocan un área que hay que trabajar muchísimo más, que algunos dicen que están dentro de las competencias afectivas de los chicos, otros que se trata de un área más específica de competencias intrapersonales. Ahí está el autoanálisis, la autocrítica, que son grados muy altos de observarse a sí mismo, de reconocer que uno comete errores, fallas y posibles de corregir. Y qué es lo deseable. Aquí hay una sensibilidad no sólo hacia lo cognitivo, sino que a crear programas que desarrollen esto.

En el libro usted señala que actualmente hay programas infantiles que interactúan con el niño audiencia, como “Las Pistas de Blue”. ¿Hay otros programas como ése?

La interactividad nace a fines de los 90. Es uno de los recursos que tienen a su disposición los creadores de televisión infantil, muchos de los cuales han sido formados en la escuela antigua donde ese recurso no existía.

Es un recurso muy potente, en que los niños disfrutan mucho porque se meten en este mundo lúdico y empiezan a actuar, a moverse, a cantar, a contestar. En “Dora La Exploradora” se le dice al niño: “Tienes que avisarme cuando veas al zorrito villano para que yo logre desactivar el obstáculo que me está preparando”. Eso hace que mire la pantalla con una actitud muy activa. Lo mismo ocurre en “Las Pistas de Blue”, cuando se le dice: “Tienes que avisarme donde están las huellas de la perrita”. Y ellos tienen que mirar la pantalla y responder: “En tal parte están esas huellas”.

El recurso de la interactividad se está usando mucho en juegos cortos en YouTube y también en la televisión. Por ejemplo, se muestra un árbol lleno de números del 1 al 10 y se dice al niño: “dime dónde está el 1” y el chico indica dónde está y el 1 desaparece. En vez de enseñarle en forma abstracta a memorizar los números se hace de manera más lúdica, el niño tiene que distinguir el 1 del 2 y del 3. Él tiene la capacidad de mirar, de distinguir, de aprender números y el programa lo va desafiando. Esa es una palabra muy importante en la concepción constructivista: cómo desafío al niño a ir descubriendo algo.

En series como “Jake El Pirata” se hacen preguntas a los niños, ¿eso es también interactividad?

Toda acción como pregunta o adivinanza con la cual voy poniendo al niño frente a la pantalla en una actitud activa es interactividad. Hay programas que enseñan colores mostrándolos: aquí está el blanco, acá el azul. Pero hay otros que desafían al niño. “Dora La Exploradora” lo hace cuando señala: “Aquí hay dos caminos, ¿cuál tengo yo que tomar para llegar a un lugar, el pintado en amarillo o el verde?” No se enseña a los niños los colores en abstracto, sino que tienen que distinguir cuál es el camino que lleva a la casa. Hay muchas experiencias de interactividad interesantes.

¿Qué características debe tener un programa infantil para ser considerado de calidad? ¿Necesariamente tiene que ser interactivo?

Pienso que en este momento hay nuevos criterios de calidad. El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) cuando premia programas debería incluir la interactividad como un criterio, eso ayudaría mucho a una producción de mejor calidad. También debería preocuparse de que los programas presenten imágenes de niños que sean competentes, activos, que no solo reciban instrucciones de parte de una voz.

En “Baby TV” hay un programa que se llama “Tulli”, es un caracol que vive en una casita y la voz de un adulto lo invita a jugar. La voz está permanentemente incentivándolo a explorar, preguntándole: ¿Qué será eso? Y el caracolito primero cree que eso puede ser un piano y moviéndose va descubriendo que es una máquina lavadora. Va explorando. Pero no hay una voz que le diga: “Date cuenta que eso es una máquina lavadora”. Eso está dirigido a niños de 2 años, ya a esa edad es posible crear programas, muy cortitos, en que se incentiva al niño a explorar.

LA TV EN EL AULA PARVULARIA

En el capítulo final de su libro, se hace referencia a “la necesidad de una política pública dirigida a introducir los recientes programas de TV en el aula parvularia”. ¿A qué programas alude? ¿Sólo a los interactivos?

Antes de llegar a ese punto, creo que la televisión en este minuto está entregando un aporte propio a la educación, especialmente a nivel parvulario. Esto no es lo mismo que hizo Plaza Sésamo en su momento, que ayudaba a desarrollar competencias cognitivas para la escuela. Se trata de un aporte distinto, que tiene que ver con lo actitudinal, motivacional y afectivo de los niños, con su capacidad para establecer relaciones y de análisis interno que, como decía, es de las cosas más difíciles de representar.

Hoy la calidad de la educación parvularia tiene que enriquecerse con estas competencias. Y la televisión puede hacer su contribución, no repitiendo contenidos de la escuela, sino entregando un plus que genera una mejor calidad de educación, un niño educado en competencias que actualmente no se están cubriendo bien.

¿Qué rol le compete a las parvularias, para qué les puede servir la TV en su aula y cómo deben manejar ese recurso con los niños?

