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“Turbo Woman”: El primer taller mecánico en Chile y Latinoamérica formado solo por mujeres

Waleska Morales, de 33 años, es ingeniera mecánica de profesión y fundadora del primer taller mecánico compuesto solo por mujeres, que funciona en Temuco, en la Región de la Araucanía. Para esta edición especial, Revista de Educación conversó con ella con el propósito de conocer más sobre su formación y los prejuicios que debió derribar al incursionar en un terreno que tradicionalmente ha sido conocido por ser exclusivamente de hombres. 

Waleska Morales, de 33 años, es ingeniera mecánica de profesión y fundadora del primer taller mecánico compuesto solo por mujeres, que funciona en Temuco, en la Región de la Araucanía. Para esta edición especial, Revista de Educación conversó con ella con el propósito de conocer más sobre su formación y los prejuicios que debió derribar al incursionar en un terreno que tradicionalmente ha sido conocido por ser exclusivamente de hombres. 

“Soy de la Región de La Araucanía y soy emprendedora. El 2019 salí seleccionada como una de las 100 mujeres líderes de esta región, y me gusta expresarme”, ha dicho Waleska Morales en algunas entrevistas que ha concedido a diversos medios de comunicación.

Pero, ¿quién es ella y por qué es tan conocida? Además de haber sido candidata a constituyente, es la fundadora del primer taller mecánico compuesto solo por mujeres, el cual está ubicado en el sector Fundo El Carmen, a 20 minutos del centro de Temuco.

Junto a Waleska trabajan, Guadalupe Calfuleo, Eugenia Milla, Evelyn Avendaño y dos alumnas en práctica. Sin embargo, los inicios de dicho emprendimiento se remontan al año 2014, cuando ella tenía 25 años y decidió abrir un taller en su casa, llamado Mecánica Integral, donde arreglaba autos, para poder mantener y cuidar a sus hijos y a su abuelo que se encontraba postrado.

Pero ella soñaba con abrir un gran taller y en otro espacio: “Busqué inversionistas, toqué puertas por todas partes y cuando lo necesité, nadie me ayudó”, comentó sobre las dificultades para comenzar con su proyecto, ya que como ella dice “nadie veía rentable que una mujer instalara su propio taller”.

Gracias a su perseverancia logró formalizar su trabajo y consiguió abrir su taller mecánico el año 2019, el cual llamó “Turbo Woman ”. Para formar el equipo actual,  hizo un llamado por las redes sociales. La convocatoria fue tan exitosa, que recibió cerca de 100 currículum de mujeres con formación en el área.

“Me reuní con todas y varias son técnicos mecánicos, otras habían salido del liceo. Muchas aún no tenían su título porque no pudieron hacer sus prácticas, pues no encontraron empresas que las aceptaran y también me encontré con historias de mujeres que fueron acosadas en los talleres, por ende, se retiraron y no terminaron sus prácticas”, comenta Waleska.

Vivencias que la conmovieron y la hicieron pensar en hacer algo para cambiar dicha situación. Dado el revuelo comunicacional que se produjo en la zona y a nivel nacional a raíz de su nuevo taller y su historia, algunas empresas automotrices como Kaufmann, Salfa y Lucas Blandford se contactaron con ella para establecer vinculaciones laborales y que así más mujeres ingresaran a trabajar en sus talleres, y no solo vendiendo repuestos, sino como mecánicas calificadas.

“Quiero instalar un taller mecánico de mujeres en cada región del país”

Desde entonces Waleska se ha dedicado a dar charlas de empoderamiento a otras mujeres y clases de mecánica. Además, se ha capacitado como “mantenedor mecánico” en minería, lo que le permitió trabajar tres años en ese sector y cree que en el futuro eso le ayudará a orientar su trabajo hacia esa área.

Sus metas son ambiciosas: “quiero instalar un taller mecánico de mujeres en cada región del país”, asegura. Y para ello ha dado algunos pasos. Actualmente está trabajando con el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SERNAMEG) para hacer capacitaciones en cursos de soldadura, mecánica básica, operaria de maquinaria pesada, entre otros. Todo esto orientado a perfeccionar a mujeres  interesadas en la mecánica o el área industrial.

“Así lograremos disminuir la brecha que existe actualmente entre hombres y mujeres en los ámbitos industriales, de construcción, soldadura y mecánica, donde predomina el trabajo masculino. También soy parte de la Fundación “Tecfem” donde soy directora de inserción laboral, allí estamos trabajando la integración de la mujer al área industrial”, agrega.  

