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Educación
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Historia

MARÍA MONTESSORI: EDUCANDO A LOS “INEDUCABLES”

La primera mujer que se tituló de Médico en Italia, en 1896, fue María Montessori. Sí, estamos hablando de la creadora del sistema de educación que lleva su nombre, un método que hoy está presente en todos los continentes.

Foto: Wikimedia commons. Retrato de María Montessori.

La primera mujer que se tituló de Médico en Italia, en 1896, fue María Montessori. Sí, estamos hablando de la creadora del sistema de educación que lleva su nombre, un método que hoy está presente en todos los continentes.

Desde su infancia -nació el 31 de agosto de 1870 en un pueblecito de Chiaravalle, en la provincia de Ancona, Italia- María Montessori tuvo acceso a una buena educación. Criada en el seno de una familia burguesa católica, su padre era un funcionario de gobierno, que reconocía el derecho a “cierta” educación de la mujer. Su madre, Renilde Stoppani, era una mujer culta y con gran pasión por la lectura, dedicada a la causa de la liberación y a la unidad de Italia. Eso explica que María haya podido asistir a las mejores escuelas, entre ellas la Regia Escuela Michelangelo Buonarroti en Roma, donde era la única mujer.

Su padre quería que estudiara para maestra, “pero en 1884, por iniciativa propia, se inscribió en una escuela técnica de hombres para estudiar ingeniería, la cual abandonó después de un año, cuando surgió su interés por estudiar medicina”.[1]

PRIMERA MUJER EN LA CARRERA DE MEDICINA

Para comprender cómo María Montessori llegó a desarrollar su revolucionario método educativo hay que trasladarse a “La Sapienza”, la Facultad de Medicina de la Universidad de Roma. Allí, a la edad de 22 años, María Tecla Artemisia -ése era su nombre completo- dio inicio a sus estudios superiores de Medicina, pese a la férrea oposición de su padre y al rechazo inicial del director de esa facultad. Tuvo que “superar una serie de dificultades por su condición como única mujer en una carrera que en esos tiempos sólo estaba pensada para hombres, al grado de tener que practicar con los cadáveres sola, durante las noches”.[2]

Con su padre se reconcilió tiempo después. Era costumbre que al finalizar el primer año de Medicina, los estudiantes dieran una conferencia abierta al público. “Precisamente el día que María debía presentar su ponencia, su padre se encontró con un conocido, quien le preguntó si iría a la conferencia de su hija, provocando tal curiosidad que asistió para escucharla. Su participación fue tan brillante que su padre se sintió muy orgulloso y se acercó para abrazarla”.[3]

A los 26 años, se graduó de médico, y enseguida, se especializó en enfermedades nerviosas y mentales. Su primer trabajo fue en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Roma. Allí comenzó a estudiar a los niños con discapacidad. “Cierto día, la mujer que los cuidaba le informó que los pequeños jugaban en el suelo con las migajas que se les caían durante la comida. Observó el lugar y captó que los niños se aburrían porque no contaban con ningún juguete. María Montessori analizó la condición de los menores y meditó acerca de cómo podría ayudarlos. Llegó a la conclusión de que más que un problema médico, las deficiencias mentales eran un problema pedagógico, y entonces tuvo la idea de preparar un ambiente agradable para ellos, con la convicción de que un tratamiento basado en una educación especial ayudaría a su condición mental”.[4]

En 1899 fue a Londres y París a estudiar todo lo referente a niños con problemas. Además, leyó con mucho interés la obra francesa de Édouard Séguin (1812-1880), un médico que trabajó con niños mentalmente discapacitados en Francia y EE.UU. y que se convirtió en el primer presidente de la “Asociación de Oficiales Médicos de Instituciones norteamericanas para Idiotas (así se designaba a los discapacitados en aquella época) y Otras Personas Disminuidas”, que luego se conocería como la “American Association on Mental Retardation”.

Una vez que regresó a Roma, María Montessori llevó consigo el material que ella misma había elaborado para que los niños con deficiencia aprendieran a leer y las operaciones matemáticas básicas. 

Desde 1899 a 1901 dirigió la Escuela Estatal de Ortofrenia, donde capacitó a maestros de Roma en los métodos especiales de observación y educación de niños discapacitados.

Más tarde, se dedicó por completo a trabajar con menores discapacitados usando material especialmente elaborado para ellos, además de dirigir a los maestros del Instituto Pedagógico, donde se habían concentrado a los niños de las escuelas primarias prejuzgados como “ineducables”, así como a todos los discapacitados internados en los manicomios de Roma.

María Montessori recordaría años después que aquellos días estuvo “mucho más ocupada que una maestra primaria, sin tener nunca vacaciones. Yo estaba presente y enseñaba personalmente a los niños desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde, sin interrupción. Estos dos años de práctica son mi primer y mi mejor ganado título de pedagogía”.[5]

EL “MILAGRO” DE MONTESSORI

Sus alumnos aprendieron a leer, escribir y contar, algo que muchos consideraron un milagro. Incluso ocho de ellos aprobaron el examen oficial de aptitud en lectura y escritura para niños normales de su misma edad, con notas por encima del promedio.

