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Emma de Ramón, Directora del Archivo Nacional: “Tenemos casi 50 kilómetros de documentación”

Doctora en Historia y directora del Archivo Nacional, Emma de Ramón reconoce que le gustaría que más profesores llevaran a sus alumnos a investigar al Archivo Nacional. “Estamos abiertos a recibirlos y apoyarlos, pero como se trata de una actividad de aprendizaje tiene que estar presente el profesor, no podemos reemplazarlo”, afirma y agrega que en el Archivo está toda la historia de nuestro país metida en cuatro paredes.

 

Foto: Gentileza Unidad de Comunicaciones, Archivo Nacional de Chile.

Doctora en Historia y directora del Archivo Nacional, Emma de Ramón reconoce que le gustaría que más profesores llevaran a sus alumnos a investigar al Archivo Nacional. “Nosotros estamos absolutamente abiertos a recibirlos y apoyarlos, pero como se trata de una actividad de aprendizaje tiene que estar presente el profesor, no podemos reemplazarlo”, afirma y agrega que en el Archivo está toda la historia de nuestro país metida en cuatro paredes. 

 

¿Qué es y qué contiene el Archivo Nacional?

El Archivo Nacional es una institución pública, depende de la DIBAM, futuro Servicio Nacional del Patrimonio Cultural de acuerdo a la nueva ley del recién nacido Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio. Es un gran depósito de los documentos que produce el Estado y de otros que se considera son relevantes para la historia nacional.

Lo que produce el Estado proviene de los ministerios, los servicios, las municipalidades, las intendencias, las gobernaciones, etc. Y si pensamos que tenemos documentación desde que se fundó el Estado, que es algo muy discutible, pero digamos que desde la Independencia hasta ahora, la cantidad es inmensa. A eso hay que agregar lo que se recogió de la época colonial en el momento de la Independencia y también al fundar el Archivo.

Nosotros damos comienzo con la copia del Acta de la Fundación de Santiago, probablemente de 1544 aunque Santiago fue fundado el 1541. Es una réplica porque la primera se quemó en el asalto del cacique Michimalonko a la ciudad de Santiago.

En síntesis, tenemos casi 50 kilómetros de documentación en cuatro grandes archivos: éste que es el Archivo Histórico donde funciona también la Dirección; el Archivo Nacional de la Administración ARNAD; el Archivo Regional de La Araucanía y el Archivo Regional de Tarapacá.

 

Dentro de los documentos, ¿cuáles cree que podrían ser de mayor utilidad para los docentes, tanto en términos de su formación como para aplicarlos en sus clases?

Depende del enfoque que cada docente le dé a su cátedra. Si hablamos de una historiografía más tradicional, tal vez podría ser el Acta de la Independencia. Pero si tiene una visión más abierta, más contemporánea, a lo mejor le interesan los documentos judiciales, por ejemplo aquellos referidos a la criminalidad.

Si es una mujer feminista, tal vez se enfoque en los documentos del archivo de Mujeres y Género. Y si trabaja en La Araucanía, posiblemente le llame la atención la enorme documentación sobre indígenas que tenemos, incluso respecto de los fueguinos. También hay documentos genealógicos. Es toda la historia de nuestro país metida entre cuatro paredes.

Por otra parte, con la nueva ley de incentivo al retiro, muchos funcionarios públicos llegaron al ARNAD, el archivo de Matucana 151, solicitando sus decretos de nombramiento ya que tenían lagunas previsionales. Y los decretos con los nombramientos de los funcionarios públicos están ahí y por lo tanto, les dimos a cada uno una copia de su certificado y con eso pudieron validar la fecha cuando entraron a trabajar.

 

¿Cuál cree usted que es la misión que tiene el Archivo en la sociedad chilena?

Los Archivos tenemos dos misiones fundamentales: 1) resguardar  la documentación. Y por ese término entendemos no solo tenerlos guardados en un depósito, sino también su conservación y organización. Y 2) favorecer el acceso a la documentación. Si nosotros organizamos la información y hacemos catálogos, es para que la gente pueda llegar más fácilmente a lo que busca. El desarrollo tecnológico de hoy en día nos ha permitido hacer una creciente labor de difusión de lo que tenemos, salimos a la calle a través de las redes sociales y la web a contarle a la gente lo que pueden encontrar acá.

Foto: Gentileza Unidad de Comunicaciones, Archivo Nacional de Chile.

