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Howard Gardner, psicólogo y docente: “LOS PROFESORES TENEMOS QUE “PLURALIZAR” LA INFORMACIÓN”

“La capacidad de presentar información de diversas maneras para activar más de un tipo de inteligencia es el desafío que tienen hoy los docentes y a eso lo llamo pluralizar la información”, asegura Howard Gardner[i], investigador y docente de la Universidad de Harvard. El llamado “Padre de las Inteligencias Múltiples” estuvo en Chile, invitado por Seminarium Certificación al III Congreso de Educación “Desarrollando las Mentes del Futuro”.

“La capacidad de presentar información de diversas maneras para activar más de un tipo de inteligencia es el desafío que tienen hoy los docentes y a eso lo llamo pluralizar la información”, asegura Howard Gardner[i], investigador y docente de la Universidad de Harvard. El llamado “Padre de las Inteligencias Múltiples” estuvo en Chile, invitado por Seminarium Certificación al III Congreso de Educación “Desarrollando las Mentes del Futuro”.

 

Foto: Jay Gardner, 2012.

Sus investigaciones en el ámbito de las capacidades cognitivas lo llevó a formular 33 años atrás la “Teoría de las Inteligencias Múltiples”, área sobre la cual ha seguido investigando y que lo hizo acreedor al Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011.

Su teoría plantea que el ser humano no registra en el cerebro una sola inteligencia, sino que siete, que son las siguientes: lingüística (lectores y escritores), lógico-matemática (ingenieros), visual y espacial (jugadores de ajedrez, cirujanos, navegantes, pilotos de avión), musical (cantantes o personas capaces de ejecutar un instrumento), corporal cinestésica (gimnastas), interpersonal o social (líderes de opinión) e intrapersonal (relacionada con la capacidad de un sujeto para conocerse a sí mismo: sus reacciones, emociones y vida interior, sus fortalezas y limitaciones).

A estas inteligencias iniciales, a mediados de los 90 añadió una octava: la inteligencia naturalista o de facilidad de comunicación con la naturaleza, que consiste en el entendimiento del entorno natural y la observación científica de los fenómenos naturales. Aquí se ubican profesionales como los biólogos, astrónomos o geólogos.

En el marco del III Congreso de Educación “Desarrollando las Mentes del Futuro”, organizado por Seminarium Certificación, sostuvo que hay dos candidatas a nuevas inteligencias: la existencialista y la pedagógica. Sobre éste y otros temas, el conocido experto conversó con Revista de Educación.

 

¿En qué consisten cada una de esas dos posibles inteligencias?

He reunido evidencia en favor de ocho inteligencias. Es posible que haya dos inteligencias más. La inteligencia pedagógica es la facultad de enseñar conductas y habilidades a otra persona. Esto es diferente a tener solamente la habilidad. Dos individuos pueden ser igualmente buenos para, por ejemplo, jugar fútbol o tocar la flauta, pero sólo uno de ellos ser capaz de enseñar esa habilidad a otros. Los niños ya a la edad de dos o tres años tienen la capacidad de enseñar a otros niños lo que han aprendido.

Y la inteligencia existencialista es la capacidad de hacerse las “grandes preguntas”: qué es el amor, la rabia, qué sucederá en el futuro, qué es la muerte, etc. Estas interrogantes acerca de temas que son demasiado grandes o pequeños para ser percibidos son preguntas filosóficas.

Debido a que últimamente me he concentrado en investigaciones en otras áreas, es poco probable que estudie en profundidad estas candidatas a la inteligencia. Pero todos son bienvenidos a examinarlas utilizando los criterios para determinar una inteligencia que presenté hace 30 años en mi libro “Estructuras de la mente” (Ed. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2009).

 

Aplicaciones en el ámbito de la enseñanza

Según Gardner, hay dos afirmaciones científicas en relación con la Teoría de las Inteligencias Múltiples que vale la pena resaltar. La primera, es que “todos” tenemos estas inteligencias a las que él alude y eso es lo que nos hace humanos. “Somos la única especie que tiene entre 8 y 10 inteligencias diferentes”, afirma. Y la segunda, es que nunca dos personas, ni siquiera los gemelos, tienen exactamente el mismo perfil de inteligencia.