Ése fue el punto de inflexión que la llevó, en sus propias palabras, a la convicción “de qué métodos similares aplicados a niños normales desarrollarían o liberarían su personalidad en una forma sorprendente y maravillosa”.[6]

“Mientras todos admiraban los progresos de mis discapacitados, yo pensaba en las razones que podían mantener a los alumnos de las escuelas públicas en un nivel tan bajo que podían ser alcanzados en las pruebas de inteligencia por mis infelices alumnos (…) Pero los retrasados así educados quedan todavía reducidos a una vida vegetativa (…) el discapacitado se ha convertido en un hombre; pero en medio de los otros hombres resulta siempre un inferior, un individuo que no podrá nunca adaptarse al ambiente social (…) Precisamente por eso abandoné el fatigoso método de Séguin; la enorme cantidad de procedimientos y de esfuerzos que exigía era desproporcionada dado lo exiguo de los resultados. Todos me lo repetían: quedan todavía demasiadas cosas para hacer en la educación de los niños normales”.[7]

En esos años ella se matriculó en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Roma, donde siguió los estudios de psicología experimental, cátedra recién introducida en las universidades de Turín, Roma y Nápoles. Al mismo tiempo, “recogía en las escuelas primarias observaciones de antropología pedagógica, estudiando los métodos y procedimientos en uso en esas escuelas para la educación de los niños normales. Estos estudios la condujeron más tarde a dar un curso libre de antropología pedagógica en la Universidad de Roma”.[8]

Foto: Wikimedia commons. María Montessori 1913.

LA “CASA DEI BAMBINI”

El ingeniero Edoardo Talamo, director general del Instituto Romano de los Beni Stabiliti (organismo social encargado de mejorar las condiciones de vida de los barrios pobres), le encargó a María Montessori la organización de escuelas infantiles dentro de uno de los inmuebles construidos por aquella sociedad inmobiliaria.

“De esta manera, el 6 de enero de 1906, en el número 52 de la calle de los Marsi, barrio de San Lorenzo, Roma, se inauguró la primera Casa de los Niños (salón para preescolar), donde recibieron a niños normales de tres a seis años, con bajo nivel socioeconómico. Cuando María Montessori aceptó la dirección del proyecto de Talamo, se propuso tanto una meta social como una pedagógica: socialmente era un ideal de vida para los habitantes del barrio mejorar las condiciones de higiene y la armonía social y familiar; en el plano pedagógico, se preocupó porque los niños no sólo fueran cuidados para impedir que maltrataran el edificio, sino que se les educó en un enfoque propio de la investigación pedagógica moderna”.[9]

Los primeros 50 niños que llegaron a este salón eran muy tímidos y llorones. Pero ella les tenía preparado un ambiente limpio, espacioso, iluminado y con materiales, los mismos que usaba en sus trabajos de psicología experimental. Poco a poco, los menores “comenzaron a trabajar concentrados y se empezó a notar una transformación. Pasaron de ser tímidos y salvajes a ser comunicativos y sociables. Se empezaron a relacionar de una manera distinta entre ellos (…) Crecieron sus personalidades y, aunque parezca extraño, manifestaron extraordinaria comprensión, actividad, vivacidad y confianza. Estaban felices y gozosos”.[10]

Ese mismo año se hicieron otras tres “Casa dei Bambini” en Roma. Pronto, dado su éxito, se extendieron al resto de Europa. Asimismo, en 1909 María Montessori publicó su famoso libro basado en esta experiencia: “The Montessori Method” e inició una gira por el mundo dando conferencias y difundiendo sus ideas.

Una anécdota interesante: “en 1912, el científico estadounidense Alejandro Graham Bell, quien había conocido el trabajo de Montessori a través de un artículo de revista, la invitó para dar unas disertaciones. Cuando llegó a Estados Unidos, le organizaron una gran bienvenida en la Casa Blanca y se hospedó en la casa del científico Thomas Alva Edison. La revista McClure´s, una de las publicaciones más famosas de esa época, dedicó un artículo extenso a Montessori, y en octubre de 1911 se abrió en Tarrytown, Nueva York, la primera escuela Montessori estadounidense, a cargo de Anne Everett George”.[11]

En 1929 fundó la “Association Montessori Internationale” para preservar la integridad de su legado.

Más información: https://montessori-ami.org/

www.redalyc.org/service/redalyc/downloadPdf/281/28101007/1


[1] OBREGÓN, NORA. Quién fue María Montessori. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 149-171. Pág. 150.

[2] OBREGÓN, NORA. Quién fue María Montessori. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 149-171. Pág. 150.

[3] OBREGÓN, NORA. Quién fue María Montessori. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 149-171. Pág. 151.

[4] OBREGÓN, NORA. Quién fue María Montessori. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 149-171. Pág. 151.

[5] MONTESSORI, MARÍA. “Ideas generales sobre mi método”. Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina, 1965 (tercera edición). Pág. 8.

[6] MONTESSORI, MARÍA. “El método Montessori”, 1912. 

[7] OBREGÓN, NORA. Quién fue María Montessori. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 149-171. Pág. 154. Citando a María Montessori (1937).

[8] MONTESSORI, MARÍA. “Ideas generales sobre mi método”. Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina, 1965 (tercera edición). Pág. 8 y 9.

[9] OBREGÓN, NORA. Quién fue María Montessori. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 149-171. Pág. 155. Citando a Yaglis, 1989.

[10] MONTESSORI, MARÍA. “How it all happened”, 1942.

[11] OBREGÓN, NORA. Quién fue María Montessori. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 149-171. Pág. 158. Citando a Lillard, 1977 y Romero, 1993. cter: footnot

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