 

PRESERVACIÓN DE LA HISTORIA

¿Usted cree que los documentos que resguardan son más allá que papeles o información con memoria? ¿Forman criterio y opinión en la sociedad? ¿Cómo los define?

Los documentos son fuente de conocimientos fundamentalmente. Lo interesante de que los estudiantes tengan acceso directo a ellos es que no tienen que aprenderse de memoria algo que les dicen que ocurrió, sino que pueden ver los testimonios respecto de eso.

Por ejemplo, si hablamos de los indígenas fueguinos, toda la matanza que se hizo de ellos, una cosa es que un estudiante lea “hubo matanza de indígenas fueguinos” y otra que tenga acceso a los documentos que van dando cuenta de qué es lo que se hizo y que así vaya formándose su propio criterio. Podrá tomar decisiones respecto de la memoria: qué recuerda, qué no le interesa, qué juzga bien, qué juzga mal. Por eso los documentos no solo tienen aplicación para el ramo de Historia. Si se quiere hacer algo en relación a Ciudadanía o Formación en Valores, estos documentos son maravillosos porque hablan de los seres humanos, cómo somos, cuándo se han atropellado los derechos humanos, cuándo algo ha denotado un respeto a sus derechos, etc. Todo eso se puede encontrar aquí de fuente directa, firmado por la persona que lo patrocinó.

 

¿De qué forma se preservan los documentos guardados?

Hay una especialidad en el ámbito del patrimonio que se encarga de la restauración y conservación. La restauración se aplica a papeles muy valiosos, también a edificios, pinturas y esculturas. Pero en nuestro caso, a papeles. En 50 kilómetros de documentación no podemos estar hoja por hoja restaurando, entonces nos hemos focalizado en aquellos materiales que consideramos que tienen un especial valor. Y a esos les aplicamos restauración.

Aplicamos la conservación preventiva, que tiene varios aspectos. Uno es la climatización, es decir, cómo en los depósitos se mantiene una temperatura y una humedad estable que permita que el papel no trabaje, es decir, no reciba ni bote agua con demasiada frecuencia. También nos preocupamos del control de los microorganismos, algunos se comen el papel infecto; y de los tipos de soporte de la documentación: cómo se encuaderna, cómo se guarda, en qué tipo de caja, si tienen ácido o no esas cajas, etc. De esa manera vamos garantizando que grandes volúmenes de documentación se conserven de la mejor forma posible.

También hay otros métodos en archivística como la digitalización de documentos para impedir que se manipulen, porque al tocarlo el papel se va desgastando. Antes se microfilmaba, ahora es digital. Esos son trabajos que implican grandes inversiones de recursos de parte del Estado. Nosotros nos focalizamos en los documentos que son más revisados por la gente como los de bienes raíces y respecto de ellos, tenemos una base de datos inmensa digitalizada para evitar que la gente manipule los originales. 

Foto: Gentileza Unidad de Comunicaciones, Archivo Nacional de Chile.

 

EL PODER DE LAS MUJERES EN LA COLONIA

Sabemos que conservan documentos históricos relevantes para Chile ¿Cuál cree usted que es el tesoro más importante que posee actualmente el archivo?

Yo soy colonialista. Si me pregunta, diría que es el Fondo Escribanos de Santiago, los 20 primeros volúmenes, los más antiguos, porque van dando cuenta de la formación de nuestra sociedad. En general no se sabe que los notarios van reflejando en cada una de sus escrituras la historia económica del país.

Hay documentos interesantes, recuerdo el de una señora que dice que su marido venía viajando desde Lima hacia Santiago -ella se había enterado porque las noticias llegaban más rápido que las personas en esa época, estoy hablando de 1605 o 1610-, que él muchas veces la había maltratado y que ella sabía que le había ido mal en los negocios, por lo tanto iba a llegar y le iba a exigir a golpes que vendiera algunas de sus propiedades. Entonces, ella en ese documento declaraba que todo lo que vendiera después del momento en que llegara ese hombre era nulo. Uno va viendo cómo la sociedad se forma, con penas y alegrías.

 

¿Cómo ha sido el rol de la mujer en la historia?

No me gusta el término mujer, sino mujeres, es más preciso. Somos muchas y a cada una nos pasan historias distintas. Y si uno piensa en los segmentos sociales que han existido siempre, también las historias han sido diferentes. Por ejemplo, esta señora que le relataba recién era una mujer de alcurnia, tenía bienes y podía darse el lujo de ir al notario y decir que declaraba inválido cualquier documento que firmara de ahí en adelante. Pero las mujeres indígenas corrían una suerte totalmente distinta. Las pobres también y para qué decir las negras.

