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Cultura

Jacqueline Balcells y Ana María Güiraldes: Escritura fantástica a cuatro manos

Ambas pertenecen al grupo de autores nacionales reconocidos y tienen la particularidad de haberse atrevido a escribir juntas. En una amena conversación nos acercamos a su ámbito mágico de trabajo y creación.

Ambas pertenecen al grupo de autores nacionales reconocidos y tienen la particularidad de haberse atrevido a escribir juntas. En una amena conversación nos acercamos a su ámbito mágico de trabajo y creación.

Aquí están sus respuestas:

Ambas son escritoras reconocidas y de larga trayectoria. ¿Cómo se gestó la idea de trabajar juntas?

AMG: Pura casualidad. Yo era editora de una revista infantil y la Jacqueline llevó un proyecto. Nos hicimos amigas de inmediato y, tomando un café y como lo más natural del mundo, decidimos escribir juntas un libro de ciencia ficción. Nació “Aventura en las Estrellas”. A ese libro le siguieron dos más, “Misión Alfa Centauro” y “La rebelión de los robots”. La trilogía fue un éxito editorial. Y así, envalentonadas, seguimos con el género policial e histórico. No paramos más.

JB: Aunque, obviamente que cada una escribe lo suyo por separado, pero de cuando en cuando nos juntamos y escribimos alguna novela. Nos entretenemos y nos reímos mucho.

¿Qué tiene de particular la literatura infantil que las ha cautivado por tanto tiempo?

AMG: Yo diría que escribir para niños es una vocación. Nace como debe nacer: de una pregunta, de manera espontánea. Uno escribe “porque” tiene algo que contar, no escribe “para” un público determinado. Se nota demasiado el estilo forzado y la falta de encanto en el estilo del que decide escribir “para” los niños. Por eso digo: la literatura infantil ha sido para mí algo tan natural que ni siquiera me planteo por qué escribo del problema de una gallina que le dieron un picotón, de una bruja triste o de una muñeca que no abre los ojos. Escribiendo literatura infantil estoy en mi salsa: soy yo.

JB: Yo, la verdad, nunca pensé en ser escritora. Estudié periodismo, pero siempre les escribía y dibujaba cuentos a mis hijas. Un día, viviendo en Paris, en una cena me tocó estar con la editora de una famosa revista francesa para niños y le conté que yo les escribía relatos a mis niñitas, me pidió uno y lo publicó y, para sorpresa mía, ese cuento salió elegido como el mejor del año. Ese fue entonces mi comienzo en la fascinante literatura infantil.

¿De qué manera creen ustedes que los cuentos afectan en la vida de los niños?

AMG: Hay que partir de la base de que los niños no tienen imaginación: son pura imaginación, la viven. Ellos no ven una nube en forma de barco, ellos ven un barco navegando en el cielo. Por eso los cuentos son una prolongación de su vida normal, necesitan el “había una vez” que les abre los ojos para entrar a una aventura. Pero, por favor, el libro no debe ser usado para enseñar. El niño tiene el mismo derecho que el adulto para buscar en su lectura sólo un momento de placer y ensoñación. Ese lector de corta edad es el crítico más fiero y, si a mitad de página se da cuenta que un cuento sólo pretende que sea buen alumno, que coma zanahorias o que se lave los dientes, captará la trampa y ya estaremos perdiendo a un lector. La literatura infantil es un fin en sí mismo, no un medio para otro fin. Y si debe educar algo, que sea la sensibilidad.

Entrevista completa en: Revista de Educación N° 384.

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