Yo creo que es una tarea compleja. Aquí se requiere un paso inevitable: capacitar a las parvularias, para que ellas vayan dándose cuenta de toda esta potencialidad y trabajen con algunos programas.

Nosotros, yo y un equipo de gente –con la ayuda de la ONG Comunicación Ciudadana- hemos estado capacitando a educadoras de prekínder y kínder de  establecimientos públicos de municipalidades como Quilicura, Isla de Maipo y Curicó. Esa capacitación tiene un cierto plan, que implica una introducción más teórica a las educadoras para que conozcan cuáles son las bases conceptuales de la estrategia y sus ventajas. Y posteriormente, se efectúan tres entrenamientos en clases; a la parvularia se le dice que la mejor forma de aprender practicando.

Tenemos una lista de programas grabados y la educadora tiene que exhibir un programa y trabajar constructivamente con los niños. Lo del constructivismo es clave, no se trata de decirles a los niños: “miren, fíjense como este monito es perseverante o constante”. ¡No! Hay que preguntarles: “¿Qué descubriste tú en este programa?” y ellos deben tener libertad para interpretar lo que vieron.

Hay programas más complejos que tienen muchas capas de lectura y el niño disfruta descubriendo cosas. En el caso del episodio de “Jorge El Curioso” con la nutria, un primer visionado podría ser reconstituir la historia: qué pasó al comienzo (Jorge pierde las llaves), qué pasó al final (Jorge recupera las llaves) y quiénes son los personajes que aparecen en esta historia. Es muy simple, al niño hay que ayudarlo a reconstituir el orden de la narrativa. Un segundo visionado podría aludir a cómo es Jorge, cómo es la nutria y hallar sus características. Y un tercer visionado podría apuntar a que los niños reflexionen sobre las siguientes preguntas: “¿En qué momento de tu vida, en la escuela o en el hogar, eres perseverante como Jorge? ¿En qué situaciones? Cuéntanos algún momento en que hayas tenido un problema y se te ocurrió alguna solución, ¿te resultó de inmediato?” Aquí se trata de unir las competencias representadas en Jorge con las capacidades del niño.

Nosotros proponemos que un día a la semana, en cada curso de prekínder y kínder, se trabaje con un programa de televisión en que el niño constructivamente vaya interpretando el programa y dándole un sentido. El sentido no se entrega desde afuera, sino que los niños lo van construyendo, ellos construyen el significado. Hay un momento que se puede destinar para ello que es la narración de cuentos. Ése es un espacio institucionalizado.

¿Ese ejercicio se puede hacer con programas más o menos interactivos?

Se pueden aprovechar los programas que ya están en el aire. El ideal es producir programas y ojalá en Chile el Consejo Nacional de Televisión ayude a la creación de programas con nuevos criterios de calidad. Pero mientras tanto, aprovechemos lo que hay.

Una de las cosas más valiosas que he descubierto en este trabajo es la motivación fuertemente favorable de las educadoras, no miran esto como una tarea más sino como algo que viene a contribuir a sus objetivos. Valoran mucho que los niños participen activamente, eso hace que este recurso sea muy bien acogido.

Creo que hay un desafío, en que el Ministerio de Educación tiene un rol importante, cómo llegamos con estos materiales televisivos al aula. Hay varias formas de hacerlo: nosotros cuando capacitamos llevamos los programas infantiles en pendrive, pero ésa es una solución provisoria. Actualmente, en nuestras capacitaciones nos está ayudando la compañía Direct TV y así cuando una escuela quiere trabajar en esto instala las parabólicas y un grabador que se pueden utilizar gratuitamente. Eso permite grabar un programa y verlo cualquier día y a cualquier hora.

En la televisión lineal hay un problema, el canal me dice a tal hora está este programa y la maestra tiene que adecuarse a esa hora. No está la libertad que otorgan las tecnologías nuevas Si hablamos de calidad, hoy se requiere de canales para niños que abandonen el tradicional concepto de franja infantil. Eso debería implicar la emisión/recepción en streaming (que permite ver un programa en cualquier momento, a diferencia de lo que ocurre con la transmisión lineal que obliga a verlo un día y hora determinados).

Recientemente surgió la aplicación “YouTube Kids”, para dispositivos móviles, que da la posibilidad de ver una selección de programas infantiles en el horario que sea más cómodo para la audiencia, es decir, el programa no tiene una hora fija, la persona elige cuando verlo. A este tipo de tecnología hay que aspirar. Ésas son palabras mayores. Una tecnología de este tipo tiene que usarla un canal de televisión y ahí podría haber un convenio entre el Ministerio de Educación y TVN, por ejemplo.

Es decir, no tiene que ser lineal.

Justamente, no tiene que ser lineal. Y hoy día ya sería posible para TVN tener un programa de ese tipo en streaming, donde el canal infantil en el fondo sea un repositorio de programas seleccionados y la maestra pueda elegir. Le estamos diciendo: “Tengo todos estos programas, usted según su planificación elija el más adecuado, lo puede ver a las 10.00, a las 10.05, a las 11.00, usted fija el día y la hora”. Ésa es la televisión no lineal, en streaming.

