la sociedad. “Cuando las niñas reciben
educación, transforman sus propias
vidas y las de sus familias. La educación
básica les permite sobrevivir, pero una
enseñanza secundaria les da alas para
volar”, aseguran.
Además, tienenmuy claroqueencontextos
de conflicto las niñas son especialmente
vulnerables y por eso trabajan para apoyar
a las refugiadas y a quienes viven bajo la
constante amenaza de violencia en zonas
de conflictos armados.
En mayo de 2014 Malala fue una
participante activa de la campaña para la
liberación de las más de 200 estudiantes
nigerianas, secuestradas por un grupo
islamita. También viajó a visitar campos
de refugiados en Siria, donde se estima
que más de 2,6 millones de niños no van
a la escuela. Y empezó a ser reconocida
mundialmente como una luchadora
incansable por los derechos civiles, en
particular los de las mujeres. En octubre
de ese mismo año fue galardonada con el
Premio Nobel de la Paz junto con el hindú
Kailash Satyarthi, activista por los derechos
de los niños, convirtiéndose ella en la
persona más joven en recibir este premio.
“Ha demostrado con su ejemplo que niños
y jóvenes también pueden contribuir a
mejorar su propia situación. Ella lo hizo en
las más peligrosas circunstancias. A través
de su lucha heroica se ha convertido en
una portavoz en favor del derecho de las
niñas a la educación”, argumentó el jurado.
Y ella agradeció diciendo: “No soy una voz,
soy muchas”.
¿Cuál es la realidad por la que
Malala está luchando?
Entre los grandes objetivos propuestos por
las Naciones Unidas (ONU) a comienzos del
presentemilenio aparecían dos esenciales:
lograr la educación primaria universal y
promover la igualdad de género y este
último incluía “eliminar las desigualdades
entre los géneros en la enseñanza primaria
y secundaria al 2015”. Sin embargo y pese
a lasmejoras, la cobertura de la secundaria
para las mujeres se ha quedado muy atrás.
La cruda realidad revela que el índice
medio de escolarización de las niñas en
la enseñanza secundaria en los países más
pobres es del 25,9, mientras que en los
países de altos ingresos alcanza el 90%.
Esta brecha de género es mucho más
pronunciada en naciones africanas, del
Sudeste asiático y las zonas en conflicto de
Oriente Medio que en el resto del mundo.
Actualmente Malala, de
20 años, se afana para
pasar los exámenes de
admisión e ingresar a la
Universidad de Oxford.
Su meta es unirse al
programa de Filosofía,
Política y Economía de
esa casa de estudios
(…) Está empecinada
en cultivar su liderazgo
para convertirse algún
día en jefa de Estado de
Pakistán.
Foto: Gentileza Naciones Unidas /
fotógrafo Mark Garten
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