¿Cómo se puede trasladar esta teoría a la sala de clase?

Mi planteamiento es acerca de cómo la mente está organizada en términos de una serie de capacidades por separado, como la comprensión del lenguaje, ser capaz de relacionarse con otras personas, encontrar un camino en medio de un territorio desconocido y varias otras, lo que he llamado “inteligencias múltiples”. A partir de ahí, se pueden extraer muchas implicaciones educativas y así ha ocurrido.

Suelo hablar de dos grandes postulados a nivel educativo:

1) Individualizar la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación lo más posible. No es necesario entregarles toda la información a los alumnos, para eso está google. Como educadores, debemos decidir cuáles son las ideas más importantes que queremos transmitirles y en eso nos tenemos que enfocar, teniendo presente que cada uno de ellos es diferente y aprende de manera diferente. Individualizar significa saber lo más posible acerca de cada alumno, enseñarle de maneras que sean efectivas y dejarle que muestre su conocimiento y comprensión de un modo eficaz. En otras palabras, hay que enseñarle a cada niño o niña de manera que entienda y pueda aprender, y evaluarlo de tal forma que él o ella pueda mostrar lo que ha aprendido.

Por supuesto, esto es más fácil hacerlo con 5 ó 10 estudiantes, que con 30 ó 40. Sin embargo, uno puede crear grupos de estudiantes que tienen perfiles similares de inteligencia, o diferentes perfiles de inteligencia, y pedirles que resuelvan problemas juntos. O solicitar la colaboración de estudiantes de cursos superiores, padres u otros adultos que puedan ayudar a los estudiantes a aprender de maneras que sean efectivas. Es mejor enseñar y evaluar en dos o tres formas, en lugar de enseñar obstinadamente de una sola.

2) Pluralizar los contenidos que se entregan a los alumnos. La capacidad de presentar la información de diversas maneras a nuestros alumnos para activar más de un tipo de inteligencia es el desafío que tienen hoy los docentes. A eso lo llamo “pluralizar” la información.

Todas las ideas que valen la pena ser enseñadas pueden ser presentadas de más de una forma, a menudo en media docena de ellas. En relación a un tema, se puede hablar acerca de su importancia, crear evidencia o demostraciones lógicas, aprovechar las habilidades artísticas de los alumnos, hacer actividades manuales o trabajo en equipo.

Si se presentan las ideas de diversas formas, se puede llegar a más estudiantes, porque algunos aprenden mejor de una manera y otros de otra. Al utilizar distintas estrategias el profesor demuestra si entiende bien la materia. Porque quien comprende bien algo, puede demostrar ese conocimiento de manera diversa.

En “The disciplined mind: Beyond Facts and Standardized Tests, the K-12 Education that Every Child Deserves” (Penguin Books, 1ª. Edición, 2000) – en español se titula “La educación de la mente y el conocimiento de las disciplinas” (Ed. Paidos Ibérica, Barcelona, 2000)- muestro cómo importantes conceptos en biología, historia y música pueden ser enseñados, aprovechando las inteligencias múltiples.

¿Qué actividades se pueden desarrollar en clase para enseñar matemática y al mismo tiempo activar más de una inteligencia en los estudiantes?

Por ejemplo: en matemática, la idea de proporción (la relación entre 1 y 3 ó 5 y 15 o un cuadrado que tiene un tercio de la superficie de otro cuadrado). Este concepto puede ser explorado numéricamente, por supuesto, pero también al analizar estructuras de edificios, observar reacciones químicas, cocinar con diferentes ingredientes (al usar vinagre con aceite en la preparación de una ensalada), mezclar colores, examinar patrones de votación o reproducir música con un cierto ritmo. Y la proporción también existe en el argumento y la metáfora, aunque no es exactamente lo mismo que la proporción numérica.

Tenga en cuenta que si entiende bien la proporción, es fácil pensar en ejemplos de pensamiento proporcional y entenderlos a través de muchas experiencias distintas. Si cree que la proporción sólo puede ser explorada a través de relaciones numéricas en la clase de aritmética, su propio entendimiento será limitado.