Las mujeres de alcurnia de la primera época colonial tenían muchas más atribuciones que las que uno habitualmente cree. Muchas manejaban grandes empresas, que eran sus propiedades y lo hacían solas. Había cierta flexibilidad para ese rol. Algunas se quedaban en la casa y tenían hijos, si enviudaban se volvían a casar y seguían teniendo hijos, y no asumían sus negocios y se los pasaban al marido; pero otras no y no era algo mal visto ni excepcional.

Algo pasó en el siglo XVIII que esas mujeres de riqueza que en algún momento tuvieron mucho poder, dejaron de lado a sus hijas o nietas y las transformaron en mujeres ignorantes, metidas en la casa, sin asumir ningún papel relevante en la sociedad. Después de 1670 se empieza a ver eso claramente. El siglo XVIII es un siglo tremendamente oscuro para las mujeres chilenas, con más suerte las más ricas y menos suerte las más pobres.

A fines del siglo XIX empiezan a salir las primeras disidentes, hasta hoy que tenemos varias que han logrado hacerse un espacio.

Es una historia que va y viene, no es lineal en ascenso. De una situación más o menos cómoda de ciertas mujeres pasamos a una situación muy opaca para volver luego a otra situación más clara. Lo que hay que buscar es que el actual empoderamiento de las mujeres no termine y sigamos adelante.

 

¿Qué mujeres han roto ese paradigma? ¿Qué mujeres destacaría en la historia?

La Quintrala es un personaje mucho más positivo de lo que inventó Vicuña Mackenna, diría yo. Es un mito. Doña Catalina de los Ríos era una mujer de negocios, ella no hacía nada extraordinario a lo que hacía cualquier hombre encomendero rico de su época. Vicuña Mackenna la demonizó, él es parte de toda esa élite republicana que era muy represiva con las mujeres. Tomó a la Quintrala como un ejemplo de mujer perdida. Si uno lee “Los Lisperger y la Quintrala” de Vicuña Mackenna, uno ve cómo el estigma de género cruza la historia. Pero ahí él nombra a la abuela de la Quintrala, que para mí es un personaje notable. Ella era una de esas grandes empresarias que describí. Espero en algún momento poder escribir una historia de ella, porque hay aquí documentación para hacerlo.

 

¿Cómo era esta abuela de la Quintrala?

Fue una de las primeras chilenas. Hija mestiza de un conquistador de origen alemán llamado Bartolomé Flores -que había españolizado su nombre- y de una indígena de Talagante, hija del lonko o del cacique que era además al parecer peruano. Esta indígena, doña Elvira de Talagante, era la madre de doña Agueda Flores, la abuela de la Quintrala.

Doña Agueda creció en un pueblo de indígenas –sus padres nunca se casaron- pero cuando tuvo 14 o 15 años el padre la tomó y la empezó a criar como española para casarla. Ya en esa época el matrimonio de personas de alcurnia era una forma de establecer vínculos sociales y económicos. A esa edad, ella aprendió a hablar castellano, a leer y escribir. Se casó muy bien y heredó muchos bienes.

Murió nonagenaria. De hecho, sus hijos se iban muriendo y ella asumía como tutora de sus nietos, entre ellos la famosa Quintrala. Manejaba la plata de ellos. Tenía una especie de holding, entre La Ligua y Cauquenes era la reina. Incluso hay documentos que se refieren a cuando contrataba o despedía a los abogados que la ayudaban a manejar todo ese imperio.

Cuando murió dejó una biblioteca en herencia a los Agustinos. Y su funeral fue absolutamente espectacular, digno de una princesa. Se dio el lujo de morirse cuándo le dio la gana y cómo le dio la gana. Su vida fue notable.

 

 

“LO QUE MÁS NOS INTERESA SON LAS SERIES DOCUMENTALES”

¿Qué debe hacer una persona que desee donar material histórico para el Archivo Nacional?

Venir acá y entregarnos lo que desea. Los documentos singulares siempre son interesantes, tenemos muchos de ellos. Lo más atractivo son las series documentales, por ejemplo, un conjunto de cartas, cuadernos de cuentas o diarios de vida, cosas que sean no solo un papel sino un grupo de papeles que den cuenta de alguien que los produce. Porque eso es lo que da real sentido a la investigación.

