Revista de
Educación
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Conversando

Felipe Berríos: “En educación lo que se necesita es un cambio cultural”

Sin titubeos ni medias tintas, el sacerdote jesuita Felipe Berríos habla sobre lo que considera los aspectos que considera son claves en la Reforma Educacional que impulsa el Gobierno

Sin titubeos ni medias tintas, el sacerdote jesuita Felipe Berríos habla sobre lo que considera los aspectos  claves en la Reforma Educacional que impulsa el Gobierno. Para él la única forma de recuperar la educación es entender que no es una cuestión hecha para competir, sino para hacer crecer a las personas, para hacerlas descubrir que tienen una vocación de servicio a los otros.

¿Cómo ve la sociedad chilena hoy?

Mis dos últimos años en África estuve en El Congo, trabajando con la miseria de los campos de refugiados. Llegué a Chile y me encuentro con un país ordenado, donde las cosas funcionan, la mayoría de las familias tiene acceso a electricidad y agua potable. Es un privilegio de país. Es cierto que hay quejas por la salud y la educación, pero hay acceso a ellas. Y en ese contexto me impresiona la agresividad de la gente. Casi nadie habla algo positivo del país, todo es negativo, desconfianza hacia el otro, críticas no constructivas.

¿Qué cree usted que nos hizo dar ese viraje?

A lo mejor somos más ricos económicamente, pero más pobres culturalmente. Y esa mezcla crea divisiones. Nos falta cultura, no en el sentido de reconocer la música clásica o las grandes obras de arte, sino de ponernos en el lugar del otro, de ser más amables, de vibrar con todo lo humano.

Se va deteriorando el ser persona en favor de ser un consumidor y mientras más consumo más valgo, pero no soy más feliz. Nos llenamos de televisores, celulares y computadores, pero no apreciamos lo que tenemos ni lo gozamos, nos falta darnos cuenta de que ahora vivimos más que antes y disfrutar de aquello. Eso llama mucho la atención.

A su juicio, ¿qué se entiende por éxito en la sociedad actual?

Cuando yo era escolar crecí con la imagen de héroe de Arturo Prat. Él no ganó una batalla, la perdió, pero era héroe porque dio su vida por algo. Hoy día el héroe que nos presentan gana muchos millones de dólares y se lo pelean distintos equipos de fútbol. El concepto de heroicidad que mueve a la juventud y al país no es el que se pone en el bien común, sino el que gana para sí mismo, el que compite, el que vence, el que obtiene más dinero. Ésos son, consciente o inconscientemente, los parámetros que el mercado nos ha ido poniendo como héroes a seguir. Y esa cuestión nos desvirtúa lo que es el éxito. ¿Acaso es ganar competencias?, ¿ganar más plata?, ¿ser más conocido? Yo tengo otra visión: mi jefe, Jesucristo, fue un exitoso colgado en la cruz, entonces ése es otro concepto de éxito distinto al de hoy día.

¿Qué problemas se derivan de esa concepción de éxito?

Yo creo que lo que nos hace felices, lo que nos llena humanamente, es dar la vida por un ideal. Mientras más inalcanzable es, da más sentido a la existencia. Pero cuando tenemos ideales pequeños y alcanzables -como conseguir el último Ipad o Iphone- nos achacamos, pues una vez que los consigo tengo un vacío tremendo y rápidamente busco otra cosa.

En televisión, lo que más me ha llamado la atención es la publicidad. Es increíble lo que te ofrece: serás feliz si tienes determinado modelo de auto, vivirás toda la vida si comes lechuga y haces ejercicio. ¡Nos hacen vivir en un mundo de fantasía! No es así: uno se va a morir aunque coma lechuga y haga ejercicio. Uno no se da cuenta, pero todo esto va entrando por osmosis, por diferentes canales y al final va creando en las personas una sensación de vacío existencial muy profundo.

A nivel país, nos vendimos a un sistema de mercado sin control; somos más ricos, pero vendimos el alma. Los chilenos nos segregamos, desconfiamos los unos de otros, vemos al otro como un competidor y no como un ciudadano. Ahora, por otro lado, creo que toda esta necesidad de cambio de la sociedad está haciendo ver algo positivo: no nos convence lo que estamos viviendo, nos damos cuenta que no somos felices, queremos cambios en áreas que son fundamentales. No estamos impávidos.

¿La Reforma Educacional es desde dónde podemos partir como sociedad para lograr estos cambios significativos?

Sí, aunque son varios los frentes en los que hay que actuar simultáneamente. Se han escogido algunos que están entrelazados entre sí: la reforma tributaria, la reforma al sistema binominal, la reforma constitucional y la educacional. Son necesarias porque hemos crecido y el traje nos ha quedado apretado, en algunos sectores extremadamente apretado, entonces hay que arreglarlo y ése es el trabajo que se está haciendo en torno a las reformas, son claves, sobre todo la de Educación.

Y esa Reforma, ¿qué grandes requisitos debiera tener o cuál debería ser su aspecto medular?

No soy un experto en educación, pero me ha tocado trabajar mucho tiempo en la universidad del trabajador (Infocap) y estar en con contacto con colegios. Los matices y detalles los tendrán que discutir en el Senado, pero lo esencial de la Reforma Educacional es atacar el clasismo que hay en Chile. No puede ser que el sistema educacional no sólo no ayude a la meritocracia, sino que cultive y acreciente la segregación social. Creo que eso es fundamental en la Reforma Educacional, lo demás se irá arreglando en el camino. Tal vez no hagamos todo inmediatamente, algunas cosas tendrán que ir haciéndose con el tiempo, pero lo importante es tener clara la meta hacia dónde vamos.