¿A qué se llama exactamente “programas de televisión parvularia de nueva generación”? ¿A los programas no lineales?

Sí, pero también son los programas que tienen nuevos criterios de calidad. Uno de ellos es la interactividad, creo que es clave que el niño sea el protagonista.

De acuerdo a los nuevos criterios, el niño es el que representa las competencias a desarrollar. No es el hombre del sombrero amarillo el que le dice a Jorge el Curioso: “Tienes que ser perseverante o ocurrente”, es Jorge quien representa eso.

Y a través del construccionismo en el aula, les digo a los chicos: “Vean ustedes las capacidades que tiene Jorge y en qué momento de su vida ustedes podrían ser imaginativos u ocurrentes”. Entonces, el niño deja de ser un alumno enseñado por un profesor y es un niño que se está representando en la pantalla como protagonista, con todas las competencias que tiene. Y al verlas representadas podemos hacer a través de una metodología construccionista que vaya elicitándolas, haciéndolas aparecer desde su propio interés, desde su vida cotidiana.

“Un nuevo aporte formativo que se espera hoy de la televisión hacia los niños y párvulos es conectarse con su propia energía socioemocional”, se afirma en su libro. ¿Cómo pueden las educadoras de párvulos aprovechar la televisión en esta línea, es decir, que los niños se conecten con sus emociones?

Primero, la energía socioemocional ya está en el niño. Es parte de sus competencias. Puede ser creativo, activo, querer jugar a obtener algo, quiere ser curioso y aprender. Eso está en él. Lo que el programa puede hacer es activar aquello, proponerle modelos en que el niño representado en la pantalla vaya poniendo en actividad eso que tiene el niño real. La maestra puede hacer constructivamente que los chicos vayan descubriendo cómo es el niño representado, cómo es Jorge. Y luego, hacerlos reflexionar: “¿Tú en qué condiciones puedes ser ocurrente? ¿Puedes contar un caso en que hayas sido ocurrente para resolver un problema?” Esa energía está en el niño. La televisión puede hacerla presente.

¿Qué significa que “las emociones positivas son marcadoras de aprendizaje”. ¿Y qué desafíos implica esto para los programas de televisión infantil y para las parvularias?

Eso es algo que la neurociencia ha puesto de relieve. Es cuando el niño ejercita las competencias que tiene. Si eso está inserto en un ambiente positivo, de entretención, de premio o felicitaciones por parte de los mayores, esos elementos de gratificación o disfrute se unen con el aprendizaje y se entabla internamente un refuerzo, una sinergia, entre una emoción positiva y algo que se aprende.

Si nombré los números del 1 al 10 y mi papá me dijo: “qué fantástico que lo hiciste”, ese sentimiento de que mis padres me aprueban es esencial. La neurociencia ha reivindicado el rol de la entretención, de la emoción positiva, del disfrute. Todo eso si acompaña a un aprendizaje lo refuerza, se establece una sinergia.

Pero también hay que considerar las emociones negativas. Cuando un niño ve un accidente en un noticiario de televisión o escucha que en una población se quemó una casa y murieron dos niñitos que los vecinos no pudieron salvar, eso es una emoción muy fuerte para él y también lo marca, queda una huella. Entonces, esas emociones negativas hay que elaborarlas con la familia, hay que explicarlas.

A modo de síntesis, ¿las políticas públicas deberían ir en orden a que las educadoras de párvulos aprovecharan los programas infantiles, tanto los interactivos como los que son un poco menos interactivos?

Exactamente. Siempre se pueden sacar elementos positivos.

Y luego ellas deberían preguntar y hacer trabajar a los niños en esa línea.

Cualquier programa que no tenga niños protagonistas o interactividad puede, a través del construccionismo de los niños, usarse en clases. De ahí la necesidad de producir televisión infantil con mejor calidad. En el libro hay un capítulo en que se enumeran distintos tipos de calidad que pueden tener los programas hoy en día.

¿Cuáles son para usted los aspectos más importantes de un programa para niños?

Interactividad y representar al niño como alguien competente, ver qué capacidades internas tienen ellos que se pueden hacer presentes en un programa de televisión.

 

[i] Productor de televisión con estudios en la Escuela de Artes de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Especializado en recepción de audiencia, en televisión pública e infantil. Ex jefe de investigación cualitativa de audiencia en TVN. Autor de una treintena de libros y una centena de artículos sobre este medio. Profesor en la Cátedra UNESCO de Comunicación. Trabaja como consultor para televisoras en géneros televisivos y en investigación de audiencia, y como profesor invitado en diversas universidades. Profesor e investigador en la Facultad de Comunicaciones de la PUC. Ha sido editor de tres  Panoramas del Audiovisual Chileno y por siete años coordinador en el país del Observatorio de la Ficción Iberoamericana. Ahora está abocado al proyecto “TV Parvularia en el Aula Parvularia”.

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