Hace dos o tres años, un joven arqueólogo sabía que en su familia había un baúl con cartas antiquísimas. Las juntó y las trajo. Y resultó ser toda la correspondencia de un antiguo comerciante chileno de la época de la Independencia. Notable. Es prácticamente la vida comercial de alguien. Eso es un tremendo conocimiento para la historia de Chile.

También tenemos diarios de vida de jóvenes, a veces cuando alguien fallece desarman la casa y aparecen cinco o seis cuadernos de una chiquilla durante 3º y 4º medio. Eso es interesantísimo también porque vamos viendo cuáles son sus amores, desilusiones, intereses, valores, etc. Con ese material se puede ir construyendo la historia de la memoria.

 

Foto: Gentileza Unidad de Comunicaciones, Archivo Nacional de Chile.

Respecto del taller del  “Proyecto de Educación en Archivos, Memoria y Ciudadanía”, realizado recientemente, ¿cómo fue esa experiencia con los docentes que participaron?

Fue una muy buena experiencia. Este taller fue fruto de un trabajo que se hizo en 2016 y el 2017 se imprimió. Se trata de una “caja” que contiene una serie de documentos históricos y una guía pedagógica dirigida a los docentes. Asimismo fue diseñada una caja para que la propia comunidad educativa construya su archivo.

El objetivo de ese material es brindar a los estudiantes herramientas –en el marco del Plan de Formación Ciudadana (Ley 20911, 2016)– que los motive a reflexionar, dialogar y formular propuestas colectivas e individuales con respecto a diversos conflictos históricos y sociales a partir de documentos, permitiéndoles tomar conciencia de su presente como sujetos activos y partícipes de su devenir y contexto.

En el taller que realizamos con docentes para darles a conocer este material, los vi realmente motivados por buscar cambios en la forma de enseñar y apoyo en el tema de formación ciudadana. Me encantó conversar con ellos, compartir experiencias. Vi que tenían ganas de buscar insumos nuevos para ofrecer a sus estudiantes, eso me encantó.

Quisiera agregar que si un profesor fuera de Santiago necesita material más específico respecto de su región, nosotros estamos abiertos a ayudarlo y buscarle cosas. Tenemos documentos desde el extremo norte al extremo sur del país, de los pueblitos más increíbles. En lo que se refiere al salitre, tenemos los afiches publicitarios de la época, cómo se promovió en todo el mundo el nitrato. Son fuentes o testimonios que pueden ser utilizados en cualquier clase, ya sea Lenguaje, Arte o Historia.

 

¿De qué manera usted aproximaría a los estudiantes a este Archivo, para que tengan acceso a los documentos, aprendan a cuestionarse y profundicen la información?

Tuvimos un profesor que hacía talleres electivos de profundización con sus estudiantes y los traía aquí semana por medio, investigaban tanto en la Biblioteca Nacional (sección periódicos) como en el Archivo Nacional. El pobre se desvivía porque corría entre unos y otros. Investigar requiere cierta formación, hay que dirigir a los chiquillos.

La verdad es que nos gustaba ver a los jóvenes con su uniforme, sentados en la sala, investigando, buscando con tanta seriedad, enfrentándose a las fuentes y todas las formas cómo se podía trabajar esa fuente.

A mí me gustaría que hubieran más profesores capaces de hacer ese tipo de talleres. Reitero que nosotros estamos abiertos a recibir y apoyar a todos los estudiantes, pero como se trata de una actividad de aprendizaje, tiene que estar presente el profesor, no podemos reemplazarlo. Ellos tendrán sus objetivos, sabrán hasta dónde quieren que lleguen sus estudiantes.

Foto: Gentileza Unidad de Comunicaciones, Archivo Nacional de Chile.

En lo personal, ¿cómo ha sido su experiencia al trabajar en el Archivo Nacional?

Una maravilla. El Archivo es un lugar desafiante para trabajar. Lo he dicho varias veces: “Yo siento que más que trabajar con el pasado, estoy trabajando con el futuro”. Porque nosotros lo que hacemos es resguardar la información para el futuro, no para el pasado.

Cada vez que llega aquí un grupo de documentos y elaboramos algún proyecto, lo que hacemos en realidad es crear la memoria del futuro. Eso es algo que me fascina. Además, la cercanía con la gente, la posibilidad de hacer cada vez ciudadanos más conscientes de sus derechos y obligaciones también es algo que me atrae mucho.

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