 

El sentido de las evaluaciones

¿Es posible extender esto a las evaluaciones, que hasta hoy siguen centrándose en la inteligencia lógico matemática y lingüística? ¿Qué tipo de evaluaciones sugiere para activar más de una inteligencia?

No creo que debiéramos invertir mucho tiempo o dinero evaluando las inteligencias directamente, aunque muchas personas tratan de hacer eso. Más bien, debemos decidir sobre el tipo de comprensión que estamos buscando –por ejemplo, en el caso del concepto de proporción, al que me referí en la pregunta anterior- y luego enseñar esa idea de maneras diferentes y permitir que los estudiantes también muestren su comprensión de formas diversas, por ejemplo, tocando una pieza de música donde haya tres aplausos cada vez que suena el tambor o preparando una receta de cocina donde haya que ocupar tres veces más aceite que vinagre o viceversa.

Si uno quiere evaluar las inteligencias, no soy partidario de aplicar exámenes de lápiz y papel de respuesta corta. Tales evaluaciones a menudo se resuelven a través de la inteligencia lingüística y lógica. Prefiero ver a un estudiante en un entorno natural y observar qué tan bien se maneja en distintas tareas usando cualquier inteligencia que resulte apropiada. Por ejemplo, uno puede hacer un tour con los estudiantes por un edificio y luego pedirles que tomen notas de tal manera que alguien más pueda seguir esa misma ruta. Estoy seguro de que ellos usarían distintas inteligencias, y algunos mapas resultarían más eficaces que otros.

 

El peso real de la genética

¿Qué rol cumple la genética individual en el desarrollo de los diferentes tipos de inteligencia? ¿La educación puede contrarrestar el peso de la genética en algún tipo de inteligencia?

Cada habilidad humana es heredable en cierta medida. Eso significa que una cierta proporción de su capacidad está dictada por sus predecesores biológicos, por sus cuatro abuelos. Pero la genética no establece un límite absoluto. Desarrollamos más una inteligencia cuando trabajamos duro, estamos muy motivados, tenemos buenos modelos alrededor y cuando la enseñanza es especializada.

¿Qué mensaje daría a los profesores chilenos para que puedan contribuir al desarrollo de las múltiples inteligencias de los niños?

Les daría el mismo consejo que doy a los padres:

“Observe a su niño o niños con mucho cuidado, vea lo que les gusta hacer, qué cosas les resultan mejor y cómo se aproximan a tareas desafiantes. Si usted mira cuidadosamente, obtendrá una idea de qué inteligencias están siendo favorecidas.

Evite “el narcisismo positivo” (la única cosa que sé hacer es tocar el piano y por lo tanto, mi hijo debe tocar el piano) y “el narcisismo negativo” (la única cosa que nunca pude hacer es tocar el piano y por lo tanto, mi hijo debe tocarlo). En su lugar, deje que el niño les muestre sus inteligencias más aventajadas. Entonces, puede y debe decidir si se deben nutrir esas inteligencias ya fortalecidas o reforzar las que no son tan fuertes”.

 

[i] Howard Gardner: Investigador y docente de postgrado en la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard. Ganador del Premio Internacional Brock en la Educación 2015, que cada año reconoce a un individuo que ha hecho una contribución o innovación específica con impacto significativo en las prácticas o conocimientos docentes. Ha sido también nominado en dos ocasiones por las revistas norteamericanas “Foreign Policy” y “Prospect” como uno de los 100 intelectuales que más ha influenciado al mundo actual.
Posee 26 doctorados honoris causa de universidades de Estados Unidos, Bulgaria, Chile, Grecia, Israel, Irlanda, Italia y Corea del Sur y es miembro de honor de numerosas instituciones académicas. Entre los premios que ha recibido se encuentran el MacArthur Prize Fellowship (1981), el Premio Nacional de Psicología (EE.UU., 1984), el William James de la Asociación Americana de Psicología (1987) y el Grawemeyer en Educación de la Universidad de Louisville (1990).
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