Asimismo, está trabajando con la Fundación María Ayuda, que acoge a madres adolescentes para ayudarlas en su inserción social. Waleska cree en la importancia de integrarlas y capacitarlas, para entregarles las herramientas y conocimientos necesarios que les permitan trabajar.

Todo esto, vinculado a pasantías de estudio que le gustaría crear para vincularlas con empresas del área, para que así puedan vivir gracias a lo aprendido.

“A los 14 años desarmé mi primer motor de camión”

Tenía cerca de 9 años, cuando Waleska llegó a su casa y la televisión que hacía más entretenidas sus tardes, falló. En aquella época era muy común mandar a reparar los objetos electrónicos para volverlos a usar, pero el técnico tenía mucho trabajo. Waleska se atrevió a abrir la caja de herramientas de su papá, y con la ayuda del destornillador y el alicate abrió el televisor familiar para reparar el desperfecto.

Una destreza que lleva en la sangre y es que, tal como ella cuenta, su padre, quien se dedicó por más de 18 años a arreglar camiones de gran tamaño, siempre tuvo en su hogar diferentes tipos de herramientas, lo que le facilitó a ella modificar y arreglar todo lo que fallaba en su casa.

Cerca de 14 años tenía Waleska, cuando su tío Helmut Cuevas, quien tenía un taller, la “contrató” como ayudante de mecánico. Él le propuso ganar algo de dinero y experiencia, pues vio en ella su gusto por las tuercas.

“Partí arreglando un vehículo, con un overol gigante que me prestó mi tío. Rápidamente, aprendí todas las partes de un auto. Y a los 14 años desarmé mi primer motor de camión. Pensé que iba a explotar, pero eso no ocurrió. Logré arreglar el problema del motor, lo que dejó muy contento al dueño, porque cada vez que me veía en la calle, gritaba ‘esa niña que va ahí arregló mi camión’, muy contento”.

Ese logro la llevó a pensar en abrir el primer taller femenino de Chile, porque “me llamaba la atención que no había mujeres trabajando en el rubro, pues la mayoría solo vendían productos detrás de una vitrina”, comenta.

Pero las mujeres de su familia -su mamá, tías y primas- no estaban de acuerdo, pues consideraban que arreglar autos no era propio de mujeres, incluso creían que sería mal mirado o catalogado como poco femenino. Paradójicamente, sólo los hombres cercanos a ella la apoyaron desde el principio, dándole todos sus conocimientos.

Para romper ese mito, Waleska tomó clases de modelaje y ahí aprendió a usar tacos altos, a maquillarse de manera profesional y a peinarse. Su propósito: demostrar que podía ser femenina, y a la vez continuar trabajando en mecánica.

“Este año me titulé de ingeniería mecánica”

Sin embargo, la situación no cambió cuando le planteó a sus cercanos que seguía con intenciones de dedicarse a la mecánica. No le permitieron elegir tal profesión y finalmente se matriculó en administración y finanzas, mientras su tío la seguía capacitando sobre autos.

Según el secretario ejecutivo de educación media Técnico Profesional del Mineduc,  Cristian Lincovil, “en la educación TP existen espacios fuertemente masculinizados y feminizados que reproducen estereotipos y desigualdades asociadas al género. El caso de mecánica automotriz es un ejemplo de un sector altamente masculinizado: en educación media, solo un 11% de los más de 12.000 estudiantes de la especialidad son mujeres; mientras en educación superior las mujeres representan sólo un 3% de quienes se titularon en 2021 en carreras técnicas o profesionales del área”.

A pesar de ser una alumna destacada, ella sabía que esa profesión no era lo que quería para su vida, así que dejó de estudiar; ya era mayor de edad y podía tomar sus propias decisiones.

“Me propuse estudiar más sobre el área automotriz, porque la ingeniería en mecánica era muy cara. Entonces me capacité en el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE) como electromecánico industrial y soldador calificado”, agrega Waleska.

Luego, en 2017, optó por la gratuidad y se inscribió en Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica de Chile (INACAP). Su primer año fue brillante y recibió el premio a la primera mujer destacada en su área de estudio.

El año 2019 abrió su taller llamado “Turbo Woman”, y por la alta demanda de trabajo que tuvo, debió congelar sus estudios para enfocarse en lo laboral.

Al poco tiempo pudo compatibilizar ambas cosas y sus esfuerzos rindieron fruto: “este año me titulé de ingeniera mecánica”, afirma. Quienes no estuvieron de acuerdo con su elección, hoy están orgullosas: descubrieron en ella el verdadero empoderamiento femenino, pese a todas las dificultades y restricciones que tuvo en su vida.

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