¿Un punto clave entonces es terminar con la selección y promover que todos tengan acceso a la educación?

Aquí lo que importa es que la educación sea una igualdad de oportunidades. La mezcla social, racial, de personas distintas en sus capacidades o discapacidades, en su forma de pensar en lo religioso y político, esa mezcla nos hace más inteligentes, más creativos y más libres. Entonces no es algo que se está pidiendo como un favor o por exigencia de una ley; tenemos que insistir entre nosotros para convencernos de que la diversidad es una riqueza que nos beneficia a todos. Si yo no me mezclo, soy más pobre humanamente.

A las mamás que nos leen les diría: “¿Usted quiere que su hijo sea más feliz?, ¿quiere que sea más persona? Cuando salga a la calle o a una fiesta, ¿quiere tener la seguridad de que va a volver sano? Pues eso no se consigue en un país competitivo y segregador de personas. En la mezcla social, de distintas maneras de ser, nos enriquecemos y somos más personas, más felices; entonces tendremos un país más seguro”.

Si logramos hacer ese cambio cultural, la Reforma Educacional va a ir mucho más rápido en su aplicación.

¿Cómo cree que podría fortalecerse la educación pública en nuestro país?

Ahí se puede entrar a decir que hay que invertir más dinero para la educación pública, mejorar la infraestructura de los colegios, reforzar la formación de los profesores, aumentar los salarios y la cantidad de horas libres para preparar las clases. Todo eso puede ser necesario, pero también puede ser un engaño si no entendemos que toda la educación debe ir hacia una mentalidad pública de bien común. Si va hacia una mentalidad de la selección, la competencia, un éxito entendido como quién gana más o quién tiene mejor puntaje, con eso estamos atacando el corazón de lo que es una educación pública.

Por supuesto, también tenemos que recuperar la autoridad del profesor en la sala de clases y eso lo veo difícil si no va acompañado de disciplina.

Lo importante es comprender que la educación pública no se recupera solamente invirtiendo plata. Se recupera si entendemos que no está hecha para competir, sino para hacer crecer a las personas, para hacerles descubrir que tienen una vocación. Esa cuestión es básica, por eso hablamos de un cambio cultural.

Quiero dejar en claro que yo no quiero que la educación pública sea igual a la de un colegio particular pagado, sino que forme ciudadanos al servicio de su vocación, ya sea artística, política, científica, humanista o técnica. Que realmente forme personas. Eso es fundamental. También es importante entender que cuando uno tiene una cualidad innata o desarrollada es para ponerla al servicio de los otros, no para sentirse superior. Que alguien sea un músico eximio es excelente, pero no por eso va a ser mejor persona.

¿Cómo logramos que los cambios que se están propiciando trasciendan, que la gente se informe y vaya cambiando su mentalidad?

En África una vez leí por Internet la noticia de que un puma se había escapado en la ciudad de Santiago y la gente estaba aterrorizada. El puma en su hábitat es un bellísimo animal que debemos proteger y cuidar, pero cuando no tiene restricción y está en nuestra casa nos puede hacer daño. Bueno, el mercado es un puma suelto. No hay que matarlo, sino ponerlo en el lugar donde debiera estar y controlado. El puma cumple una función y muy bien, el problema es que cuando al mercado lo dejamos totalmente suelto se transforma en un animal salvaje y se mete en áreas donde hace daño como la salud, educación o los medios de comunicación.

Hoy vemos que los medios televisivos se manejan por el rating y los escritos, por las ventas. Eso distorsiona todo; ya no interesa si se está entregando educación a la gente, buena información o cultura, lo que interesa es lo que produce más rating. Por eso, insisto: éste es un cambio cultural necesario, que no podemos hacer en todas las áreas al mismo tiempo. Partimos en educación, y obviamente eso va a producir cambios en otras esferas.

¿Qué mensaje le daría a los profesores y directores de colegios en función de este cambio cultural y luego, a las familias?

Les diría a los profesores que es cierto que hay que aumentar los salarios, dar más tiempo para la preparación de clases, mejorar la infraestructura. Pero no hay que olvidar que lo fundamental es generar un cambio cultural. Eso significa no entrar en el juego de la competitividad, volver a rescatar los valores que tenían los profesores normalistas, dar validez a la vocación docente. Amasar juventudes, como decía Gabriela Mistral.

Y a los padres les diría: “Ojo, papá y mamá, así como es vital que su hijo tenga una buena formación en matemáticas, biología o música, es clave que sea mejor persona y va a ser mejor persona, va a ser más feliz, más libre, si le enseñamos que la diversidad es una riqueza, si le enseñamos a respetar a los demás y a mezclarse con los otros”.

Por último, ¿qué piensa Ud. que nos falta en este discurso social? ¿El para qué?

Es importante lo que dices, porque en el fondo el sistema de mercado nos sigue. El otro día fui a comprar un remedio y la niña que atiende me preguntó: “¿Ud. acumula puntos?” La respuesta que inmediatamente uno quiere decir es sí. Estamos acumulando puntos, dinero, cosas, pero la pregunta es para qué. Al mismo tiempo, cuando le preguntas a una mamá que está esperando a un niño qué es lo que quisieras para él, te va a decir una sola cosa: “yo quiero que mi hijo sea feliz”. ¿Qué es necesario para ser feliz? Que el niño sea aceptado como es, que pueda desarrollarse libremente, que se dé cuenta que más que derechos tiene deberes, que está hecho para los demás. Ésos tienen que ser los fines, no el acumular puntos o el tener más cosas, sino el buscar ser mejor persona. Que mi vida le dé sentido a la vida de los demás.

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